Una brillante ración de alegría

Aportaba también otro componente con el que ha cocinado su deslumbrante carrera: «Soy muy competitivo conmigo mismo y busco siempre la perfección». Su filosofía es una excelente y exigente -por lo tanto, difícil de ejecutar- dieta con la que nutrir nuestras trayectorias personales y profesionales. Cierto es que no son principios fáciles de digerir en una sociedad cada día más centrada en disfrutar de derechos y de hacerlo en las mejores condiciones -lo cual es lógico y justo- y con una creciente despreocupación por sus deberes.

El menú de máximos reconocimientos lo completa Kisko García, pionero en poner a Córdoba en el mapa de las rutas de la excelencia en los fogones que dibuja cada año Michelin. Logró su primera estrella en 2011 y desde entonces la ha defendido ininterrumpidamente. Y que se haya convertido en cotidiano ver a Choco sentado a la mesa de los grandes no nos debe hacer olvidar lo que es algo realmente extraordinario. Baste recordar que Morales dijo la pasada semana que tener un restaurante con esta distinción es «muy complejo; no todo el mundo está dispuesto a este sacrificio bestial».

Y tener dos establecimientos de este nivel y otros siete entre la capital y la provincia que lucen el sello Bib Gourmand de la prestigiosa Guía -reconoce a los negocios hosteleros que ofrecen buena comida a precios más asequibles- es mucho más que una excelente noticia culinaria. Estos restaurantes nos ayudan a captar ese visitante de alto poder adquisitivo, que tanto interesa potenciar para que gane más peso nuestro sector turístico, un alimento importante de la economía cordobesa.