El lobo demográfico

En la foto Córdoba se aproxima ya a los territorios donde el relato de la España vaciada puebla, eso sí, reportajes, estudios de los 'think-tank' y hasta partidos autóctonos que invocan el sentido de pertenencia y factura pendiente a la hora de emitir su voto. 'Cosas veredes, amigo Sancho'.

Es un bucle melancólico, una sangría sigilosa pero certera que va lascando las magras demografías de otros tiempos. Y que ya no se queda en el discurso instalado de los pueblos del norte, sino que como una buena mancha de aceite se va extendiendo sin paliativos. Dentro de tres lustros, es decir, a la vuelta de la esquina, uno de cada tres cordobeses tendrá más de 65 años en una trama económica donde el campo y el turismo, los sectores bandera, con su temporalidad y volatilidad, seguirán siendo los pilares para sostener prestaciones y subsidios.

En una provincia, además, como publicaba ABC hace unos días, en la que la renta por habitante del 60 por ciento de los pueblos depende precisamente de la vía pública en casi la mitad de sus justitos ingresos.

Ya no es cosa de pequeños pueblos, el umbral ha pasado a poblaciones de dos a cinco mil empadronados que viven de la agricultura maltrecha por campañas y de las obras del Profea o los 'chapuces' la otra parte del tiempo, más los subsidios. No hay reposición demográfica porque los jóvenes se marchan y la inmigración no es el salvavidas que sí se pronostica para el conjunto de España -aunque sí que permiten hoy sacar adelante los tajos de la aceituna, los ajos o la naranja, entre otros-. Menos niños, más ancianos, más decrecimiento vegetativo e invierno demográfico...

Hora es de no tomárselo a chufla o dar recetas demagógicas a este asunto. No hay varitas mágicas, pero sí prioridades.