Álex O'Dogherty: «Lo que más odio y sufro de Madrid es la Verbena de San Isidro»
COLONOS
Su nostalgia de Lavapiés y la centralidad de la capital lo mantienen feliz en estas latitudes
«Ni la izquierda ni la derecha llegaron nunca a fiarse de la Movida madrileña»
Álex O'Dogherty desayuna algo vegano con delectación. Su casa tiene resonancias de vivienda del sur, con una alberca, jazmines, y una perspectiva de la bahía de Cádiz que le recuerda su nacencia en San Fernando. El actor, músico, humorista, creador y demás tiene muy ... claro que su hogar está a mitad de camino de los bolos que vienen y que vendrán, ya sean humorísticos, cabareteros, humorísticos o musicales. Para eso cuenta con su propia banda, La Bizarrería, que tiene tres discos en el mercado y van camino de publicar un cuarto, 'Vuela mi voz'. Por eso mismo, también su casa cuenta con un estudio de ensayo, aunque ensayan con cascos por no molestar al vecindario, que los músicos, en muchas ocasiones, son civilizados. Hay baterías, banjos, y una colección de instrumentos de cuerda que son casi un museo.
A O'Dogherty, que ya se ha dicho que es gaditano, hay gente que le cree del verde norte. Y algo de verdad hay, que un ascendiente suyo, del poderoso clan irlandés de los O'Dogherty, fue uno de los marinos de la Armada. Por eso, por ver sus orígenes, también prepara un documental al respecto.
En cuestiones madrileñas, que es a lo que han de ceñirse estas páginas, resulta que el actor, célebre por su trabajo en 'Camera Café', es un embajador de Lavapiés, el mismo barrio que conoció conforme se iba haciendo más y más cosmopolita. Aunque no todo son parabienes matritenses, que él se considera un sufridor del «lado oscuro de la Verbena de San Isidro». De modo que para lo que muchos es casticismo, para él es un infierno. Y es por eso que, mediando mayo, coge su furgoneta y va al mar, o la serendipia quiere que actúe en un pueblo con mar como en la canción de Joaquín Sabina. En septiembre desarrollará la última temporada de su espectáculo 'Imbécil', que fue una cura, un alivio de luto cuando abrieron los pequeños teatros en la pandemia.
—Yo le hacía del norte, y resulta que tenemos a un gaditano en Madrid con apellido irlandés, un patio andaluz. Y un acento indeterminado.
—Pues mira, dentro de una semana se cumplen quince años de mi establecimiento definitivo en Madrid. Aunque llevaba viniendo desde el 2.000. Estuve entre Sevilla y Madrid hasta que me di cuenta que tenía que elegir. Y respecto a lo del norte sí, adoro el País Vasco, su gente, su comida. Y Asturias le guardo un cariño especial por el rodaje de 'Doctor Mateo'.
—El AVE no es precisamente barato. ¿Sus inicios fueron caros?
—Venía a castings, a pruebas. Siete u ocho hora de autobús. Pero compensaba luego un paseo por la Puerta del Sol, que tenía un salón recreativo que ya no existe. Luego la Gran Vía, que yo venía de pueblo y me fascinaba. O El Retiro. Y luego, ya, que me hice muy de Lavapiés.
—Pese a sus orígenes irlandeses, es gaditano. Y dicen que los gaditanos 'caen de pie' en Madrid.
—La gente de mi tierra desprende esa simpatía. Lo demuestra. Eso es una ventaja que tiene ser de Cádiz, la verdad. Una de las muchas ventajas que tiene ser de Cádiz. Porque la verdad que es cierto que uno, cuando dice que es de Cádiz, la gente sonríe automáticamente. Pasa algo parecido con la gente de La Habana, como dice la canción.
— Letra de Antonio Burgos, música de Carlos Cano. La famosa habanera, pero ¿es verdad que si el gaditano sonríe, el madrileño acoge?
—Claro. Madrid es una ciudad acogedora. Yo venía mucho cuando no vivía aquí. Aquí estaba, y está todo, para poder desarrollar mi profesión de actor.
—Vuelva a ese Lavapiés del que es fanático.
—Yo vivía en la calle del Amparo, casi en la mismísima plaza de Lavapiés. Fueron años muy curiosos, muy diversos, era cuando empezaba a convertirse en un barrio multicultural.
—¿Y sí yo le cito el Rastro?
—Pues citas uno de mis sitios favoritos. A mí, que soy muy de mercadillos. Esas mañanas de domingo....
— Huele a jazmines, y tiene una refrescante alberca en el patio. Dígame que no hay nostalgia del sur...
—Es un poco gaditano, también. Intenté llenarlo de geranios, pero con el clima de Madrid no me florecían. Y mira, los jazmines empezaron con una ramita que me traje hace cinco años. Por eso me pasé a los jazmines y a los cactus. Verás que estoy muy orgulloso de mi jardín.
—El famoso clima de Madrid, el sol y los fríos de la meseta central. La pregunta es obligada. ¿El centro de España le inspira?
—Respuesta. No, no me apaga, pero para mí el mar es muy importante. En el mar escribí 'The Hole 2', y al mar me he ido en la Verbena de San Isidro, que es lo que más detesto y sufro de Madrid. Por vivir al lado. Son pocos días, pero son un infierno de porquería, orines, ruidos. Yo sí que vivo el lado oscuro de San Isidro. Que se sepa.
—Y sin embargo, para un espíritu inquieto como usted, Madrid es Madrid.
—Madrid es el sitio donde aún quiero hacer multitud de cosas. Es decir, para todos los proyectos que tengo en mente, esta ciudad es el mejor lugar para llevarlos a cabo.
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—¿Tanto como, y que Dios lo guarde muchos años, para 'estirar la pata' aquí?
—Ése es mi gran dilema. Alternar el mar con Madrid, mi tierra con Madrid. En realidad creo que no me voy a poder ir nunca. Al menos en el corto plazo.
—Un piropillo a la capital, 'por cariá'.
—Pues mira, Madrid es un sitio donde si quieres bullicio, lo vas encontrar. Pero si quieres paz, también.
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