La «solución» a los errores arbitrales: prohibir las repeticiones en los estadios

El de Sudáfrica no está siendo el Mundial de los árbitros. Después de una primera fase plagada de errores de bulto, con expulsiones injustas, fueras de juego que evitaron o facilitaron goles, y penaltis no señalados, la polémica ha alcanzado sus más altas cotas en la ronda de octavos de final. El primer gol de Argentina ante México , marcado por Tévez en clarísima posición de fuera de juego, y sobre todo el tanto de Inglaterra que hubiera supuesto el 2-2 ante Alemania y que finalmente se fue al limbo de los «goles fantasma», han puesto en tela de juicio la nula predisposición de la FIFA para adaptar el deporte más popular del mundo a los tiempos que corren. Y es que hoy en día ya existen medios para facilitar la labor de los árbitros y arrojar luz sobre los lances más controvertidos de cualquier partido de fútbol. Empezando, sin ir más lejos y como se pudo comprobar ayer, con la propia retransmisión de los encuentros. Durante el Argentina-México, una vez que el colegiado italiano Rosetti había dado por bueno el gol de Tévez que ponía en ventaja a los de Maradona, todos los espectadores que asistían al choque en el Soccer City de Johannesburgo pudieron comprobar a través de los videomarcadores la ilegalidad del tanto. También el cuarteto arbitral pudo verlo. De hecho, instantes después se produjo una consulta del árbitro principal con el asistente correspondiente. Pero de nada servía haberlo visto ni haberlo discutido pues la FIFA no permite modificar una decisión a partir de las imágenes de televisión . Los árbitros sabían que se habían equivocado, pero la rectificación ya era imposible.

Es la paradoja del fútbol. Los estadios son cada vez más modernos, las retransmisiones cada vez más espectaculares, las equipaciones de los jugadores casi podrían jugar solas... pero este deporte se empeña en no avanzar. Y lo hace por la absoluta convicción de sus dirigentes, y de Joseph Blatter por encima de todos, en que introducir cualquier elemento tecnológico alteraría su esencia y lo deshumanizaría, alejándolo de la gente. El gol fantasma que ayer el árbitro Larrionda no quiso conceder a Inglaterra es prácticamente idéntico al que vivieron los mismos protagonistas, Inglaterra y Alemania, hace la friolera de 44 años. Casi medio siglo sin encontrar una solución...

Con el apoyo de las cámaras de televisión completamente descartado, en el último lustro, a punto ha estado de cuajar la idea del "balón inteligente". Un esférico dotado de un chip que avisase al sobrepasar la linea de gol... Pero nada. Ni vídeo, ni chips inteligentes, ni si quiera porterías inclinadas para que el bote del balón no lo devolviese al terreno de juego... La única opción que el máximo organismo del fútbol mundial se ha planteado en serio, como reconoció su secretario general Jerome Valcke el pasado sábado, es la de agregar dos nuevos miembros al equipo arbitral. Cada uno supervisando una portería. Una iniciativa que ya ha sido testada en la última edición de la Europa League y que no ha generado demasiados adeptos sino más bien todo lo contrario. En un deporte en el que, entre otras cosas, un gol mueve millones de euros, la tecnología pide a gritos una oportunidad. Aunque la FIFA haga oídos sordos.