Lucha por el trono de Díaz Ferrán
La batalla por el poder augura unas elecciones a cara de perro en CEOE... salvo que un candidato de consenso evite los comicios
SUSANA ALCELAY
Érase una vez una organización de reconocido prestigio institucional, una organización fuerte, con un líder carismático que durante más de veinte años mantuvo unida a la patronal española. Una organización que ahora pasa por sus horas más bajas, debe afrontar la crisis más grave jamás ... vivida a causa del hundimiento de los negocios de su presidente, está dividida y abocada a una guerra por la sucesión, salvo milagro de última hora que obre una candidatura de consenso y evite los comicios.
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Lo único cierto a día de hoy es que por primera vez desde que se fundó CEOE en el año 1977 el presidente de la patronal no designará a su sucesor. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Todo comenzó el 6 de junio de 2007. Ese día, la Asamblea General de la CEOE nombraba oficialmente a Gerardo Díaz Ferrán presidente de la organización empresarial, lo que le convertía en el tercero de la historia de la patronal española tras Carlos Ferrer Salat y José María Cuevas que, tras 23 años, se despedía del cargo. Dardo durante años de feroces críticas que le intentaban hacer de menos por ser «un empresario sin empresa, un funcionario», Cuevas, en un golpe de efecto, elevó a la cúspide de la gran patronal a un empresario en activo, tal y como sus principales detractores le había reclamado. El hombre se llamaba Gerardo Díaz Ferrán, un reconocido empresario turístico, al que por aquel entonces ni se le podía pasar por la cabeza las dificultades que le esperaban. A día de hoy son pocos los que discuten el fracaso del proceso sucesorio que diseñó el patrón de patronos.
La decadencia en sus negocios ha sido paralela al deterioro de la imagen de la CEOE
La crisis se cruzó pronto en el camino del empresario madrileño y poco después de tomar el asiento presidencial comenzó la decadencia en sus negocios, un proceso que fue paralelo al deterioro de la imagen de la CEOE, lo que muchos no le han perdonado. Los últimos tres años han sido demoledores para él. Su vía crucis particular comenzó en 2008 cuando el Gobierno de Cristina Fernández Kirchner le expropió Aerolíneas Argentinas; a partir de ese momento el declive fue rodado. En diciembre pasado llegó la quiebra de Air Comet, en abril, el Ministerio de Economía finiquitaba Seguros Mercurio y a finales de ese mismo mes caía Marsans, la matriz del grupo empresarial. De ahí a la ruina medió un paso. Las cosas comenzaron a complicarse para el jefe de los empresarios.
Lucha en la sombra
La lucha por el poder en la sombra sólo había comenzado. En diciembre pasado, con la quiebra de Air Comet, los vicepresidentes hicieron piña en apoyo a su presidente; hoy, los apoyos son más que tibios y las presiones internas para que abandone el barco han llevado Díaz Ferrán, acorralado por las deudas, los procesos judiciales y la caída de credibilidad, a claudicar finalmente ante la cúpula de la patronal, que le ha forzado a no agotar el mandato, que expiraba en 2013, y a forzar un proceso electoral que arrancará, salvo sorpresas de última hora, el próximo día 20. Ese día el presidente comunicará a los órganos de gobierno su decisión y las circunstancias que le han llevado a ella.
