El Banco de España desmonta las cifras de Calviño y augura un lustro perdido para la economía española

Los analistas de la institución estiman que España llegará a 2025 sin haber cerrado ni de lejos esa brecha de crecimiento generada por la Covid, lo que augura que la pandemia traerá consigo como mínimo un lustro perdido para la economía española en términos de crecimiento.

El director general de Economía del Banco de España, Óscar Arce , se encargó de aclarar este viernes, durante la presentación de la revisión de las previsiones para España, que no todos los países tienen los mismos problemas que España a la hora de recuperar su potencial de crecimiento y que Estados Unidos está un año y medio después del estallido de la Covid apunto de cerrar esa brecha.

A España – una de las economías desarrolladas que más ha sufrido las consecuencias de los confinamientos – le está costando recuperar ese empuje y así se refleja en las nuevas previsiones presentadas ayer por la institución que dirige Pablo Hernández de Cos . El equipo de analistas del supervisor considera que el crecimiento de la economía española se quedará este año en el 4,5% , lejos de lo que se previó en septiembre (6,3%) y dos puntos por debajo de la previsión gubernamental (6,5%), que hace semanas ya que se alejó del consenso de los analistas. Para 2022, la entidad considera que España no crecerá más de un 5,4%, lo que supone restar cerca de una cuarta parte del crecimiento que anhela la previsión del Gobierno: un 7%.

La institución atribuye este recorte a varios factores, entre los que está el enfriamiento de la actividad económica en la recta final del año , lastrada por la inflación y los cuellos de botella en las cadenas de suministro, que ya han comenzado a erosionar el dinamismo de la actividad económica.

Pero también a que no se han cumplido supuestos que se habían descontado en principio en relación por ejemplo a la ejecución de los fondos europeos . El Banco de España confiaba en que el Gobierno fuera capaz de ejecutar este año la mitad de los fondos ‘pintados’ en los Presupuestos y construyó sus previsiones sobre esa estimación. Ahora asumen que eso no será posible por lo que han ajustado a la baja sus cifras previendo la ejecución de una tercera parte de lo previsto.

La nueva hoja de ruta del Banco de España asume que los fondos europeos se ejecutarán más lentamente y que eso se traducirá en una recuperación menos vigorosa. El país crecerá menos en 2021 y 2022 , pero presentará cifras más lustrosas en 2023 y 2024.

La foto del ‘momentum’ económico que percibe la institución sale más borrosa que la de hace tres meses. Su informe detecta una ralentización del consumo privado y una mayor inclinación de los hogares a ahorrar. Esto último no es irrelevante, ya que el Banco de España sostenía sus expectativas de crecimiento para este año en el desembalsamiento de los 25.000 millones de euros de ahorro forzoso – el acumulado no para mantener un colchón de seguridad, sino por la imposibilidad de gastar en bienes y servicios suntuarios – acumulado durante la pandemia. Parte de ese ahorro forzoso se ha convertido ahora en precautorio y eso ha restado impulso al crecimiento.

Lo han hecho también los cuellos de botella de las cadenas de suministro, que hace un trimestre afectaban a un núcleo de empresas reducido pero que ahora alcanzan al 40% del tejido empresarial, y que restarán un punto de crecimiento en 2021 y 2022. La acumulación de estos factores, y otros como la inflación, dicen al banco que la economía no crecerá más que un 1,6% en el último trimestre, lo que supone ralentizar el ritmo que la economía traía desde primavera.

El horizonte más inmediato tampoco pinta halagüeño. El supervisor cree que las presiones inflacionistas derivadas de los precios energéticos se mantendrán en la primera mitad del año que viene, hasta el punto de descontar una inflación media más alta en 2022 (3,7%) que este año (3%). El dato no le saldrá gratis a la economía española que se dejará un punto de crecimiento por el camino por el descontrol de los precios.

Y eso en el mejor de los casos. Óscar Arce advierte de que una eventual filtración de las tensiones inflacionistas a los salarios y a los precios de los productos de consumo, que hasta ahora solo se ha producido de manera marginal, nublaría el panorama y podría tener efectos negativos sobre el PIB.

Otro flanco de riesgo viene del mercado de trabajo. Y no tanto por la orientación de la reforma laboral sino por la posibilidad de que las empresas hayan ensanchado durante este año sus plantillas más de lo que pedía la demanda del mercado por las expectativas iniciales de una recuperación rápida y por los incentivos a la reincorporación de los ERTE – lo que explicaría el crecimiento del empleo por encima del PIB – y de que en 2022 reajusten sus costes de personal.