política
Un año de la mayoría absoluta que catapultó a José María Bellido
análisis
Sus resultados, perfil y gestión le sitúan entre los activos futuribles de Moreno y Feijóo desde una plaza como Córdoba
La falta de un número 2 y la necesidad de cristalizar la hoja de ruta local en el mejor momento, se anteponen
Bellido cumple gran parte de las promesas en los primeros cien días mandato en el Ayuntamiento de Córdoba
Córdoba
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Iniciar sesiónCon la Feria de Nuestra Señora de la Salud recién apagada, en una de las madrugadas más silenciosas en Córdoba, y después de que los cordobeses dieran el empujón final a los restos de energía para ir a votar, el todavía alcalde en funciones ... repasaba, jubiloso pero sin aspavientos, en una pantalla los resultados de la noche electoral en un céntrico hotel de la capital. José María Bellido había cruzado la frontera que a su partido se le resistía desde 1999, cuando Rafael Merino se quedó con la miel en los labios: repetir mandato de gobierno en el Ayuntamiento y tras su victoria en 1995. Y los casi 70.000 votos en la alforja de Bellido cruzaban aquel Rubicón y dejaban al PP al mando de la ciudad por segunda vez consecutiva.
Este martes 28 de mayo se cumple un año de aquella mayoría absoluta que asentaba a la derecha en Capitulares y catapultaba a su cabeza visible en la ciudad como uno de los nuevos activos y perfiles sólidos del PP a todos los niveles. Cuarenta y seis años en el DNI y el momento óptimo de desarrollar una carrera política con cumbres importantes desde una plaza difícil como es siempre Córdoba. Tras un primer mandato de pacto en minoría con Ciudadanos -a quien acabó comiéndose-, con la mordiente de Vox en los tobillos y un balance más que solvente en el que sobresalía el gran proyecto de futuro de la ciudad: la Base Logística del Ejército de Tierra. Un cambio de inercia.
Presidente de la FAMP, el primero del PP en su historia; vocal del comité ejecutivo de Feijóo y miembro de su estructura nacional con funciones..., el escaparate está servido
Bellido logró aquel 28 de mayo uno de los tres porcentajes de apoyo en las urnas más alto del PP en una capital de provincia en España (junto con Málaga y Almería, que ya venían de una mayoría absoluta). Fue un 46,3% el respaldo recibido, cinco puntos más que lo que Feijóo obtuvo dos meses después en las generales (41%) en la misma ciudad. Registró el segundo mejor dato de votos de su partido en unos comicios municipales: 69.681 (sólo superado por los de José Antonio Nieto en 2011, con casi 80.000 electores y un concejal más).
La tercera mayoría absoluta en 44 años de democracia en el que fuera el 'Califato rojo' de Julio Anguita, al que el propio alcalde popular presentó honores en su despedida en un gesto definidor hacia la izquierda tradicional cordobesa. Si algo destaca en la arquitectura política de Bellido es su sentido moderado y su habilidad para no ser un dirigente de sobresalto y extremo. Bronco y sesgado.
Gobernar sin ataduras
Aquella madrugada de un mayo cordobés agotado quedaba, de igual forma, una oposición muy tocada. Con Ciudadanos engullido por el vencedor de las elecciones (cinco concejales perdidos de un plumazo) y la huida de casi todos sus dirigentes que acabarían enrolados en las filas populares. Con el PSOE del experimentado Antonio Hurtado aguantando la herencia y los muebles (perdía un concejal), así como el malestar creciente hacia Pedro Sánchez. Con la enésima marca de Izquierda Unida en el mismo alambre crepuscular y muy lejos de tiempos pasados. Y con Vox sin el botín que ansiaba de un gobierno en coalición y otra patada en las espinillas de los populares.
Un escenario perfecto para gobernar sin ataduras, tomar decisiones importantes que una mayoría simple no permite asumir y buscar cierta estabilidad tras cuatro años marcados en gran medida por los estragos de la pandemia que desde el equipo de José María Bellido se sorteó de manera operativa. También con el antecedente del destino que tuvo la mayoría absoluta de Nieto en 2015.
El triunfo de las grandes decisiones y el desbloqueo de proyectos anclados en mandatos anteriores fueron la mezcla perfecta para cuajar ese resultado en las urnas en un escenario favorable. La marca Juanma Moreno henchida. La clave nacional sirviendo de fuelle. Unas formas serenas y una popularidad por las nubes transformando su primitiva imagen de hombre frío de números y con pocas habilidades sociales en un todoterreno de la calle y la cercanía (sin perder un ápice de cálculo).
Con estos avales las miradas de Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo están más cerca que nunca. El presidente del PP andaluz y de la Junta de Andalucía venía de antes en su consideración hacia Bellido y su rol en la estructura del partido en la región. El último congreso cayó en manos del cordobés para su preparación sin ir más lejos. Pero poco tardó el líder nacional en facilitar el salto del regidor hacia la tablas de Génova. Si en abril de 2022 entraba en el comité ejecutivo del recién nombrado presidente de los populares como vocal, apenas cinco meses después asumiría en la estructura nacional la gestión del Área de Grandes Ciudades de la Vicesecretaria de Coordinación Autonómica y Local. Cuando hay que hablar de las cosas importantes en la céntrica sede madrileña, allí también tiene una silla el dirigente criado en el barrio de Vallellano.
En el escaparate
La pléyade de alcaldes con que cuenta el PP andaluz y su presidente, y sobre el que descansa el sólido poder que ahora mismo atesora Juanma Moreno desde su mayoría absoluta en San Telmo, casi como vasos comunicantes (sin olvidar el que se fraguó con las diputaciones provinciales hace un año), ha servido para proyectar el peso de los populares andaluces en el entramado nacional -una meta siempre empinada-. Circunstancia que ha situado a la alcaldesa jerezana María José García-Pelayo como presidenta en la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y en su réplica andaluza a José María Bellido como primer presidente del PP de la FAMP (incurso en la anterior).
Algunos episodios en este primeer año de gobierno en el Ayuntamiento de Córdoba han revelado la falta de un número dos en el centro de la pista cuando Bellido no está
Este punto alcista que vive la cotización de José María Bellido hace que pueble los mentideros de la política y las estrategias con tinta invisible que se escriben cada vez que se intuye un pequeño 'maremoto'. Que aparezca en la rumorología de las crisis de gobierno y que irrumpa en el escaparate de los futuribles. Recuérdese cómo en su primera contienda electoral dirigió su dedo índice hacia un tótem como Francisco de la Torre, el sempiterno alcalde malagueño. Un modelo gestor a seguir con una tajante anteposición de su ciudad a cualquiera otros derroteros y ambiciones.
El número 2
Pero en el mismo giro de cuello que mira hacia el horizonte y vuelve la vista hacia atrás está la posible respuesta a la disyuntiva de un salto hacia arriba del actual alcalde de Córdoba -del que, por otro lado, no hay señales ni indicios-. La ausencia de un número dos de peso y proyección en estos momentos en Capitulares es clara, por lo que antes de acudir a las procelosas y atrayentes aguas de los cambios, mejor no hacer mudanzas y asegurar bien los feudos.
La marcha de Salvador Fuentes a la Diputación de Córdoba -con varias claves internas- o la asunción de tareas en el conglomerado urbanístico de la ciudad y la Diputación de Miguel Ángel Torrico -con un paso atrás del foco- han dejado un hueco que nadie cubre de facto (o a conciencia), como el típico concejal de Presidencia, fontanero y canchero, muñidor y coordinador de todo el equipo de gobierno. Es Blanca Torrent por escalafón la que podría dar ese paso, enrolada en la tarea hacendística y en seguir estirando las ayudas del Imdeec al pequeño entramado empresarial de la ciudad. Aunque ese perfil de 'número dos' existe. Pues para José María Bellido, si hay alguien indispensable en su núcleo duro, ése es Ramón Díaz-Castellanos, que aglutina en una franciscana discreción todos esos roles desde la más estricta confianza y sin visibilidad.
Algunos episodios ha habido en este primer año de gobierno que han puesto de manifiesto ese vacío en el centro de la pista cuando el alcalde no está en Córdoba. Tanto a la hora de trasladar gestiones interesantes a la opinión pública como a la de cometer ciertos errores que han tenido que ser subsanados a la carrera. Especialmente en la temática festiva o cultural. Cierto es que se trata de un equipo con variantes que siempre requiere de un tiempo de aclimatación a la singular maquinaria municipal. Y queda mucha plancha aún en el cuarto de las tareas de Capitulares. Lo cierto es que el PP y Bellido, disponen, a día de hoy, del mejor momento en Córdoba para sacar esa labor adelante.
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