Los movimientos en contra del presidente han sido feroces y las críticas crecientes en el último año, por la mala imagen que estaba dando de CEOE, por su tibieza con la política del Gobierno en agradecimiento a supuestos apoyos en sus negocios... Pero fue el pasado 13 de septiembre cuando se precipitaron los acontecimientos. Ese día, uno de los aspirantes a la presidencia, Jesús Banegas, trazaba la estrategia que debía levantar a Díaz Ferrán de su silla. El presidente de la patronal de empresas de electrónica y telecomunicaciones, Aetic, un hombre que goza de una popularidad creciente en el seno de CEOE, cenaba en Madrid con otros vicepresidentes con un claro objetivo: forzar la salida del presidente. En ese mismo encuentro se habrían cerrado los puntos de una carta en la que expresamente se solicitaba la dimisión de Díaz Ferrán, una iniciativa de la que no habrían estado ajenos otros rivales del presidente y claros aspirantes a su puesto, como Santiago Herrero, presidente de la CEA, la patronal andaluza, y Joan Rossell, de la catalana, dos pesos pesados en la organización que hace unos años ya se plantearon una candidatura conjunta, que finalmente no llegó a buen puerto tras la decisión de ambos dirigentes de apoyar al sucesor designado por José María Cuevas.
Cena que acabó en almuerzo
No pronunció la palabra dimisión, como a algunos les hubiera gustado oir de su boca
Pero la cena de los vicepresidentes tuvo sus consecuencias y un día después, el 14, Díaz Ferrán reclamaba en un encuentro privado a Banegas que cesaran los movimientos a sus espaldas. Pero el proceso ya era imparable y el baile de peones obligó al presidente de CEOE a tomar la iniciativa y convocar el pasado lunes a sus 21 vicepresidentes a un almuerzo en la madrileña sede de Diego de León 50 alertado por sus vicepresidentes más cercanos de que en el encuentro miembros de la cúpula patronal pedirían su cabeza. «He consultado los estatutos y voy a convocar elecciones el 20 de octubre. Pasamos a otro tema», dijo.
Curtido en problemas por la fuerza de los hechos, de la crisis, Gerardo Díaz Ferrán anulaba así cualquier iniciativa que pretendiera apearle de su cargo. Lo que no desveló es su última carta. ¿Reelección? Ni pronunció la palabra dimisión, como a algunos les hubiera gustado oir de su boca, y dejó en el aire cualquier posibilidad de presentarse como candidato para un nuevo mandato, que fuentes oficiales de la organización dan por seguro, aunque también puntualizan que antes comprobará con qué apoyos cuenta para tomar una decisión definitiva. «No es que no lo sepa, es que no lo voy a contar, por respeto a los órganos de gobierno», afirmó esta semana.
El proceso para elegir sucesor de Díaz Ferrán o, en su caso, su reelección, primero pasa porque la junta directiva del próximo día 20 convoquen elecciones y traslade esta decisión al órgano supremo de gobierno de la CEOE, que es la asamblea general, sin fecha a día de hoy. Los estatutos de la organización establecen que la convocatoria de elecciones debe ser comunicada con al menos 40 días hábiles antes de su celebración, con lo que como muy pronto esta asamblea no se podrá realizar en diciembre. Y éste es un problema para alguno de los sectores críticos al presidente, temerosos de que la convocatoria de esta asamblea se pueda demorar en el tiempo y pueda llegar a coincidir en plazo con las fechas navideñas, lo que, creen, supondría un problema para movilizar a los sectores empresariales. ¿Se comerá o no Díaz Ferrán el turrón como presidente de CEOE? Están abiertas todas las posibilidades.
Lo único cierto a día de hoy es que la lucha por la sucesión está abierta y que los candidatos se multiplican como la espuma, preparados para una batalla que va a ser dura y cuyo final es ahora imprevisible. No hay candidatos oficiales, pero en la parrilla de salida vuelven a estar históricos aspirantes como Joan Rosell y Santiago Herrero, que ya disputó sin éxito el cargo con Díaz Ferrán en 2007. Son dos de las territoriales con más fuerza junto a Madrid (CEIM).
Rosell es el eterno candidato—intentó desalojar a Cuevas pero finalmente no presentó candidatura—. Está obligado a presentarse debido al peso que tiene Cataluña en la organización, aunque está sujeto a la reelección en Fomento el próximo 18 de noviembre, que le aseguraría continuar con una vicepresidencia, condición casi indispensable si quiere trasladar su centro de trabajo a Madrid. La entrada en escena del empresario Joaquín Boixareu en la lucha por la presidencia de la patronal catalana le ha trastocado los planes. Es respetado por la clase empresarial, pero en su contra está la ambigüedad que ha mantenido respecto a la gestión de Díaz Ferrán.
