Hugh Elliott: «He vuelto a descubrir Madrid a través de los ojos de mis hijos»
COLONOS
Sin alardes, realizó la proeza de ir de la capital a Salamanca en bicicleta. Y llegó, con prisa, pero a la hora
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MADRID
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Iniciar sesiónAl hispanismo se llega por vocación, por sangre, por amor a un cuadro, a un olor. O por todo junto a la vez. Quizá por eso, Hugh Elliott, así, en las distancias cortas, exhale más madrileñismo que muchos. Su padre fue profesor de español, él ... estudió en el Trinity College, impartió clases en Salamanca, a donde llegó en Madrid en bicicleta con el tiempo justo.
Pero llegó. Puntualidad británica la llaman. Sus hijos son madrileños, y desde la sede de la Embajada de su país se divisa Abantos, la Bola del Mundo. El entrevistador le obsequia con un libro sobre los cigarrales de Toledo, y la mirada fascinación del diplomático no tiene precio.
Enamorado de Madrid no es el primero en estas páginas, pero quizá, con sus ojos glaucos, sea quien con más convicción lo afirma. Y el romance con la capital empezó, yendo a Salamanca, en una parada en el Museo del Prado, cuando se topó con un cuadro capital en su biografía. 'El jardín de las delicias', de El Bosco. Ahí ya Madrid lo conquistó.
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—Estoy frente a todo un hispanista. Pero mi jurisdicción atañe solo a la capital. Su primera memoria 'gata', 'please'.
—Pasé por Madrid en septiembre del 86. Pero sin detenerme. Mi primer recuerdo es del 87, sí. De 1987.
—Estarían ya los estertores de la Movida. Pero, por favor, ¿qué impresión le dio la ciudad?
—Ahí sí tengo un recuerdo muy claro. Entrar en el museo del Prado y, de repente, encontrarme 'El jardín de las delicias' de El Bosco. Verlo físicamente; fue impresionante. Fue una sorpresa, yo no sabía que estaba en El Prado y, de repente, 'wow'. Porque además es un lienzo que yo había admirado mucho.
— El Bosco le abrió las puertas sentimentales de Madrid. ¿Me puede confirmar este extremo?
—Mi amor por Madrid empezó en ese momento. Sí.
—¿Es usted ya parte de Madrid o, pese a los años, aún anda aprendiendo la ciudad?
—No diría que he pateado todas las calles de Madrid. No me atrevería a tanto. Aunque es una ciudad que atrae, que intriga también.
—Perdone. ¿Intriga?
—Sí. Porque tiene muchos rincones variados, diferentes unos de otros. Es uno de los rasgos que la hacen tan heterogénea.
—O pregunto o reviento. ¿Madrid es vista ya como gran capital en su país?
—Sí, sí, sí. Hazte una idea. Estamos sentados en una torre levantada donde hace unos años entrenaba el Real Madrid y, poco más allá, empezaba el campo.
— Tuvo dos etapas. Primero en los noventa, y luego aquí estamos. Ya me ha dicho que hemos evolucionado muchísimo. Pero lo clásico permanece, que diría el otro.
—Mira, yo soy una persona de gustos sencillos. Me gusta sentarme en una terraza, en una plaza donde pasa la vida, donde me relajo con un amigo. Donde hay un poco de verde.
—¿Esa plaza está por Chamberí?
—Aunque son muchos lo rincones que me enamoran de Madrid, diría que sí. La plaza de Olavide.
—¿Existe en el inglés alguna expresión por o para Madrid? Las Vegas tiene su lema, el de que lo que «empieza en Las Vegas acaba en Las Vegas»...
—Ohh, 'good cuestion'. Madrid lo que es, es una ciudad donde se vive mucho. Y no sé si en inglés existe un refrán sobre Madrid.
—Aunque deba prestar servicio a sus compatriotas en España y Andorra.... ¿Se considera madrileñista?
—Soy amante de Madrid. Aquí han nacido mis hijos. Madrid es parte de la familia; es parte de mi familia.
—Reiterando, ¿qué es lo que le enamora de Madrid?
—Que es una ciudad muy vivible y, a la vez, muy cosmopolita. Y no tiene la enormidad de otras urbes. Aquí se puede llegar al centro muy rápidamente, por ejemplo.
—Usted pedaleó, y llegó a tiempo, desde Madrid a Salamanca para impartir una clase. ¿Qué tiene Madrid de Salamanca?
—Pues tiene un barrio (ríe). No veo muchas similitudes. Madrid fue una ciudad que se consolidó más tarde, que creció en diferentes etapas.
«Hace unos días vinieron unos amigos y acabaron hablando maravillas de la ciudad»
—Paseemos por ese Madrid...
—Me encanta la Plaza Mayor, perderme por la Cava Baja, el Madrid de los Austrias. Y luego la ciudad más amplia de Carlos III. O El Retiro.
—Sus paisanos románticos del XIX, en el culmen del tópico, dijeron que en Madrid se olía el azahar de los naranjos.
—Pues aunque sea difícil, la realidad es que 20.000 británicos están aquí. Y que el conocimiento de Madrid ha crecido exponencialmente en mis paisanos. Hace unos días vinieron unos amigos, y acabaron hablando maravillas de la ciudad.
—La niebla de Madrid, o sea, lo más grisáceo, ¿qué es?
—Hombre, como todas las grandes ciudades, el barullo del transporte. Pero es inevitable. Aunque adoro el que aquí se pueda caminar.
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—Su peor momento en Madrid
—Cuando desde las instalaciones de la Embajada se veía Madrid vacío, en el Covid, y sólo las ambulancias llegando al Hospital de La Paz, con el que tan bien, con actividades conjuntas para los niños enfermos de cáncer, nos llevamos.
—Su mejor momento.
—El nacimiento aquí de mis dos hijos. Y luego, volver a conocer Madrid a través de los ojos de mis hijos.
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