China acapara materias primas y pone en jaque a la industria mundial
Los precios del cobre, el níquel, el petróleo o la madera se han disparado con la reactivación de la economía
A la reactivación industrial y los billonarios planes estatales de reconstrucción de la economía poscovid se les ha presentado un escollo inesperado que pone en jaque la aceleración de la recuperación y tienta con aumentos generalizados de los precios, que muy pronto podrían ... llegar al consumidor. Así lo alerta la industria, el primer eslabón de la cadena que ya padece el imparable alza de las materias primas, que tiene, como uno de sus principales focos, la política de acaparamiento efectuada por China, con fines proteccionistas. A saber, respecto a los precios de hace un año, el del cobre y el aluminio han subido más de un 50% y el del níquel un 40%. Mientras que el del petróleo (75%), o la madera (100%) se han desbocado por la vorágine de demanda que ha despertado la vuelta a la normalidad de la economía con la aceleración de la vacunación y la relajación de las restricciones de la pandemia, tras un año con fábricas paralizadas.
Es la tormenta perfecta, como bien definen algunos agentes de la industria española. «Se produce porque tras el gran parón del consumo en pandemia nos hemos encontrado con una demanda contenida, a la que ha habido que sumar una nueva por las políticas activas de infraestructuras que han propulsado los fondos de recuperación a nivel global», explica Joan Tristany, director general de la Asociación de las Empresas Industriales Internacionalizadas, unas de las que más sufren por su carácter exportador.
Es decir, de golpe y porrazo se han encontrado con una suma diabólica: recuperación de la demanda, incremento de la misma y una producción limitada. ¿El resultado? Los retrasos en los pedidos se han convertido en la norma , mientras las empresas tienen que ajustar su margen de beneficios para no subir precios y perder clientes. Esto último comienza a ir más allá. «Las empresas ya han visto que no es un problema transitorio, sino de mercado, por lo que ya se empiezan a trasladar al cliente industrial el incremento de costes», asegura Tristany, que abunda en que «los clientes ya son conscientes de la situación y admiten con normalidad el aumento». Entre otros motivos, porque el problema es de corte mundial y es complicado encontrar soluciones en otros mercados.
En este sentido, todos apuntan a la misma dirección. La deslocalización industrial acontecida durante las últimas décadas, que hace que la recepción de algunas de estas materias primas dependa casi en su totalidad de China. Así las cosas, el gigante asiático ha respondido a la ultrademanda mundial con medidas proteccionistas hacia su economía, poniendo a la industria global en cuarentena al hacer acopio de materiales con el fin de autoabastecerse.
Un problema al que le ha surgido el agravante del cuello de botella que se está produciendo en el transporte marítimo, sobre todo desde los principales puertos asiáticos, donde la demanda de contenedores triplican a su disponibilidad. Un hecho que disparado los fletes (coste del transporte). En concreto, según estimaciones del Drewry World Container Index de Bloomberg, en el último año los fletes en la ruta Shanghái-Rotterdam han sufrido un incremento del 485% . «Y en el agregado de las ocho rutas euroasiáticas con mayor tráfico los precios de los contenedores han llegado casi a triplicarse», explica la patronal de las empresas constructoras, Seopan, otro de los sectores más en vilo por subidas como la del acero corrugado (+78%).
‘Stocks’ de seguridad
Antes de que vengan peor dadas, las empresas ya se escudan aumentando sus ‘stocks’ de seguridad. «Los pedidos llegan con retraso. No podemos cumplir las fechas de los contratos con nuestros clientes, ni tampoco atender nuevos pedidos. Hay efecto dominó y hace ya meses que estamos ‘stockando’ material por temor a nuevas subidas y a encontrar más escasez en el mercado», relata a ABC Jordi Jordana, CEO de Xolertic Prodec, empresa dedicada al ‘packaging’ y los bienes de equipo.
El empresario además alerta sobre la continuidad de la crisis de los semiconductores -también agravado desde China, que tiene en jaque a la producción del automóvil-, que afecta a todas las compañías que trabajan con componentes electrónicos. En este sentido, Jordana apunta a que todos los grandes fabricantes intentarán relocalizar la fabricación de estos dispositivos durante los próximos años para no depender tanto de la importación.
Algunos, de hecho, ya han movido ficha. Como la multinacional alemana Bosch, que el mes pasado inauguró su segunda fábrica de semiconductores en Dresde (Alemania) durante un acto telemático que contó con la participación de la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, y de la canciller del Gobierno germano, Angela Merkel, que señaló que la escasez de estos materiales «obstaculiza la recuperación de la economía alemana».
Pero el nudo en la garganta se extiende a todas las economías comunitarias. Por ello, Bruselas ha marcado como objetivo para 2030 que Europa produzca el 20% de los semiconductores para así reducir su dependencia de China y Estados Unidos.
Por el momento, al igual que con las materias primas, los precios seguirán estelas inflacionarias sin una previsión clara de freno. «Nos dicen que es algo coyuntural y que pronto bajarán los precios, pero me cuesta creerlo. Tardaremos en volver a precios prepandémicos» apostilla Jordana.
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