Análisis

Cata del Vino Montilla-Moriles: reinventarse o morir de éxito

El crecimiento de este evento en sus casi 40 años de vida en Córdoba a cotas multitudinarias y de calidad en los vinos se topa con la necesidad de un nuevo modelo que revise fecha, ubicación y formato sin huir de su raigambre popular

La Cata del Vino Montilla-Moriles en Córdoba se suspende para revisar su modelo y ubicación

Participantes en la última edición de la Cata del Vino Montilla-Moriles en Los Califas Ángel rodríguez

La suspensión de la Cata del Vino Montilla-Moriles a dos semanas de la fecha prevista de celebración ha dejado un hueco importante en el calendario festivo primaveral de Córdoba, preludio del Mayo Festivo, por la popularidad que arrastra y que en la última ... década venía multiplicando. Cierta sorpresa general, pero también abre la puerta al análisis de los pros y contras que los propios organizadores, los bodegueros y cooperativistas enrolados en el Consejo Regulador Montilla-Moriles, que preside Javier Martín, ya venían poniendo sobre la mesa, y que a la postre han conducido a esta decisión.

El mayor escaparate de promoción de los vinos generosos del marco Montilla-Moriles y los 17 municipios que lo integran en la Campiña y Subbética nació en 1983. Los excedentes de cada campaña encontraban en esta feria popular de degustación en la capital cordobesa una salida interesante. Se trata de unos vinos con mucho mercado local -además de buenos datos exportadores- que encuentran en las tabernas cordobesas a un gran cliente refrendado en esta celebración a punto de cumplir cuarenta años -sólo la pandemia la frenó-.

Esa idea inicial de sacar los excedentes de campaña traía a algunas bodegas y cooperativas de la zona a Córdoba. Desde entonces hasta ahora han ido cambiando las cosas. Primero, los participantes, que han llegado a rozar la treintena en las últimas fechas. Después la ubicación: empezó por el Cuartel de Artillería en Medina Azahara (hoy sede de la Gerencia de Urbanismo), pasó por el Vial Norte en 2009, pero sobre todo ha estado en el aparcamiento anexo de la Diputación de Córdoba, a excepción de 2023, que por las catas arqueológicas ejecutadas para el proyecto de un nuevo edificio en este solar le obligó a su traslado a la plaza de toros Los Califas.

También la propia fecha, puesto que se incluyó en el programa de actos lúdicos del Mayo Festivo cordobés y terminó saltando a abril buscando, precisamente, evitar el solape de citas tan arraigadas y fuertes como las Cruces de Mayo, los Patios y la propia Feria de Nuestra Señora de la Salud. Se convertía así en un preludio perfecto de mayo, contextualizada entre romerías, pero como mayor foco. Hace doce años ya de esta decisión.

La Cata del Vino en el solar de la Diputación hace más de dos décadas Roldán Serrano

Lo que nació sin grandes ambiciones fue consolidándose. Primero desde el agrado de los fieles seguidores de los vinos generesos del marco. Luego se fue abriendo a otras escalas de edad como punto indiscutible de ocio -la exigencia de estos vinos requiere prestancia en el paladar-. La popularización llevaba a sus participantes a echar mano de fiambreras y papeles con avituallamiento para dar rienda suelta al disfrute. La entrada aseguraba una serie de consumiaciones y un catavino de recuerdo, pero no alimento. Fue cuando empezaron a llegar las colas para acceder al recinto de Diputación. A ampliarse los días de celebración: del fin de semana al arranque un jueves y hasta un miércoles por la noche hasta el domingo correspondiente.

Y hace apenas un lustro, la venta de entradas 'online' para poder regular el acceso, evitar las colas y la saturación de público en un espacio limitado. Todo crecía: los módulos de bodegas, el público, las visitas (85.000 por ejemplo en 2017), las ganas, los días... y la restauración añadida; una fórmula que pretendía evitar el autoconsumo en el interior de comida y crear sinergias con la cocina cordobesa, otro tótem siempre bien ligado al fino, el amontillado o los nuevos vinos jóvenes.

El público más joven

En las últimas ediciones, la irrupción de un público cada vez más joven y con diferencias entre ellos servía de motivación. Mientras las bodegas abrían su catálogo a nuevos vinos menos exigentes con el paladar joven que huía hacia otras bebidas, éstos se acercaban a las novedades de la campaña (treintañeros) y los más precoces al calor de la jarana y los 'botellones', que se convirtieron en un problema paralelo. El mediodía lucía para los más duchos en la materia. La noche daba pista libre a los más neófitos. La suma era indiscutible: el aumento de bodegas participantes cada año era la ratificación.

Pero también en estos últimos años, los organizadores, que siempre han tenido el apoyo cerrado del Ayuntamiento, la Diputación y la Junta de Andalucía u otras entidades privadas de peso en la ciudad -solo había que ver la foto inaugural y el corte de cinta donde ya no se cabía alzando el catavinos oficial-, se dejaban un hilo de reflexión y mal sabor de boca que les ha terminado por convencer para reflotar el modelo.

Por lo que ha trascendido como versión oficial del consejo regulador y por lo que han puesto sobre la mesa las bodegas y cooperativas: renovar o morir de éxito. La Cata del Vino Montilla-Moriles no salva balances ni cuentas de resultados pero es un magnífico escaparate de promoción y ahí, precisamente, es donde abunda esta «parada técnica» que busca «nuevos retos y más brillantez», conscientes de que «ha aumentado significativamente el nivel de calidad y excelencia de los vinos y la gastronomía participante». Son algunas de las explicaciones dadas este martes por el marco.

El nuevo formato

La Cata de Vino Montilla-Moriles no muere, pero sí quiere renacer, de ahí que las propias bodegas hayan formado una comisión que va a estudiar ese nuevo formato y una ubicación más propicia -el espacio en Los Califas para el público era menor que en la Diputación, donde, por ahora no es posible regresar-. Incluso un cambio de fecha, que no es descartable tampoco a estas alturas. Se habla de octubre si se da con la tecla, aunque la agenda de otoño en Córdoba está cada vez más llena de eventos como 'segunda temporada' alta turística.

La base de este cambio pivota sobre un formato mixto. Esto es, mantener la raigambre y el atractivo popular por el que miles y miles de personas disfrutan de una gama de vinos cada vez más amplia y de más calidad, pero abrir una senda hacia el formato profesional, donde se den cita operadores gastronómicos, distribuidores, especialistas del mundo 'gourmet' y de los propios vinos para avanzar en calidad y no en cantidad como un producto selecto.

Algo parecido, en mayor escala, a lo que pasa con la Feria Internacional del Turismo (Fitur) donde unos días se dedican a las jornadas de trabajo profesional y negocio y otras en las que las puertas se abren de paren par para cualquier vajero empedernido o curioso.

Las propias bodegas han mejorado, en general, su estructura, más profesional y con más incidencia en el márketing y la promoción, por lo que es normal que revisen todo este tipo de apuestas. Un ejemplo son las rutas de enoturismo pero también las continuas catas específicas en restaurantes y tabernas, así como su paso por grandes ferias comerciales. Y también saben que tan necesarios son los profesionales como los más jóvenes como potenciales clientes de sus vinos.

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