EL NORTE DEL SUR
Más moral que el Alcoyano
El aficionado educado de al lado se va cabreando poco a poco y ni su hijo le reconoce
El calor, el nuevo hándicap para el Córdoba CF y sus aficionados
Córdoba
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Iniciar sesiónEl aficionado es un ser heroico que padece estoico el solano de la sobremesa con el marcador que no se mueve y también otro que puede llevar dentro a un demonio enfebrecido por la ira y por la derrota a destiempo que en cualquier ... momento se transforma y esparce por campo más improperios de los que le caben en su torso menudo enfundado en una camiseta de su equipo que le está chica.
El Córdoba CF se atraganta con el Alcoyano (0-1)
Juan Carlos JiménezEl conjunto blanquiverde encaja un gol en el último suspiro mismo y da un paso atrás en la pelea por la primera plaza
La frontera entre la sana e infinita pasión por sus colores y el forofo despechado y maleducado es tan líquida como las gotas de sudor que corren por los hermanos pobres de la hinchada que soportan el calor insolente de mediados de abril en las localidades más económicas. El tipo que está a tu lado y que parece un paisano correcto y cortés, un padre de familia apacible y cariñoso que le enseña a su hijo qué es el fuera de juego y por qué el árbitro ha sacado una amarilla y no una roja, le aplaude a Koki con la candidez del niño que fue y que le sonreía a los payasos de la tele y hasta coreaba sus canciones, pero se va cabreando poco a poco, conforme pasan los minutos y llega el descanso y luego sigue el partido y la pelota no entra, porque los suyos no llegan a la portería o porque llegan mal, no aciertan, porque los otros amenazan y le meten miedo a uno en el cuerpo aunque tampoco atinan y mira que lo tienen a huevo.
Tú, qué eres casi nuevo en esto, te vas dando cuenta de la metamorfosis de quien está sentado a tu lado, y hasta su retoño te está ya mirando a ti, un extraño, con cara de no reconocer a su padre, a la bestia parda en la que se ha convertido y a la que ya, a estas alturas del encuentro en las que lo da todo por perdido, apenas habla de fútbol, porque ve venir el naufragio, sino de los crímenes de Sagunto, del nivel de los pantanos, de la primera comunión que tienen mañana, de la manía del bar del estadio de quitarle los tapones a las pepsicolas, de la ansiedad que te entra porque ni siquiera te dejan fumar en la grada. Eso dice. El hombre se va antes de que el colegiado, a quien camino del vomitorio le dedica un par de lindezas envenenadas sin ni siquiera volver la vista, pite el final. El Alcoyano marca. El niño, en las escaleras, escucha el grito de decepción y hace por regresar a su asiento. El padre le pega un tirón del brazo. A casa, le ordena.
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