Resurge el candidato
Herrero es, a día de hoy, el único dirigente que ha dado un paso al frente para anunciar que luchará de nuevo por el primer asiento en CEOE. Ha ganado apoyos en los últimos años desde que Díaz Ferrán le nombró presidente de la comisión de Relaciones Laborales en un acto de integración, pero en su contra tiene a los sectores industriales que no ven con buenos ojos la «sintonía» que mantiene con la Junta de Andalucía y los pactos firmados con Chaves cuando era presidente de la administración andaluza. El Gobierno le vería con buenos ojos, el PP no.
Lo único cierto a día de hoy es que la lucha por la sucesión está abierta
Entre tanto, Arturo Fernández, presidente de la patronal madrileña y cuñado del presidente, sopesa si se presentará o no a las elecciones, pero lo que sí advierte alto y claro es que el candidato que quiera llegar deberá tener el respaldo de su organización. CEIM podría ser uno de los apoyos que busca el presidente de la CEOE para presentarse de nuevo, apoyo que con seguridad también tendría de Jesús Terciado, uno de sus principales valedores. El pasado mes de junio llegó a la presidencia de Cepyme auspiciado por él y se impuso a Jesús Bárcenas, uno de los dirigente más críticos con su gestión, que ahora podría ver la oportunidad de volver a la organización empresarial.
Las críticas a la gestión de Díaz Ferrán han sido generalizadas, pero los movimientos para desalojarle de la presidencia han venido de las organizaciones sectoriales encabezadas por Jesús Banegas (Aetic). Es uno de los candidatos más firmes para hacerse con las riendas de CEOE, el candidato de los sectores industriales y en torno a él podría lograrse una candidatura de consenso que evitará llegar a las elecciones. El problema es que no les gusta a las territoriales y que ha enseñado demasiado sus cartas, advierten sus críticos.
Pero más allá de las personas lo que está ahora en juego es el modelo de patronal. Y la crisis generada en CEOE por la gestión de los negocios del presidente hacen pensar que su sucesor probablemente será «un profesional de la casa», recuperar el modelo Cuevas. Y aquí es donde entraría el actual secretario general, José María Lacasa, un hombre discreto, volcado en la organización, que ha llevado el peso de las negociaciones con el Gobierno y que no le haría ascos a tomar el timón. «Es necesario recuperar el esquema original, el que la patronal francesa copió de la española: un empresario en activo no puede ser presidente de CEOE, porque lo normal es que cuando vaya a ver al gobierno de turno, hable de lo suyo, no de los problemas que tienen los empresarios en su conjunto», asegura a Empresa un dirigente empresarial.
Las cábalas
Es momento de hablar de candidatos y a día de hoy también podría serlo José Luis Feito, presidente de la comisión de Economía y del Instituto de Estudios Económicos, aunque sus tesis ultraliberales y su poca mano izquierda con los sindicatos prácticamente le invalidan. Candidata es también la única mujer que ocupa una de las vicepresidencias de CEOE, Pilar González de Frutos, cuya trayectoria profesional es reconocida por la cúpula empresarial y también lo es Juan Miguel Villar Mir, presidente de OHL, sin olvidar que el empresariado valenciano le ha pedido a Juan Roig, presidente de Mercadona, que sopese la posibilidad de competir por la presidencia, lo mismo que habrían hecho empresarios madrileños a Manuel Pizarro, ex diputado popular y ex presidente de Endesa. Todas las opciones están abiertas, también la de Pedro Barato. Lleva la riendas del sector agrario y aunque en esta ocasión no está en las quinielas, su nombre sonó con fuerza años atrás como el hombre que debería liderar el cambio generacional en la CEOE.
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