gastronomía

Bar Lucas: ¿Ha cerrado para siempre el 'templo' de los perritos calientes en Córdoba?

El popular establecimiento lleva cerca de un mes con las persianas bajadas

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Fachada del Bar Lucas en una imagen de archivo V.M.

Juan Palma

Córdoba

Poco tiempo después de superar el ecuador del siglo XX, se fundó el que para varias generaciones ha sido y sigue siendo el mejor establecimiento de perritos calientes de Córdoba. Se trata del bar Lucas. Este legendario local, que lleva más de medio siglo ... sirviendo su plato estrella, va camino de un mes sin abrir sus puertas, lo que ha generado todo tipo de especulaciones.

En redes sociales algunos aseguran, con cierto atrevimiento, que «no volverá a abrir». Otros manifiestan que «el Centro se queda huérfano», mientras que hay quien señala que se trata de algo temporal.

Según ha podido saber este periódico de fuentes próximas al establecimiento, el señero Bar Lucas de la calle Valladares volverá a abrir «en próximas fechas». Rafael Gómez, su dueño e hijo del primer propietario que da nombre al bar, ha enfrentado ciertos problemas de salud que lo han mantenido lejos de la barra, y de los que ya se está reponiendo satisfactoriamente. No obstante, su intención es regresar con más fuerza y seguir sirviendo sus deliciosos bocadillos.

Pese a contar con una oferta variada de comidas, la fama del bar Lucas ha sido reconocida siempre por sus populares perritos. Aquellos que después de tantos años ha acabado por abastecer a escolares, trabajadores y a los parroquianos, que han convertido este local en su segunda casa.

¿Y qué tienen de especial los perritos del Lucas? Por un lado, y como comentó Rafael en una entrevista a ABC Córdoba, está su salsa de tomate casera, que da un toque único al bocadillo. Las salchichas de la casa Crismona no han cambiado desde que abriera el local. Pero lo más peculiar y su sello distintivo es el pan: un bollo que nada tiene que ver con el típico pan dulce en el que se suelen servir los perritos calientes.

A todo ello se suma el buen hacer culinario y hospitalidad de Rafael y de su mujer, María Aguilera. La tradición y el boca a boca de abuelos a nietos ha agrandado la popularidad de este bar, que dentro de poco volverá a servir sus ansiados bocadillos. Y es que el gusto por el perrito de Lucas es algo que se hereda.

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