La Cabalgata llena las calles de Córdoba con los mil rostros del Carnaval

Y en realidad si hay una fiesta que merezca el plural es el Carnaval. Por muchos que haya ciertas agrupaciones y uniformes, cada uno la disfraza, la vive y la siente según su propia forma de ver, en las preferencias de una transgresión que para serlo debe ser ferozmente individualista.

Se ha notado en la mañana de este domingo, cuando la Cabalgata ha recorrido las calles de Córdoba. En cada chirigota, grupo de baile, carroza y asociación había un Carnaval distinto y complementario con los demás. La misma fiesta vivida de una forma diferente.

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Valerio Merino

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La ancha bulla que ha salido a las calles en el mediodía glaciar ha encontrado primero una agrupación en torno al Cabaret, con refinada música, tipos muy trabajados y bailes que se hacían con paraguas. La presentación no podía ser más profesional. Era la primera vez que este cortejo salía tras la pandemia. Lo hizo en 2020 por última vez.

Desde ahí seguían muñecos de arlequín, otro de los clásicos del Carnaval, pero también la primera carroza, en que un grupo de niños iban vestidos de piratas. Les seguían jóvenes a pie también con esta indumentaria, cantando y bailando, y luego el indispensable aporte de la cultura audiovisual con personajes de Disney y de los dibujos animados televisivos.

Se sumaron los Pequemúsicos, también clásicos en este día, y no faltaron las máscaras tradicionales, que son esos disfraces sin relumbrón, hechos con lo que se puede, pero que conservan el sabor a la subversión que se hace como se puede.

Y ahí seguían las chirigotas y agrupaciones de este año, la combinación entre tipos con imaginación y combinaciones y de nuevo el recurso al disfraz de lo conocido e identificable, de los Simpson a los Minions, de unos ángeles subversivos a las máscaras.

La Cabalgata ha llenado de alegría las calles, porque las agrupaciones cantaban y muchos se fijaban en sus letras y a su vez había mucha gente disfrazada. Niños, mayores y personas que sabían que a la fiesta había que acudir acorde con la transgresión de ser una cosa distinta a lo que se es.

Con eso ha llegado la Cabalgata hasta su punto grande, que es la plaza de la Corredera. Allí la quema del dios Momo ha dicho que es el momento de guardar el disfraz, recobrar los abrigos de este invierno frío y pensar en que está bien lo disfrutado y habrá que volver a sacar el ingenio para el año que viene.