Reconocimiento
Juan Aranda: «La Semana Santa de Córdoba debe conseguir logros cualitativos, además de cuantitativos»
A la investigación y libros del Cofrade Ejemplar 2025 se debe el conocimiento del nacimiento de la fiesta y de su evolución
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La Semana Santa de Córdoba debe a Juan Aranda Doncel (Castro del Río, 1948) el conocimiento de una parte de su historia que hasta la década de 1990 estaba sepultada en los archivos. Del Cofrade Ejemplar de Córdoba 2025 son decenas de monografías y artículos sobre la historia y origen de las hermandades y de la fiesta.
-Lo han nombrado Cofrade Ejemplar cuando siempre ha insistido en que no es cofrade.
-Pues sí. En realidad esta distinción creo que no ha sido dada por militancia cofrade, sino por el servicio prestado a las cofradías como historiador.
-Porque usted empezó a investigar la historia de las cofradías casi por casualidad, ¿no?
-Fui invitado en 1988 a Zamora como ponente en el primer congreso nacional de cofradías de Semana Santa y fui de compromiso. El organizador era conocido mío y se empeñó. Sin embargo, en ese congreso se me abrió un mundo. Hay una imagen que no se me olvida: un autobús de cofrades de Marrajos de Cartagena y otro autobús también de Cartagena lleno de Californios. Pensé en el poder de convocatoria que tiene esto. Algo tendrá, pensé yo. Y en vista de esto, un año después entro en contacto con las monjas de Jesús Nazareno que estaban poniendo en marcha el proceso de canonización del padre Cristóbal de Santa Catalina, que lo llevaba Manuel Nieto Cumplido. Los dos estuvimos colaborando en esta tarea y yo descubro que tenían completo el archivo de la cofradía de Jesús Nazareno.
-Que era riquísimo.
-Le dije a la superiora general que para dar a conocer la figura del padre Cristóbal había que convocar un congreso de cofradías y lógicamente la advocación tenía que ser Jesús Nazareno. A este congreso internacional, con más de 400 asistentes, vinieron poniéndose de distintos puntos de Italia, Puerto Rico, Perú y República Dominicana. Se hicieron exposiciones y significó una gran proyección de la figura del padre Cristóbal. En la clausura se juntaron cuatro mitras: el obispo de Córdoba (Infantes Florido), el obispo de Badajoz, Monseñor Tagliaferri, nuncio en ese año y también un arzobispo de República Dominicana, que era primado de América. El resultado está ahí: el padre Cristóbal hoy es beato.
-¿Recuerda lo que se conocía de la historia de la Semana Santa de Córdoba y de las cofradías cuando empezó su trabajo?
-La radiografía del momento la da el libro publicado por la Caja Provincial de Ahorros con el título de 'Semana Santa en Córdoba'. Hasta llegar al momento actual se han dado pasos agigantados en este conocimiento. Hay una diferencia abismal. Esto no quiere decir que ya esté todo hecho. El mundo de la historia es muy abierto y va a continuar dando fruto.
«Hay dos modelos originales en Semana Santa: Sevilla y Málaga. Las demás ciudades andaluzas son casi clónicas»
-¿Trevilla, el obispo que redujo todas las procesiones a una sola, fue malo del todo o fue una persona que tuvo buenas intenciones y no le salió bien?
-Hay varias circunstancias en Pedro Antonio de Trevilla. En primer lugar, su cuna, porque era vasco de nacimiento. En segundo lugar, la circunstancia de vaivenes políticos que le tocó vivir. Llega aquí en 1805 y vive de lleno todo el régimen napoleónico. Él rinde pleitesía a José Napoleón I y después fue blanco de las iras de los absolutistas, precisamente por esta contemporización con el régimen bonapartista. ¿Pero qué ocurrió? Debemos tener en cuenta que el apego de las jerarquías a las cofradías no existía. Esa vinculación del mundo cofrade estaba ligado a las órdenes religiosas masculinas. La exclaustración de 1810, la del trienio liberal y ya la última de 1835 dio al traste con esta presencia del clero regular. El decreto de Trevilla de 1820 significa a la potre que Córdoba está sin Semana Santa 30 años. Hay una ruptura con la tradición y es una institución civil, como es el Ayuntamiento que reorganiza la Semana Santa de Córdoba. Es un caso único, no hay ciudad española que la semana santa se deba a una iniciativa municipal.
