«Para mi tío Wences humor era ternura, un mordisco al corazón»
Wenceslao Fernández Flórez, médico cirujano, heredero del legado del escritos gallego
Doctor de campeonato. Fernández Flórez (Madrid, 1940), especialista en cirugía general y de urgencia, que también fue médico del circuito del Jarama y del Rally de España, es con su hermano Antonio Luis heredero del autor de «El bosque animado», del que Ediciones 98 ha reeditado, 65 años después de su publicación, «Tragedias de la vida vulgar. Cuentos tristes». «Franco, al que conocía de Ferrol, le preguntó “¿y por qué no vienes a verme?”. “Pues -dijo- porque no tengo nada que pedirte”». Así era el tío Wences, injustamente olvidado, que escribía a mano y sin márgenes crónicas que parecen de hoy: ¡hace 90 años criticó una militarización como la que afecta a los controladores!».
- ¿Por qué nadie habla de Wenceslao Fernández Flórez?
- Eso nos preguntamos la familia. Con el éxito que tuvieron sus crónicas parlamentarias de «Acotaciones de un oyente» o sus «Impresiones de un hombre de buena fe» y parece que no hubieran existido. No sé, será porque le tacharon de señorito y es cierto que lo era: pulcro, tranquilo y que le gustaba vivir bien.
- Pero un señorito que escribió artículos incendiarios contra el caciquismo, los trepas, el trabajo sumergido, los enriquecidos a costa de emigrantes...
- ¡Y contra Romanones y el duque de Tébar! No hay sector social que no trate, pese a no gustarle los críticos y que fuera uno de ellos por conocimiento. Tal vez la gente no le entendiera por su humor e ironía, que para eso hace falta inteligencia. Fíjese en «Tragedias de la vida vulgar» (Ediciones 98) donde habla del drama cotidiano de esas almas pequeñas, esas vidas vulgares por ordinarias. Tragedias que provocan a veces la sonrisa, y te dices ¿y qué hago riéndome del dramón de esta señora? El destello de su humor.
- ¿Y qué es humor según Fernández Flórez?
-La sonrisa de una desilusión. Sostuvo en su discurso de ingreso en la RAE que España era un páramo de humor pese a Quevedo. Y ahí «El Quijote», el mayor faro de la literatura universal, es una rara avis porque te hace reír al tiempo que te enseña a quererlo. Para el tío Wences el humor era ternura.
- Se rebeló contra la etiqueta de humorista .
-¡Es que no sabía serlo! Él mismo decía que no sabía hacer chistes: diferenciaba entre lo que te muerde el corazón y la astracanada.
- También cunde el olvido entre los galleguistas para el hombre que logró que la RAE reconociera el gallego como lengua y no como dialecto.
-Si había alguien que quería a su tierra, que defendía su naturaleza y tradición, que idolatraba a su Coruña natal, si había alguien pendiente de sus paisanos, muchos de los cuales venían a casa a pedirle favores, ese era Wenceslao.
- Dijo de Castelao que era el «Gandhi gallego».
-Y defendió que doña Emilia Pardo Bazán, su maestra, fuera la primera mujer en la RAE.
- Entonces, ¿por qué ese silencio sobre él?
-El precio por ser un liberal, al que la derecha tildaba de izquierda y al revés. Esa fue su desgracia. En realidad, un defensor del débil, del humilde...
- Como él: hijo de maestro y costurera, la muerte temprana del padre le impidió ir a la Universidad.
-Me confesó que le hubiera gustado ser médico y que su amistad con Marañón venía en parte por la admiración hacia su profesión. Pero se tuvo que poner a trabajar muy joven y a los 15 años inició su carrera periodística en la cabecera coruñesa de «La mañana». Llegó a dirigir el «Diario Ferrolano». Después, ya sabe que le llamó Luca de Tena al ABC.
- ¿Qué aprendió de él?
-El gran respeto a «Manina», la abuela, en torno a la cual se unieron todos como una piña, y hacia él y su trabajo. Cuando mi hermano Antonio Luis y yo corríamos por los pasillos de la casa de Alberto Aguilera se le oía desde el estudio, donde escribía en batín pero nunca en zapatillas, «me estáis machacando el cráneo». Luego nos decía «no se os ocurra ser periodistas ni escritores porque de esto no se vive bien». Así que nos hicimos uno médico y otro economista.
- Hoy el alma del escritor vive en Villa Florentina, la casa familiar de San Salvador de Cecebre
-Yo espero que su alma esté en el Cielo. En Cecebre lo que hay es mucho vivido en la casa sobre el monte que compró «Manina» y el bosque animado. Allí está la Fundación WFF y cada sábado hay cita cultural.
- Y están los árboles que plantó su abuela .
-Y que abrazándolos le hizo prometer a mi hermano que no los cortaríamos nunca.
- WFF se adelantó a los ecólogos 50 años.
-Es el primer defensor de la fraga gallega y «El Bosque animado» es un canto a la vida y la naturaleza frente a la desolación de la guerra. Porque era un pacifista y un liberal. Y sobre todo una buena persona.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete