La 'gran familia' de Pujol
SPECTATOR IN BARCINO
El pujolismo creó tendencia en la política catalana hasta conseguir que representantes de todos los partidos políticos hozaran en los mismos barrizales
Pujol recupera la polémica identitaria y cree que los catalanes pueden acabar «minorizados» en Cataluña
Barcelona
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Iniciar sesiónCorría 1935 cuando Josep Antoni Vandellós Solà (1899-1950) publicó 'Catalunya, poble decadent'. El demógrafo y economista alertaba del descenso de natalidad de los catalanes de pura cepa frente al aumento de flujos inmigratorios en el primer tercio de siglo XX.
El libro, ... que suscitó una fuerte polémica, fue reeditado en el cincuentenario de su publicación por Edicions 62 con un prólogo en el que otro economista, Jordi Nadal, subrayaba la influencia en las tesis de Vandellós de Corrado Gini, asesor en las políticas demográficas del gobierno fascista de Mussolini.
Entre los comentarios a 'Catalunya, poble decadent', un artículo del geógrafo Pau Vila en 'La Publicitat', el 12 de abril de 1936. El creador de las «veguerías» admitía que la población catalana había pasado del casi un millón de habitantes a finales de siglo XIX a los tres millones de almas de 1936. Atribuía tal aumento «a las aportaciones migratorias venidas del valle del Ebro y del Levante peninsular, entre las cuales se tiende al predominio de los provenientes de la región murciano-almeriense».
La culpabilidad, apuntaba Vila, era de la propia Cataluña y, en especial de la Barcelona del metro y la Exposición: se había querido «equipar» demasiado deprisa «sin disponer de brazos ni de capitales suficientes, por lo que hombres y dineros tuvieron que venir de fuera». El resultado derivaba en lo que el geógrafo calificaba de «efectos descaracterizadores sobre nuestro pueblo» por lo que consideraba indispensable «intervenir toda nueva penetración forastera venga de donde venga» y llamaba a los gobiernos tomar medidas «de profilaxis étnica y social».
Si en esa apreciación parecía concordar con el análisis de Vandellós, Vila difería en una solución basada en la promoción sistemática de la natalidad: «Inducir a la formación de familias numerosas es conducir a un pueblo a la proletarización, es fomentar el mantenimiento de masas gregarias propensas a todos los despotismos». Aconsejaba, en la línea de las sociedades europeas más desarrolladas, «no sacrificar constantemente a las madres, cuidar mejor a los hijos y elevar el nivel de vida de los hombres».
Casi noventa años después de Vandellós y de Vila, Jordi Pujol ha echado mano de aquellas opiniones en la conversación que mantuvo, en su casa de Queralbs, verano de 2022, con el escritor japonésKo Tazawa recogida en 'La última conversación (Encuentro en Queralbs)'. A la presentación del libro, el próximo miércoles 1 de febrero en el Institut d'Estudis Catalans, no podrá asistir Tazawa fallecido el pasado septiembre, pero suponemos que Pujol estará allí para rubricar -a su edad no se matiza nada- unas afirmaciones que nos devuelven a la Cataluña de los años treinta.
Afirmaciones como la que ocupó titulares en la que afirmaba que los catalanes iban a quedar «minorizados» en Cataluña. «Minorizados» por dos razones. La natalidad, como ya advertían Vandellós y Vila: «Nosotros, entre que tenemos una natalidad baja (Japón también la tiene), tenemos mucha inmigración y que debemos luchar contra los organismos del Estado por mantenerla, estamos amenazados con quedar minorizados. De momento todo esto lo podemos aguantar y lo aguantamos, pero necesitamos reforzar la política en este sentido».
Natalidad y, sobre todo, identidad. He aquí la ecuación de un Pujol que parece olvidar su propio eslogan: catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña: «¿Qué es lo importante para un país? El ser. La identidad. Esto va muy ligado a los hechos tradicionales, a los hechos históricos, a la memoria, pero sobre todo a la lengua». O sea, ser catalán, además de vivir y trabajar en Cataluña, exige hablar catalán.
Lengua identificada con cultura. Para Pujol hablar castellano provoca «una pérdida de potencia del sentimiento de país y del sentimiento de identidad». Verbigracia: si el catalán es lengua propia, el castellano o español sería la lengua impropia. Ko Tazawa, traductor del 'Tirant lo blanc' al japonés, reconoce que sin los 23 años de Pujol «el proceso de independencia no hubiera sido posible».
Ni el proceso, ni la corrupción que la bandera del victimismo nacionalista ocultó demasiado tiempo. Pujol fundó una «gran familia» de siete hijos con Marta Ferrusola. Gran familia clientelar. El pujolismo, apuntan José Alejandro Vara y Pablo Planas en 'La Familia Pujol Corporation', «creó tendencia en la política catalana hasta conseguir que representantes de todos los partidos políticos hozaran en los mismos barrizales... La maniobra de distracción del 'todo por Cataluña' ha servido para justificar delitos económicos, fraudes fiscales, estafas bancarias, cobro de comisiones, tráfico de influencias, cohechos, etcétera. Y también para convertir investigaciones, denuncias, y críticas en ataques a la nación».
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Peculiar concepción de la identidad que, según Mossèn Ballarín, disculpa los delitos de catalanes fetén como Pujol: «Si ha tenido una debilidad, ha tenido una debilidad, y punto», declaró tras la «confesión» del expresidente en 2014. Frente a la «minorización», la «gran familia» extractiva. Muy edificante «tot plegat».
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