esbozos y rasguños
El lanzador otomano
Arda Güler hizo su primer gran partido en el Bernabéu
Lo urgente es esperar
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Iniciar sesiónArda Güler hizo su primer gran partido en el Bernabéu. Había mostrado destellos de su calidad en los escasos minutos de los que dispuso las dos temporadas anteriores. Pero contra el Mallorca los mejores momentos de su equipo pasaron por las botas del turco. ... Creó, distribuyó, marcó y, sobre todo, mandó. Ha recogido el guante de Xabi Alonso y ha entendido que es su momento. Hay trenes que pasan solo una vez: o te subes, o te arrolla.
A Güler, tan özilesco ayer por momentos, le basta con un toque, casi de minigolf, para abrir pasillos invisibles y dar la fluidez que necesitan los velocistas blancos. Porque Mbappé y Vinícius no pueden vivir encadenados a la caseta. Les hace falta un lanzador, ese perfil que tanto echó en falta el Madrid el año pasado para explotar el espacio.
Güler tiene la claridad de ideas, la rapidez en la ejecución y la calidad en la definición para ser esa pieza. Xabi Alonso ha demostrado valentía y personalidad en esta apuesta tan decidida.
El equipo que lo rodea sigue algo guadianesco de momento, apareciendo y desapareciendo de los partidos, pero se mantiene serio y comprometido en los esfuerzos defensivos. Un jugador que encarna esta nueva solidez es Carreras: fuerte y formal en todo momento. Sin tonterías y concentrado en defensa; desacomplejado y atrevido cuando pisa campo contrario. Su salvada bajo palos fue uno de esos momentos con los que soñaban los niños que crecieron con un póster de Maldini en lugar de uno de Ronaldo en su cuarto.
De Mastantuono todavía nadie duda: ni de su proyección ni de la calidad que lleva dentro. Pero después de tres partidos sí sorprende un poco que se considerase una necesidad tan urgente, una apuesta mayúscula. Su talento se intuye, su confianza crece, aunque su sitio todavía parece en construcción. Es, de momento, el cambio obvio de cada partido.
En una temporada en la que el Madrid busca equilibrio entre la pegada de siempre y un orden nuevo, Güler asoma como el lanzador que da sentido a la carrera. En él confluyen el presente inmediato y la promesa de un equipo que aún no sabe si es río caudaloso o manantial intermitente. El balance hasta el parón de selecciones —nueve puntos de nueve y solo un gol encajado (con la espalda)— invita a un optimismo prudente. «Contentos, pero sin presumir», que diría Luis Aragonés.
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