Pasión en Córdoba
El plante por una mejora salarial que dejó en San Hipólito a la Reina de los Mártires de Córdoba
La petición de 500 pesetas más de una cuadrilla profesional hizo imposible que el palio de la Buena Muerte recorriera las calles en 1978
La Buena Muerte hace de un evangeliario antiguo su libro de reglas para la Madrugada de Córdoba
La de la Expiración, la primera cuadrilla de hermanos costaleros de Córdoba en 1975
Córdoba
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Iniciar sesión«Yo viví el plante a la Reina de los Mártires», dice Rafael Muñoz Cruz en medio de una conversación sobre costaleros. Los que lo vivieron no lo olvidan y los que apenas habían nacido quizá oyeran hablar de la Madrugada en que la ... Buena Muerte sólo pudo salir con el Cristo, porque no hubo costaleros bastantes para llevar a la Virgen.
Era el año 1978 y la forma de llevar los pasos de la Semana Santa de Córdoba y toda Andalucía había empezado a cambiar. En 1975 la Expiración había creado la primera cuadrilla de hermanos costaleros, con Rafael Muñoz Serrano al mando, y el nuevo modelo empezaba a crecer con éxito.
Las imágenes de la Buena Muerte en la Madrugada
Fran PérezLa cofradía impregna las calles de su belleza y de la fidelidad a su forma de ser
Desde la fundación de la hermandad, Nuestra Señora Reina de los Mártires había ido a hombros de costaleros profesionales. En 1978 tenía que hacer el trabajo la cuadrilla de Rafael Muñoz. Su hijo, Rafael Muñoz Cruz, iba de contraguía. El contrato se había cerrado en 2.000 pesetas para cada uno, pero a última hora, los costaleros pidieron más.
«Querían 500 pesetas más y se plantaron delante del Gran Teatro», recuerda el que luego sería un reconocido capataz de las hermandades de Córdoba. Lo curioso del caso es que la hermandad estaba dispuesta dar esa cantidad de diferencia «como propina» al terminar la estación de penitencia, pero en esas condiciones, con la cuadrilla sublevada, no era cuestión de ceder.
Refuerzos
La cofradía no consintió aquella posición poco antes de la estación de penitencia y dio por roto el acuerdo. En aquellos años no había móviles, pero los costaleros que permanecieron y que aceptaban las 2.000 pesetas llamaron a otros. «Llegaron otros profesionales y chavales jóvenes, que habían empezado a conocer el oficio», relata Rafael Muñoz.
La situación pareció haberse salvado, pero la salida de la Reina de los Mártires era complicada. Para salir de San Hipólito el paso lo hacía al nivel del suelo, y después se subía con un sistema de poleas y cadenas muy complejo y pesado.
«Eran cadenas muy gruesas, que rodeaban todo el paso, y que añadían todavía más peso», relata Rafael Muñoz, que cuenta cómo «se pagaba a dos hombres para mover las manivelas» con que subía y bajaba el paso. Y no era poco el peso del trono, con la completa orfebrería de Jesús Domínguez y los bordados en oro (metal, al fin y al cabo) de Esperanza Elena Caro.
Aquellos «chavales», rememora el capataz, sacaron el paso, pero al salir e intentar subirlo comprendieron que no podrían asumir un peso enorme que necesitaba más hombres y otra preparación. La Virgen volvió a San Hipólito y allí se quedo.
La Virgen llegó a salir, pero el pesado sistema de poleas y cadenas para subir y bajar añadía una dificultad que impidó continuar a quienes iban a ayudar
Antonio Varo cuenta en su libro 'El cirio perdido' la sorpresa que para los cofrades fue comprobar que la hermandad venía con un solo paso, el del Cristo de la Buena Muerte, y sobre todo que no se supiera de forma oficial, menos en una cofradía de silencio, qué había pasado.
También supuso un retraso considerable, de alrededor de una hora, y un hecho que aceleró la transición entre los viejos costaleros y los nuevos, los llamados hermanos, que ya habían aparecido, pero que se multiplicaban por aquellos años. Poco después la Reina de los Mártires tendría su cuadrilla propia para salir por las calles de Córdoba.
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