Córdoba tiene agua para dos años con el escenario más negativo posible

La realidad del abastecimiento, hoy, es que Córdoba tiene un margen de unos dos años aproximadamente contando con que se mantengan los niveles de consumo y que no caiga ni gota. Una de las claves que hay que contemplar es que Emacsa vende cada vez menos agua porque se usa menos recurso. Y ello es posible por conciencia ciudadana pero, sobre todo, por mejoras tecnológicas y de infraestructuras tanto en usuario final como en la red intermediaria.

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Emacsa presume de contar con una de las redes de distribución con menos pérdidas de agua. El 7% que se considera merma técnica (la que no se puede evitar) se convierte en un 10% en el caso de Córdoba y cerca de un 20% en la media del sector. El cambio de tuberías antiguas por otras más modernas es clave y la ciudad de Córdoba lleva años gastando millones de euros.

En Córdoba hay cosas que funcionan bien y mal pero, desde antes de la democracia, la inversión en agua ha sido casi una obsesión de todos los alcaldes. Y la disposición para enfrentarse a una sequía no es la misma en ciudades que no cuentan con infraestructura básica que quienes sí se han dedicado a ello. En los inicios de la democracia, al agua se le llamaba Fino Anguita por su alto precio, tarifas que sostenían unas necesarias inversiones.

El discurso del presidente de la Junta de Andalucía, explican en Emacsa, muy probablemente esté basado en los tres hectómetros cúbicos al mes que se consumen en la ciudad (posteriormente se limpian y acaban en el río: se llama ciclo integral del agua) por los algo más de cuarenta hectómetros cúbicos que se guardan en el pantano del Guadalmellato, que es donde habitualmente se capta el agua, entre otras cuestiones, por su gran calidad de sabor y olor. Si se tiene en cuenta que un embalse no se puede vaciar del todo, salen las cuentas de menos de un año en ausencia total de lluvias.

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La cuestión diferencial es que la ciudad de Córdoba no depende exclusivamente del embalse del Guadalmellato para el abastecimiento. Es la fuente primaria que comparte con una pequeña comunidad de regantes y pare usted de contar. Ni siquiera todos los barrios de Córdoba hacen uso de sus aguas ya que Cerro Muriano se abastece, por el momento, del pantano de Guadanuño, que se encuentra el 55 por ciento de su capacidad total de llenado, según los partes diarios que, casi en tiempo real, difunde la CHG.

En condiciones de dificultad, Emacsa ha hecho uso del agua de San Rafael de Navallana, que pertenece al sistema de regulación general. Y esa es la pieza que ha tenido tranquilas a las autoridades municipales. El agua no es tan buena pero ciertamente es una tranquilidad, explican en Emacsa, disponer de una doble ficha a activar en el supuesto de tener que tirar de un embalse que, según el último parte diario, acumula 58,7 hectómetros cúbicos. lo que supera un tercio de su capacidad total. En estos momentos, se consume en Córdoba agua mezclada de los dos pantanos.

Hay una tercera actuación que se puede adoptar en caso de que la sequía supere el concepto de pertinaz hasta llegar a otra cosa de máximo riesgo. Y es captar agua directamente del Guadalquivir por bombeo hasta San Rafael de Navallana que es el que, por cota, se encuentra más cerca del cauce. No es una medida habitual porque la política general es la de preservar el cauce ecológico del Guadalquivir, muy mermado por la ausencia de lluvias. Además, el agua es de mucha menor calidad que la que se consigue de las dos fuentes primarias de abastecimiento.

No obstante, es una posibilidad que se llegó a usar en la gran sequía de mediados de los noventa que generó una fenomenal polémica política ante la negativa del Ayuntamiento de Córdoba de cortar el agua como exigían la delegada del Gobierno, Amparo Rubiales, y el presidente de la Junta, Manuel Chaves, por solidaridad con otras ciudades como Sevilla, que estaban en una situación crítica. Emacsa siempre sostuvo que el acopio de agua que realizan los ciudadanos supone más gasto inútil que el que se consigue con cortes totales. Además, pidió que se tuvieran en cuenta las pérdidas por roturas en la red producto de cortar y restaurar el servicio. El asunto se solucionó solo: volvió a llover y en abundancia.

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En estos momentos, Emacsa aplica un procedimiento de ahorro con el objetivo de reducir aún más un consumo que no está condicionado ni por grandes zonas de riego ni por grandes clientes industriales. La campaña pretende alcanzar una reducción del cinco por ciento de lo que se consume habitualmente con el propósito de que lo que hay en los pantanos dure el mayor tiempo posible.

La mayor parte de las medidas se centran en cuestiones que no tienen que ver con el abastecimiento de las casas y los negocios como suspender el uso de la mayor parte de las fuentes públicas, el riego de las calles mediante medios mecánicos y determinadas acciones con grandes clientes que tienen margen en su cadena productiva de reducir el uso de agua.