El 4D y la pataleta de la izquierda

La conmemoración de las marchas masivas del 4D, tan transversales en sus reivindicaciones, quedó en segundísimo plano. De ahí que la idea de Rojas Marcos fuese un acierto y Juanma Moreno intuyó esa oportunidad muy bien y la hizo suya. El único problema, quizá, es que la hizo demasiado suya, con una impronta presidencialista que no se corresponde con el espíritu de la conmemoración.

De modo que después de dos años, cuando ya se ha podido constatar el acierto del 4D como decíamos, hay perspectiva para considerar que tal vez encaje mejor en el Parlamento para proyectar aquella transversalidad o casi mejor en lugares itinerantes de Andalucía –el 4D, al cabo, explotó en todo el territorio– más allá del protagonismo lógico del presidente que representa a todos los andaluces.

De hecho, si algo demuestra el acierto de celebrar el 4D es lo mal que lleva la oposición esta fecha, con críticas y desplantes cada vez más enrabietados, más absurdamente desproporcionados y faltones.

Queda claro en esas pataletas de la izquierda, y sobre todo de la extrema izquierda que siempre reivindicó esta fecha, cuánto se les atraganta que Juanma Moreno recogiera el guante a Rojas Marcos, líder histórico del andalucismo. No pueden disimular lo que les revienta que un Gobierno del PP haya hecho del 4D un día de todos. Ellos sienten que es una fecha propia. Esto retrata bien el sectarismo miope con que se desenvuelven pero además, medio siglo después, retrata hasta qué punto están anclados en una realidad trasnochada. Por eso no celebran que Andalucía se pueda reconocer, colectivamente, en sus símbolos. La miopía de la derecha durante aquellos años la ha heredado ahora la izquierda.