Los vecinos de Fátima y el solar de la cárcel: «Llevan dando largas no sé cuántos años; y mientras, es un váter de perros»

La prisión fue derribada en 2005. Desde entonces el solar permanece a la espera. Todo parecía indicar que ésta iba a concluir este año, pues en febrero se ultimaba la adjudicación a una empresa. Sin embargo, la única constructora que se presentó al concurso, la cordobesa Jícar, no llegó a firmar nada por desajustes en los precios originales y actuales. Vuelta a ermpezar.

«En Córdoba no se acaba nada», afirma con sorna el presidente de la Asociación de Vecinos Amanecer de Fátima, Paco Bellido, quien observa con resignación el atraso en las obras. «Nosotros, como asociación de vecinos, hemos llegado al límite de lo que podemos hacer, sólo podemos esperar a que empiecen las obras lo antes posible», aclara Bellido. Su asociación se ha reunido muchas veces con el Ayuntamiento, pero lo ven de manos atadas si no es Instituciones Penitenciarias quien da el paso y termina urbanizando.

En el pabellón deportivo municipal de Fátima, muy cerca del solar, Pepi y Paco, también vecinos de la zona, aguardan el turno para entrar a una de las clases deportivas. «Llevan dando largas no sé cuántos años, y mientras tanto el sitio se ha convertido en el váter de perros de la zona», apostillan. Lo cierto es que durante la mañana se ve a muchas personas que llevan a su mascota al lugar, convertido en un descampado con matorrales secos.

María Martín es precisamente una de esas jóvenes paseantes. «Yo creo que a los vecinos les daría igual ya que no se hiciesen los pisos y que preferirían un parque al lado de los otros». Esta vecina se refiere tanto a la zona ajardinada que hay en la avenida de Blas Infante como al cercano Parque de Levante.

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De la antigua prisión queda solamente parte de la estructura de entrada convertida en centro cívico. Al lado, en la confluencia entre Mahatma Ghandi y Nuestra Señora de la Merced, hay otra pequeña zona ajardinada. Antonio Caballero reposa en un banco junto a su pequeño Yorshire. Recuerda perfectamente el día del derribo de la cárcel. «El retraso en las obras es lo mismo que pasa con la Ronda Norte o con el Marrubial, una cuestión de desgana», apunta. Su vecino de banco, Andrés Rubiales rubrica: «No hay interés ninguno y nadie rinde cuentas».

Gertru González viene desde Carlos III casi todos los días a las panaderías que hay en la calle Guaraní, y despacha la cuestión con un clásico: «Todos los políticos son iguales». Al lado, otro vecino del barrio, que prefiere no decir su nombre para la ocasión, apunta que «si alguien ganase con los bloques ya estaría construido». Da la sensación en Fátima de que no se concede una trascendental importancia a un proyecto que se ha dado por clasificado en esa carpeta de obras del murallón.