Manuel Gracia Navarro: «La reforma del Estatuto es necesaria para no perder la posición que tenemos»
Portavoz del Grupo Socialista y presidente de la ponencia parlamentaria para la reforma del Estatuto de Autonomía. Dice que en más de la mitad de los asuntos abordados existe consenso, y que la dificultad está en conjugar el interés de los que quieren forzar el techo de la Constitución con el de los que aspiran a situarse al límite de lo que marca la Carta Magna
SEVILLA. Cordobés (Peñarroya, 1946), diputado andaluz desde 1982, ex consejero de Educación, de la Presidencia y de Gobernación, Manuel Gracia sustituyó en septiembre de 2004 a José Caballos como portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento, y en esa condición preside la ponencia que en ... la Cámara autonómica aborda desde hace nueve meses la reforma del Estatuto de Autonomía. Admite que se trata de un proceso «histórico», aunque con un grado de trascendencia menor que el protagonizado por los redactores, veinticinco años atrás, del Estatuto de Carmona actualmente en vigor. «En importancia -subraya- va inmediatamente detrás».
-¿El nuevo Estatuto se va a parecer mucho al, por así decirlo, hermano mayor?
-La impresión que yo tengo es que la reforma, en algunos aspectos va a ser de mucho contenido, pero en lo sustancial no va a alterar algunas características del actual. Será respetuoso con la Constitución, se situará al borde máximo del techo de las competencias que permite la Carta Magna, al igual que se hizo hace veinticinco años, y en algunos contenidos se vana experimentar cambios importantes. La parte programática, el título preliminar, se va a llenar de contenidos nuevos. Habrá un título de derechos sociales que va a marcar mucho el sentido de esta reforma. Y luego están todos los temas que tienen que ver con las relaciones de la Comunidad con Europa, que son también novedosos. La reforma del Estatuto no va a ser ni cosmética ni rupturista. Se hace desde la óptica de que el Estatuto actual ha funcionado muy bien, y que por tanto no hay que volverlo del revés.
-¿Era realmente necesario y oportuno impulsar este proceso?
-Que es necesario a estas alturas casi todo el mundo lo acepta. Incluso quienes no lo veían así hace algún tiempo ya están asumiendo que Andalucía debe estar atenta a lo que pasa en otras comunidades autónomas. Y aunque sólo fuera por eso, ya sería necesaria la reforma para no perder la posición que tenemos. Además hay otros motivos de fondo. Veinticinco años no es una cifra mágica, pero es un tiempo suficiente de rodaje para una norma, y un periodo en el que ha cambiado mucho la sociedad andaluza, que obliga a adaptar el Estatuto a esa nueva realidad. El hecho de que tengamos que abordar el fenómeno de la inmigración hace que tengamos que modificar el Estatuto, o los cambios que se han producido en la UE.
-El presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ha comentado que en muchas comunidades el interés por la reforma de los estatutos sólo existe en una veintena de personas, y que él personalmente no iba a modificar el extremeño. También cuando se abrió el debate de la reforma, el PP andaluz apuntaba que no había un clamor que justificaran los cambios...
-Rodríguez Ibarra está en su derecho de no reformar el Estatuto de Extremadura, y si la sociedad extremeña piensa igual es absolutamente legítimo y hay que respetarlo. Yo estuve recientemente en Granada en un acto sobre la propuesta de reforma del Estatuto de Andalucía, en la Facultad de Ciencias Política, y allí había mucho más que una veintena de personas. En cuanto al discurso del PP y de Javier Arenas, sobre que aquí no hay un problema autonómico, la reforma no se plantea porque haya un problema que necesita una respuesta. En Cataluña cuando la gente tapea en el barrio gótico tampoco se dedica a hablar de la reforma del Estatuto. Pero sí cuenta con unos medios de comunicación catalanistas donde se refleja este tema mucho más que en Andalucía.
-¿El ritmo de los trabajos de la ponencia que usted preside es el adecuado?
-El ritmo que se sigue está bien, con dos reuniones semanales, salvo la del Corpus. Todos los grupos estamos haciendo un trabajo correcto. Y en cuanto a los contenidos, el propósito en esta primera fase no era entrar a «negociar» los grandes temas, sino constatar el material que había y eso lo hemos conseguido. Por encima del cincuenta por ciento de los asuntos que se han tocado hay acuerdo, y ya tenemos localizados los elementos donde se producen las discrepancias, como son los que afectan a la adecuación a la Constitución. Hay dos posiciones de partida, los que están más por forzar el techo constitucional, y los que estamos por situarnos en ese techo. Y luego están las cuestiones de organización territorial, y nuestro trabajo ha abierto un espacio.
-¿En qué sentido?
-Se ha decidido incluir un título sobre organización territorial, donde se hable de descentralización, de transferencia de competencias a los ayuntamientos, de suficiencia financiera para las corporaciones locales, al tiempo que se ha abierto la puerta a la cesión de tributos de ingresos propios de la Comunidad. Sobre eso hay un nivel mínimo de consenso, que habrá que profundizar. También ha habido acuerdo, con la reserva del PP, en torno al título de los derechos sociales. No obstante, todavía queda mucho camino por recorrer.
-Duración del mandato del presidente de la Junta, la no coincidencia de las elecciones autonómicas con otros comicios y la definición de Andalucía son puntos discrepantes. ¿Se solventarán?
-Las dos primeras cuestiones no tienen que ver con lo que son los grandes temas de la reforma. Son absolutamente tangenciales. Si los introdujéramos en nuestra reforma serían exóticos. En España no hay normas donde se limiten los mandatos de los presidentes de Gobierno ni donde se prohíba la coincidencia de dos elecciones. Por lo que respecta a la denominación de Andalucía, sí es importante por lo que tiene de carga simbólica. Lo que está claro es que si la definición no arrastra consecuencias de agravio comparativo en relación con ninguna otra Comunidad, ese tema perdería mucha carga, y no habría tanta dificultad para ponernos de acuerdo. Pienso que podemos dar un paso hacia algo más de lo que se hizo en el Estatuto de Carmona, a través de una vía en la que no nos definamos de una forma tan tortuosa como lo hace la norma actual, y tampoco podemos optar por una definición que la mayoría de los andaluces no compartan. En Andalucía la opinión de la calle no es que porque nos llamemos nación o comunidad nacional vayamos a ser más de lo que somos. No hay un problema de identidad en Andalucía. Nos sentimos muy españoles porque somos muy andaluces.
-Andalucía está obsesionada con Cataluña en la reforma del Estatuto y el presidente de la Junta un día sí y otro no «regañar al tripartito. ¿Está de acuerdo con esta apreciación?
-La realidad es que los demás también juegan. Hay un modelo, el del tripartito; otro es el valenciano, y está el nuestro. Andalucía no está en la estela de Cataluña, pero cuando uno toma una iniciativa, por ejemplo sobre la financiación autonómica, los demás se posicionan. Manuel Chaves no se ha posicionado tanto en su condición de presidente del PSOE como en la de presidente de la Junta. Andalucía no puede consentir que se adopte de forma unilateral un sistema de financiación que perjudique sus intereses. Y eso no es tener ganas de reñirle a nadie, eso es defender nuestros intereses.
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