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La polémica del Sagrado Corazón

el mirador

Si siguen rebajando el valor de las ofensas a las creencias religiosas, llegará un momento en que ya no les va a divertir ofender a los creyentes. Y para algunos ofenderlos es, infantilmente, su gran diversión

El Gobierno se propone modificar el artículo del Código Penal que se refiere a la ofensa de las creencias religiosas. Salen así al paso de «los ultras» que se han ofendido por la bobada de una tal Lalachus –la llaman humorista, generosamente– convirtiendo la vaca ... de un programa de TV en el Sagrado Corazón. Para este Gobierno, quien no está con ellos, es «ultra»; o sea, la mayoría de españoles en edad adulta. Por lo demás, no se entiende bien esa iniciativa: si siguen rebajando el valor de las ofensas a las creencias religiosas, llegará un momento en que ya no les va a divertir ofender a los creyentes. Y para algunos ofenderlos es, infantilmente, su gran diversión.

A mí desde luego esto no me ofende. En definitiva ofende quien puede, no quien quiere, y la tal Lalachus no podría ofenderme ni con esta mamarrachada ni con ninguna otra… y tampoco comparto con el arzobispo de Sevilla darle el gusto de que nada menos que el arzobispo de Sevilla se pronuncie sobre la mamarracha en cuestión. Este asunto merece sólo respuestas desdeñosamente irónicas sobre la ridiculez y la impostura de quienes además proclaman que lo de la tal Lalachus ha sido una provocación valiente. Y esto sí que es cómico, pero que muy cómico. Provocador hubiera sido sacar a la vaca con la iconografía de Mahoma o con un burka, prenda contra mujeres que se juegan la vida por la libertad religiosa; pero esto es una tontada infantiloide. Y no es raro. Los ateos o agnósticos no tienen ninguna necesidad de ofender las creencias de nadie; pero a los tontos, en cambio, les apasiona.

Por demás, este Gobierno empeñado en considerar cualquier ofensa a un colectivo como delito de odio, quiere que las ofensas a los creyentes sean una excepción y no se consideren ofensivas sino chistes. En fin, esto sólo retrata el nivel de inanidad intelectual y la arbitrariedad liberticida del actual PSOE. Por eso paga el chiste con dinero público, y a diferencia de Francia, donde se pidió disculpas por una broma inadecuada que ofendía a los creyentes en la inauguración de los JJOO de París, aquí llaman fachas a los creyentes molestos. Y se ven como provocadores atrevidos. De verdad, qué cosa más ridícula.

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