-¿Cree que a los cofrades de hoy les gustaría la Semana Santa barroca, tan distinta?
-Bueno, no es que les guste ni les disguste. Están imbuidos o zambullidos en una atmósfera totalmente neobarroca. El neobarroco está omnipresente en los pasos, las imágenes, los bordados, la música, el mismo hábito penitencial, la disposición y colocación de velas o flores. Es un mundo neobarroco que se divide en dos modelos que podemos definir como originales, que es Sevilla y Málaga. El resto de Andalucía casi es una Semana Santa clónica en el medio urbano. Fuera del medio urbano la situación es distinta. En Córdoba, en los pueblos, al no haber ruptura con la tradición, se oponen a las novedades y ahí tenemos los casos de Baena o Puente Genil, que puede gustar más o menos, pero como modelo original tiene valor intrínseco. Los medios de comunicación han contribuido bastante a esta uniformidad. Hoy vemos que si la moda dice que un año han sido las flores en piña, todo el mundo va igual.
-¿Piensa que las cofradías han aprovechado bien todos los frutos de tu investigación?
-Bueno, hay que tener en cuenta que la cultura es, primero, minoritaria. En segundo lugar, la capacidad de penetración es muy lenta. Un cambio político se da en 24 horas. Un cambio económico en una década. Pero la cultura tarda más en propagarse y también tarda mucho más en decaer. Un ejemplo: un modelo que pretende luchar contra la influencia sevillana es el Remedio de Ánimas. En los años 70 y 80, con el 'boom' de la influencia sevillana, eran calificados de asustaniños, y además a ruedas, y lo hacían personas que en el mundo cofrade eran consideradas relevantes. Hoy en día nadie les llama así, ni se dice despectivamente que van a ruedas. Se ha dado un cambio cualitativo. La penetración es lenta, pero firme. Hoy los valores cordobeses se valoran más que hace 30 años, cuando pasaban desapercibidos.
«La penetración es lenta, pero hoy se defienden valores cordobeses que hace 30 años pasaban desapercibidos»
-El Santo Sepulcro recuperó el ritual de bajar al Señor de la cruz para depositarlo en el paso. ¿Es signo de que lo que usted ha encontrado se lleva a la práctica?
-Le doy más ejemplos. Publiqué la fecha de la cofradía en el Carmen Calzado, durante la etapa de obispo de Fray Bernardo de Fresneda, y hoy en uno de los faldones está el escudo de Fray Bernardo de Fresneda.
-¿Ha dado fruto, entonces?
-Pero muy lento. Bajo mi punto de vista, que es subjetivo y lo veo desde fuera, es que la Semana Santa de Córdoba ha alcanzado un gran nivel cuantitativo. Hay muchas cofradías en todos los barrios, pero si quiere seguir avanzando tiene que conseguir logros cualitativos, en el aspecto social y cultural. Y tender hacia valores originales, que no se consiguen copiando lo del siglo XVI. Eso sería una antigualla. ¿Por qué no surgen maneras originales de labrar y colocar la cera, colocar las flores? Sin embargo, hemos avanzado muchísimo en bordado. Bajo mi punto de vista, no se hace hincapié en el gran avance de la música. ¿Cuántas composiciones musicales tenía la Semana Santa de Córdoba hace treinta años y cuántas tiene ahora? Eso es cultura. Y también a nivel cuantitativo, pero la composición lleva implícita la creación.
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