Los tejidos biodegradables cambian el patrón de la sostenibilidad textil
La investigación para el desarrollo de fibras y colorantes de origen natural se ha convertido en una palanca clave para la reinvención verde del sector
Así son los sorprendentes envoltorios y envases de alimentos que también se comen
Hilo de Organic Cotton Colours realizados con algodón orgánico, cultivado sin pesticida ni herbicidas ni modificados genéticamente
Son de algodón orgánico, de lino, cáñamo, yute y bambú las más conocidas. No obstante, fibras textiles ya se obtienen hasta de las hojas de la planta de la piña o de las de palmeras, de la pulpa de distintas tipos de maderas (como ... de eucalipto, abedul o roble para conseguir el famoso lyocell), de hongos y algas, de desperdicios alimentarios como la piel de manzana... Se tiñen con colorantes extraídos de plantas, de restos de alimentos como de la cáscara de la naranja o de caqui, e incluso de insectos. Pues de todos esos orígenes (y más) provienen los nuevos tejidos biodegradables que se tejen puntada a puntada en la industria textil y de la moda. Marcas como Adidas, Patagonia, Everlane, SKFK, Ecoalf y firmas de lujo, como Stella McCartney, ya han sacado al mercado ediciones limitadas de accesorios y prendas de ropa con estos tejidos. Incluso firmas como Balenciaga y Calvin Klein hacen guiños a estos innovadores materiales, un nicho del mercado donde despuntan un grupo de empresas y startups, comprometidas con la sostenibilidad, y centros tecnológicos que buscan nuevas soluciones.
Los tejidos biodegradables son más duraderos que los convencionales y en muchos casos más confortables. «No es ropa de usar y tirar, sino de cuidar y durar años», afirma Eduardo Loreto, director de Innovación del Basque Biodesign Center. No son solo esas sus grandes ventajas. Su valor reside en que ofrecen un nuevo patrón de sostenibilidad a una de las industrias más contaminantes del planeta por su consumo excesivo de agua, el uso de sustancias químicas, sus emisiones de CO2 y las toneladas de residuos que produce.
Según los últimos datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente, en 2022, los países de la UE generaron 6,94 millones de toneladas de desechos textiles (16 kilos por persona). El 85% acabaron en vertederos o incinerados. Y si bien este mismo año ha entrado en vigor el nuevo sistema para recogida obligatoria separada de los textiles en todos los países de la UE, que contribuirá a mejorar este panorama, esta industria también explora nuevos caminos para avanzar en sostenibilidad. «El sector textil está muy interesado en asuntos relacionados con la sostenibilidad y las inversión en investigación de la biodegradabilidad va en aumento», sostienen Isabel Soriano y María Blanes, subdirectora y responsable del grupo de I+D de Ecoprocesos, respectivamente, del Centro de Investigación e Innovación Aitex.
Y es que las fibras biodegradables hilvanan un patrón más respetuoso con el medio ambiente. Al descomponerse de forma natural mediante la acción de microorganismos (bacterias y hongos), reducen el volumen de residuos textiles que llega o se acumula en los vertederos. A la vez, si se usan tejidos biodegradables se emplearán menos telas sintéticas que provengan del petróleo (como la poliamida, poliéster o el poliuretano), es decir tejidos de origen fósil y más contaminantes. «Hay fibras biodegradables que pueden desaparecer a los 15 días, 90 o a los seis meses. En las que son de origen vegetal también se busca disminuir la cantidad de agua que se utiliza en el proceso y de CO2 que se emite», cuenta Eduardo Loreto.
También se avanza en utilizar en estos tejidos colorantes y aditivos naturales. «Hay productos biodegradables con los que tintar y aditivos para conseguir acabados, por ejemplo un tejido antimanchas. Son de origen vegetal, de insectos o de microorganismos como algas, hongos o bacterias», comentan Isabel Soriano y María Blanes. «Incluso elementos añadidos como lentejuelas y botones se pueden fabricar con estos biomateriales», añade Loreto.
Imitación al cuero
Los dos centros tecnológicos mencionados siguen varias líneas de investigación para crear nuevas fibras y colorantes biodegradables. El Basque Biodesign Center ha desarrollado un material (proyecto Zelubak), que imita al cuero de origen animal y se ha utilizado para confeccionar zapatillas, bolsos y otros elementos. Lo sorprendente es que este nuevo tejido, que también es compostable, tiene su origen en residuos locales que se generan en la industria de la sidra (piel de manzana) o del txakoli, por ejemplo. Y se puede producir en grandes cantidades. «Trabajamos la celulosa bacteriana que es un biopolímero natural que se produce a través del azúcar generado por bacterias. Las bacterias fermentan los residuos y producen la fibra que cultivamos en piscinas en grandes cantidades y al secarse se convierte en un material parecido al cuero de origen animal. El proceso tiene menor gasto de agua y menos emisiones de CO2 . Se degrada en 90 días o se puede utilizar como un compost para enriquecer la tierra. También contamos con cueros producidos por hongos recolectados por todo el País Vasco», explica Eduardo Loreto.
El Basque Biodesign Center tiene una línea de investigación con bacterias (inoculadas en las telas) para teñir de forma natural. En otro de sus proyectos, los investigadores de este centro utilizaron como base tinta de calamar para realizar un formulación natural que consiguió un material similar al látex con el que se confeccionó una chaqueta. Y en otro trabajo emplearon diferentes tipos de residuos (por ejemplo, podas y bagazo de la cerveza) para alimentar hongos de los que consiguieron un material parecido al poliespan expandido.
El tinte natural a partir de la planta índigo es bien conocido. El Centro de Investigación e Innovación Aitex ha conseguido desarrollar este producto en grandes cantidades, evitando los elevados consumos de agua que requieren el cultivo de esta planta. «Con biotecnología, incorporamos la molécula del colorante dentro de una bacteria, lo introducimos en un biorreactor y la bacteria crece exponencialmente. Así obtenemos una gran producción de colorante natural», explican Isabel Soriano y María Blanes. También han logrado tintar tejidos con residuos de la industria alimentaria, desde cortezas de granadas, piel de manzana o de naranja. Y han desarrollado un sistema de certificación de biodegradabilidad y compostabilidad de productos textiles. «Se trata de un ensayo en laboratorio para comprobar que el producto degrada más del 90% de sus compuestos a los seis meses», detallan Blanes y Soriano.
En el desfile de Aitex en la III Semana de la Moda Alcoy, se expusieron prototipos de telas 100% naturales tintadas a partir de residuos de caqui, corteza de castaño y pigmentos de minerales
Los europeos generamos 6,94 millones de toneladas de residuos al año
Hay empresas que dedican toda su actividad, o gran parte, a desarrollar estos tejidos biodegradables. La gerundense Organic Cotton Colours es una de las veteranas. Nació en 1992 con una clara vocación por satisfacer un nicho muy específico: proporcionar prendas de algodón orgánico a personas con especial sensibilidad en la piel, con afecciones como dermatitis, psoriasis, alergias... La idea era suministrar ropa de algodón puro sin residuos ni aditivos, ni tintes ni colorantes químicos, ni tóxicos, para mejorar la calidad de vida de estos consumidores. Entonces su fundador, Ángel Sánchez, importaba el algodón de Estados Unidos. «Se lo compraba a Sally Fox (conocida como la 'pionera del algodón') que había fundado Vreseis y trabajaba con variedades de algodones de colores naturales (tonos crema, verde y marrón), que no habían sido modificados genéticamente y que se cultivaban sin pesticidas ni herbicidas. Ángel adquiría este algodón y comenzó a producir todo tipo de prendas: ropa de cama, toallas, camisetas...», recuerda Santi Mallorquí, hoy propietario y director ejecutivo de Organic Cotton Colours. «Cuando compré la empresa -continúa-, seguimos manteniendo la línea de productos para las personas con problemas de piel, y ampliamos los servicios de manufactura, tejidos a metros, para pequeñas marcas, diseñadores... Es una industria compleja y encontrar este tipo de tejido en pequeños volúmenes es difícil».
Telas éticas
Hoy los proveedores de algodón orgánico de Organic Cotton Colours están en Egipto, Turquía y Brasil. «Son proyectos éticos que hemos decidido apoyar. En Brasil tenemos 200 familias propietarias de pequeñas extensiones de terreno que producen 25 toneladas de algodón orgánico de colores al año», dice Mallorquí. A veces utilizan también talleres de esos países para hacer el hilo, incluso el tejido y transformarlo en la prenda final. «O fabricamos en Portugal. Nuestra empresa controla toda la cadena de custodia del material y podemos ofrecer una trazabilidad fiable que el cliente puede comprobar desde la semilla a la prenda final», asegura Mallorquí.
Este tejido de algodón orgánico cuenta con el certificado GOTS (Global Organic Textile Standard). Esto quiere decir que el 90% son fibras naturales cultivadas sin el uso de pesticidas, ni herbicidas ni organismos genéticamente modificados. «Es duradero, suave al tacto, no se arruga y resulta muy confortable», destaca Mallorquí. Desde hace dos años Organic Cotton Colours también aporta otro valor diferencial a sus productos: son regenerativos, es decir que durante el cultivo del algodón se utilizan técnicas beneficiosas para la tierra. «Fomentan la biodiversidad del suelo. Es tierra más rica y fértil cada año», cuenta Mallorquí. Una tendencia que despierta cada vez más interés.
De la planta de la piña
A partir de las fibras que se obtienen de las hojas de la planta de la piña, la empresa Ananas Anam España desarrolló hace diez años un material (Piñatex) que se comercializa para accesorios como zapatos y bolsos. Hoy ha conseguido también obtener un hilo para su aplicación textil. «Es biodegradable y compostable y se puede aplicar en muchos textiles: denim, tejidos, punto...», afirma Raquel Prado, jefa de Investigación y Sostenibilidad de Ananas Anam, que tiene su sede en Londres, con filiales en Filipinas y España.
De la hoja de la planta de piña, Ananas Anam consigue hilos para calzado y textiles. En la imagen, unas zapatillas con este material de la marca francesa MoEa
Las hojas se recogen de plantaciones de piña de Filipinas, Bangladesh y Costa de Marfil. Una vez recolectada la fruta, el resto de la planta de la piña se desecha y las hojas, que miden un metro de longitud, suelen quemarse o dejarse pudrir. En lugar de desechar estos residuos, Ananas Anam los compra a grupos de agricultores locales proporcionándoles una segunda fuente de ingresos. «La extracción de la fibra de la hoja se tiene que realizar en la plantación de mano de los agricultores. Lavamos las hojas y las purificamos sin productos químicos para eliminar las impurezas y ablandar las fibras. Luego las transformamos de manera mecánica para que lleguen a la cotonización que nos permite formar el hilo. Es una industria que hacen sobre todo las mujeres. Son plantaciones pequeñas y les ayudamos a ser más sostenibles», indica Raquel Prado.
Se obtiene así un hilo con actividad antimicrobiana, que ayuda a reducir los olores del sudor, y con «buenas propiedades mecánicas, es un hilo fuerte para calzado y para textiles del hogar. También estamos trabajando en proyectos con la industria del automóvil», añade Prado.
Hojas de palmera
La empresa alicantina Poveda Textiles fue fundada en 2016, sin embargo le respalda una tradición en la industria textil que se remonta a 1928. En su catálogo cuenta con tejidos ecológicos y también reciclados. Aunque destacan los biodegradables que obtienen de las hojas de las palmeras de Elche. «La poda de la palmera genera miles de toneladas de residuos al año, un gasto para los ayuntamientos», expone Alberto Andreu, director Comercial de Poveda Textiles. Son 3.000 toneladas de residuos cada año que son necesarias gestionar. «Las hojas se recogen, se trituran y se secan. Después se añaden a tejidos, por ejemplo, de algodón mediante un adhesivo que hemos desarrollado. Obtenemos un tejido que se parece a la piel. Ya lo utilizan diferentes marcas para calzado, bolsos, fundas para portátiles y tablets manteles... », cuenta Andreu. Nuevos patrones que van hilvanando la sostenibilidad en la industria textil y de la moda.
Sandalias de la marca El Naturalista realizadas con el tejido que Poveda Textiles obtiene de las hojas de palmera de Elche