PASAR EL RATO

Humillados y despreciados

Bolaños es moralmente blandito, suave al tacto político de su jefe, como un perrillo sonriente con estudios

José Javier Amorós: 'Solos y mal acompañados'

Córdoba

27/05/2025 a las 07:41h.

El torbellino de la Feria llena Córdoba de gracia y de colores, y toda la ciudad gira al aire flamenco de su vuelo. Como la Feria tiene quien la cante con buena voz, dedicaré este artículo a las sombras, para que no ... perdamos la perspectiva de nuestro destino después de la Feria. Este artículo se recrea en el mal, que es más literario que el bien. Canto al minúsculo ministro de Justicia, Bolaños Siseñor, una vulgaridad con ínfulas, que dejará en la historia la misma huella que un cubito de hielo en la Feria de Córdoba.

Vive de las migajas del desprecio de su señor. Como todos sus compañeros del superfluo Consejo de Ministros. Humillados y despreciados. Confírmelo la pájara Robles, que es magistrada. Bolaños es moralmente blandito, suave al tacto político de su jefe, como un perrillo sonriente con estudios. Nadie lo oyó nunca discrepar en la noche unánime del sanchismo. Es un mecanismo gubernativo con apariencia humana, diseñado para ir detrás del amo con un capazo en el que recoge y decora sus desperdicios: la cátedra conyugal, la sinfónica fraternal, la revelación de secretos fiscal, la amnistía constitucional, aviones, hidrocarburos, mascarillas, la dulce Delcy, todo lo que el señorito toca y contamina y que él contempla con ojos embelesados de novicia. Es el más nauseabundo de los aduladores del Consejo de Ministros, un órgano compuesto exclusivamente por servilones profesionales, porque pretende darle una fundamentación jurídica a las inmoralidades del jefe. Le pasa como a Conde Pumpido, que no se conforma con ser un miserable corriente. Ya escribí sobre él hace unos meses, pero aquel artículo estaba incompleto porque no incluía el asco. Tiene una dignidad resbaladiza de babosa. Si sigue envileciéndose así, incluso los que hoy le quieren irán a escupir sobre su tumba.

El único mérito de Pedro Sánchez, y no pequeño, aunque no sea original, es haber creado a su alrededor una sociedad de esclavos, sin más autonomía que obedecerle y temerle. Ha anulado la voluntad, la libertad y la dignidad de un buen número de españoles. Ese servicio a España lo recogerá la historia. Con él han alcanzado categoría política los tres primeros pecados capitales de la religión católica: soberbia, avaricia y lujuria. ¿De qué laicismo presume esta gente?

Acabarán como Enrique IV en Canosa, descalzos y vestidos de saco, implorando la absolución papal por sus excesos. Es de justicia reconocer que mientras Pedro Sánchez hace daño, que es hacer algo, Núñez Feijóo y Abascal hacen el ridículo. Como el presidente del Gobierno carece de sutileza intelectual, desconoce que la peor rebelión es la de los esclavos, que acaban exhibiendo por las calles la cabeza del amo pinchada en una vara de picador. Ábalos torero ha puesto la vara de picar. Que caiga la cabeza es cuestión de tiempo. Y de asco.