Pasión en Córdoba
Los capataces y la práctica religiosa de los costaleros de Córdoba: «No hay que criticarlos, sino aprovechar que se acercan»
Creen que el número de personas que asisten a cultos no es malo en comparación con la sociedad
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Los capataces eligen ver el vaso medio lleno, o incluso más. El dato de que dos tercios de los costaleros de Córdoba no frecuentan los sacramentos ni el culto católico es para quienes están al frente de las cuadrillas una oportunidad para atraerlos y sobre todo un hilo que los une con la Iglesia. ABC ha hablado con ellos.
David Pinto, que este domingo se pone al frente de la Custodia en el Corpus Christi de Córdoba, ha ejercido en pasos como el del Señor del Calvario o el de los Afligidos de Puente Genil, asegura que las conclusiones del estudio realizado por Instituto de Estudio de Investigación Concepto no le ha sorprendido.
«Habíamos notado que muchos tienen una falta de conocimiento litúrgico y del sacramento muy grande. Es normal, porque nunca se acercan a la iglesia, salvo para todas esas cosas que tienen que ver con la cuadrilla», dice. Aquí llega la primera oportunidad para las cofradías, y es la de atraerlos a la fe.
«En Córdoba, por ejemplo, lo hace Antonio Evans, el párroco de San Nicolás», cuenta. «Es algo que va calando y creo que es lo que deberíamos hacer las cofradías, los consiliarios y la Agrupación, con los jóvenes que se acercan. No criticar, sino aprovechar que vienen», resalta.
¿Y es importante que un costalero sea creyente? Para el trabajo físico, desde luego que no. «La fe no aporta técnica, fuerza ni sacrificio», resume. David Pinto es descendiente de una familia de capataces de faeneros, entre los que estuvo su abuelo, Rafael Sáez.
«No eran creyentes y estaban en las cuadrillas de faeneros, que se formaban en las lonjas, donde trabajaban en la carga y descarga. Y trabajaban como el que más», recuerda.
«Lo habíamos notado, pero con pequeñas charlas se le puede invitar a que se integre en la comunidad cristiana»
David Pinto
Capataz
Para él, la mayoría de los costaleros que hoy llevan los pasos de las hermandades de Córdoba sí que son creyentes y devotos de sus titulares. La pregunta, para él, es si deberían ser practicantes. En su caso, explicó que muchas veces procura salir justo después de confesarse.
Por eso piensa que las hermandades deberían promover actividades que acerquen a la 'gente de abajo' a la fe y a la práctica religiosa. Por ejemplo, con pequeñas charlas, que no sólo lo consideren como «el que viene a hacer un trabajo y ya está».
Es la forma de «ayudarle a que se integre en la comunidad cristiana». Porque insiste en que en muchas ocasiones, en una sociedad cada vez más secularizada, «el punto que tiene un joven para acercarse a la fe es la hermandad y es la cuadrilla». Ese es el reto.
Comparación
David Pinto explica que puede ser el momento de que el costalero se acerque a la eucaristía, incluso a la adoración, porque muchas hermandades son sacramentales, y se le haga ver «lo importante que es eso para el alma, para el ser humano y su parte más trascendental». Y eso «no porque sea costalero, sino porque se acerca a una hermandad».
Con todo, para él es un logro, porque poco más del 11 por ciento de los españoles se confiesa ahora católico practicante y frente al resto del país, en que muchas iglesias están vacías, en Andalucía sí que atraen las hermandades a gente joven.
José Alarcón, capataz de la Virgen de los Dolores y del misterio de la Presentación al Pueblo, también cree que es una forma de acercarse, y pide tener en cuenta la edad, y el hecho de que muchas personas no se preocupan por las cuestiones de la trascendencia hasta que no llegan a una edad más madura.
«Un chaval joven piensa en su novia, en su carrera, y parece que no tiene el momento para la vida religiosa. Y cuando se hacen mayores y van madurando, sí que lo hacen», revela. Él mismo no actuaba igual con 19 años que ahora, con 60.
Los capataces ayudan a que lo comprendan. Por ejemplo, él es capataz del paso del Corpus Christi que la hermandad de la Presentación saca por el barrio de Cañero, y se ocupa de explicar que «el Santísimo es Dios de verdad, que la imagen de madera es una representación». No es fácil por lo abstracto, pero es lo que tiene que enseñar.
«Las hermandades son un camino para que llegue a Dios gente que a lo peor no hubiera llegado nunca»
José Alarcón
Capataz
Sí, es cierto que hay chavales que con 18 años ya se acercan a la Iglesia, y que están pegados a la hermandad, aunque es la vida quien va acercando. Más de un caso conoce de costaleros que decían no ser creyentes y al llegar una situación de apuro se volvieron a la imagen a la que llevaba para pedirle ayuda.
«Una de las grandes virtudes de las hermandades es que son un camino para que llegue a Dios gente que tal vez no hubiera llegado nunca», afirmó José Alarcón, que insiste en que no tiene que ser una obligación la asistencia al culto, sino una invitación y un ofrecimiento, pero que puede dar fruto.
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