El castillo más alto de España está en este pueblo de Córdoba y tardaron 33 años en construirlo

Con el paso de los siglos son varias las referencias históricas que constaban acerca de sus orígenes, de los cuales a día de hoy se puede afirmar que el actual baluarte fue levantado sobre una fortificación romana y seguidamente musulmana, pasando por ser la residencia de los condes feudales de Belalcázar hasta el día de hoy, cuya propiedad pertenece a la Junta de Andalucía desde 2008 y está considerado un Bien de Interés Cultural (BIC).

El castillo, también etiquetado como el Castillo de los Sotomayor y Zúñiga, destaca por sus numerosas características que combinan estilo, diseño e historia; siendo la más llamativa su imponente torre de 47 metros de altura que le ostenta ser la más alta de la Península Ibérica. Su construcción cuenta con una estructura cuadrangular, muros de granito y ocho torres; además de que llama la atención geográficamente al tener una estratégica ubicación que sirvió de enlace entre el camino a Toledo y Sevilla desde Córdoba.

Pese a que no cuenta con un elevado nivel de fama en comparación con otros monumentos de igual calibre en España, los casi 50 metros de altura le permite disponer de un logro que no se le puede arrebatar.

Además, durante los últimos años, el monumento ha experimentado proyectos para su conservación, los cuales se basaron en la restauración del empedrado de acceso, el desbroce del exterior del enclave o la anunciada instalación de focos luminosos para su acceso nocturno, entre otras novedades.

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Este símbolo de cultura, poder y defensa que domina el paisaje es un atractivo turístico gracias a su historia y su despliegue decorativo, que incluye su arquitectura representativa y funcional como por ejemplo sus ventanas y torres construidas intencionadamente para aumentar la vigilancia del castillo.

El enclave, ubicado a más de una hora de la capital cordobesa, es visitable para grupos mediante visitas guiadas completamente gratuitas; las cuales incluyen un recorrido por el interior y, cómo no, una subida a la emblemática torre. Para los apasionados de la historia es indispensable acudir a Belalcázar como destino de una historia viva en la región.