Los Reyes, en el bicentenario del Ateneo de Madrid: «Un refugio para el pensamiento libre»

El Ateneo celebra los actos del bicentenario con tres años de retraso por la pandemia. Algo a lo que se refirió el Rey en el inicio de su discurso así como a la vinculación histórica de la Monarquía a la institución del Ateneo con la Reina María Cristina o, posteriormente, con el Rey Alfonso XII, con la inauguración de la actual sede en 1884: «El Ateneo es una de esas instituciones que, sin duda, condensa bien en su corazón la determinación a favor de ese progreso en libertad, que motivó su fundación y aseguró que llegara hasta nuestros días».

Don Felipe aprovechó el foro para subrayar que los nuevos desafíos tecnológicos y nuevos debates que puedan surgir en la sociedad, y de los que da cuenta el Ateneo en sus estancias, «no han alterado nuestras esperanzas como nación: convivir en un país abierto, tolerante, profundamente solidario y en el que las virtudes cívicas sean la esencia de nuestra vida democrática».

«Si aquí se habló de ecología, de feminismo, de igualdad, de constitucionalismo, de democracia, de ciencia; si aquí se desarrollaron las vanguardias artísticas y literarias -probablemente antes que en cualquier otro lugar de España- hoy el Ateneo puede asumir esa misma tarea con la legitimidad que conceden sus 200 años de experiencias», repasó el Rey.

«Los valores cívicos de la libertad, la solidaridad y la igualdad, hoy grabados en nuestra Constitución, tuvieron y tienen en el Ateneo de Madrid un lugar privilegiado de reflexión y desarrollo», recalcó Felipe VI quien acudió al acto conmemorativo acompañado de la Reina Letizia.

El presidente del Ateneo de Madrid, Luis Arroyo, destacó asimismo en su discurso el espacio de libertad y debate que siempre se defendió en la institución intelectual, lugar de encuentro de sus socios, entre ellos los Reyes.

El filósofo español y miembro de la Real Academia Española Emilio Lledó, el socio más antiguo del Ateneo desde 1949, se refirió al Ateneo como «su segunda casa» tras la muerte de su padre un año después y la mudanza de su familia a Andalucía: «Aquí conversé con filósofos como Aristóteles. Necesitaba amistades que me dieron los libros de esta biblioteca. Esos libros me hicieron descubrir lo que era esa relación con el pasado siempre presente».