La guerra comercial se libra en el frente tecnológico

En este siglo XXI, la «Nueva Guerra Fría» entre ambas superpotencias se libra en el frente tecnológico , donde EE.UU. intenta frenar el auge al que aspira China para alcanzar su independencia de Occidente. Aunque de la «fábrica global» salen la mayoría de aparatos electrónicos que se venden en el mundo, todavía está por detrás de EE.UU. y otros países, como Taiwán y Corea del Sur, en los componentes más importantes que les hacen funciona: sus semiconductores y chips .

Por ese motivo, el nuevo Plan Quinquenal 2021-26 y el programa «Hecho en China 2025» establecen la prioridad de desarrollar la alta tecnología y, en especial, la industria de los microchips para que sea autónoma hasta en un 70%. Pero Washington ha contraatacado metiendo en su «lista negra» a 60 compañías chinas por su presunta connivencia con el autoritario régimen de Pekín . Entre ellas destacan el principal fabricante estatal de chips, Semiconductor Manufacturer Interanational Corp. (SMIC), y la mayor marca privada de drones del mundo, DJI.

Al igual que le ocurrió el año pasado a Huawei, ZTE y la firma de cámaras de vigilancia Hikvision, no podrán recibir suministros ni piezas de sus proveedores estadounidenses a menos que cuenten con una autorización especial del Departamento de Comercio . Además, la Casa Blanca ha prohibido la inversión de capital estadounidense en SMIC y una treintena de compañías chinas, entre ellas la petrolera estatal CNOOC. Junto al veto de ventas para otras 58 empresas chinas, sobre todo del sector de la aviación, las firmas de este país se enfrentan al riesgo de no poder cotizar en Wall Street o el índice Nasdaq si no permiten una auditoría del regulador estadounidense para demostrar que no tienen lazos con el régimen. Aprobada por la Cámara de Representantes y el Senado, esta legislación tiene que ser firmada todavía por Trump y afecta a más de 210 compañías , como el gigante Alibaba, que acumulan una capitalización de 2,2 billones de dólares (1,8 billones de euros). En caso de ratificarse la ley, tendrían tres años para cumplirla.

«EE.UU. piensa que puede controlar los semiconductores para contrarrestar el auge tecnológico de China, pero este tipo de reacciones no suele funcionar y provocan un efecto contrario, forzando un mayor desarrollo», cuestiona el profesor John Gong , director del Centro de Investigación en Telecomunicaciones de la Universidad de Economía y Negocios Internacionales de Pekín. Tal y como explica, « la clave está en llegar a los chips de 4 nanómetros, los más sofisticados , pero China solo puede producir ahora de más de diez y le costará varios años ser independiente». Evidentemente, la Casa Blanca hará todo lo posible para que sean décadas.