Por primera vez, el feudo blanco lució el videomarcador 360º, una de las grandes novedades desde su remoledación junto al techo retráctil. Se trata de una pantalla continua, suspendida de la cubierta y que rodea todo el perímetro del terreno de juego. El club presume de haber introducido una innovación técnica con la que únicamente cuentan dos estadios de fútbol en el mundo, ambos ubicados en Estados Unidos. El templo de Chamartín, al más puro estilo NBA.
Tras un caluroso recibimiento a los suyos por la épica victoria en Mánchester, especialmente al héroe Lunin, el gol de Christensen rebajó los no demasiados ánimos del Bernabéu. Hasta el 2-2, solamente el penalti convertido por Vinicius y el posterior tanto del empate de Lucas consiguieron levantar a la parroquia blanca. Desde la igualada, el deseo de batir al eterno rival y dejar sentenciada la Liga revitalizó a la grada.
Entretanto, el feudo madridista mostró las dos caras de su rivalidad con el Barcelona. Por un lado, fueron recurrentes los cánticos de «Barcelona, corrupción» por parte de una afición que no olvida el caso Negreira, además del clásico «Puta Barça». Sin embargo, supo dejar de lado la hostilidad con los azulgranas y despidió a De Jong, retirado en camilla tras un choque con Valverde, con una sonora ovación.
El empate no era un mal resultado, pero el Bernabéu siempre quiere más. El gol de Bellingham llevó al éxtasis a la grada y desató, aunque no de forma generalizada, gritos de «Campeones, campeones». El alirón cada vez está más cerca para el Madrid. Para terminar, una solicitud convertida en leitmotiv en cada visita del Barcelona: «Xavi, quédate». El madridismo, en estado de felicidad después de una semana de ensueño.
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