FERIA DE FALLAS
Navalón quiere ser torero
El novillero de Ayora, educado taurinamente en Albacete, corta la oreja de más peso en una tarde interminable en la que un maduro Peñaranda golpéo primero y estrenó la puerta grande de las Fallas 2024
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Iniciar sesiónSe abrochaban los abrigos hasta la barbilla y se colocaban mantas sobre las rodillas los aficionados para paliar el frío de Valencia. Era el estreno de las Fallas y Alejandro Peñaranda fue el que golpeó primero hasta marcharse a hombros por la puerta ... grande en un espectáculo interminable que se alargó casi tres horas. El otro puñetazo, el más ilusionante, el más enrazado y en novillero, lo pegó Samuel Navalón, que se quedó en el umbral de la salida a hombros y tuvo que conformarse con una oreja. La de más peso de la tarde. Ambos, por cierto, educados en la escuela de Albacete.
Venía Alejandro Peñaranda con el aval de su clamoroso triunfo en la miniferia valenciana de octubre y con su victoria en las novilladas nocturnas de Las Ventas. A por todas, se marchó a portagayola con un Afanoso al que le costaba mucho humillar y que no quería jaco. El torero de Iniesta brindó una faena que se vio condicionada por el viento. Y más aún en esos terrenos fuera de las tablas para que el de Chamaco no se aculase pronto. Con sobriedad castellana planteó las series, en las que trató de templar y alargar la embestida, con mucho oficio. Pese a estar por encima, se extendió demasiado, tónica de todos los novilleros. Calentó al personal en las bernadinas finales -sin espada-, muy ceñidas. Se tiró a matar con rectitud y paseó la primera oreja de las Fallas 2024.
Movió bien el capote Samuel Navalón -que no perdonó sus turnos de quite- en dos verónicas y media. Serio y de espectacular pelaje este segundo, al que cuidó en el peto. Bien lidiado por Soler, lo banderillearon con eficacia Revuelta y López. Brindó el de Ayora al público y a los damnificados por el incendio del Campanar y se plantó de rodillas con un afarolado. Entrega desde el principio con un Bravío que nunca se entregó. Allí el que se entregaba, más allá de los toreros, era Eolo. No le importó a Navalón, firme por ambos pitones, con mucha decisión siempre. A punto estuvo de sufrir un percance cuando perdió la cara al novillo, que acabó rajado en tablas.
¿Quién es Javier Zulueta, el torero del que todos hablan?
Rosario PérezSu deslumbrante debut con picadores en Olivenza ha puesto en boca de todos los profesionales y aficionados el nombre de este hijo del alguacilillo de la Maestranza, que entra a matar al carretón con su madre -«si pincho, me da más miedo su bronca que el toro»- y desde niño «soñaba con ser Morante de la Puebla»
Era el segundo paseíllo con los del castoreño de Alberto Donaire, que se las vio con un tercero más 'aniñado' que sus anteriores hermanos y muy huido de salida, frenado y sin clase. No ayudó tampoco la mala colocación de los puyazos con un Endiablado que no se empleó en ningún encuentro. Se desmonteró Sergio Pérez mientras Donaire se preparaba para brindar a los tendidos. Molestaba muchísimo entonces el viento, el novillo se movía sin ritmo y el novillero, con tantas ganas como falta de bagaje, resultó prendido en un derechazo. Sin consecuencias por fortuna. Una serie al natural tuvo mayor intensidad. Otra más con gusto a pies juntos, aprovechando ese mejor pitón zurdo. Se atascó con el verduguillo y se anotó dos avisos.
Feria de Fallas
- Plaza de toros de Valencia. Sábado, 9 de marzo de 2024. Primera de la feria. Cerca de un tercio de entrada en tarde de frío y viento. Novillos de Chamaco, desiguales de presencia, sin clase ni entrega la primera parte; se dejó más la segunda.
- Alejandro Peñaranda, de sangre de toro y oro. Estocada tendida (oreja). En el cuarto, estocada tendida. Dos avisos (oreja). Salió a hombros.
- Samuel Navalón, de sangre de toro y oro. Pinchazo, estocada trasera tendida y tres descabellos. Aviso (saludos). En el quinto, estocada tendida (oreja y dos vueltas al ruedo, con broca al presidente).
- Alberto Donaire, de azul rey y oro. Estocada caída y atravesada y cinco descabellos. Dos avisos (silencio). En el sexto, estocada desprendida (petición y vuelta al ruedo).
- Se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas por el incendio en el barrio de Campanar.
No fue ningún dechado de bravura el cuarto en el caballo, con el que el varilarguero no tuvo su mejor tarde. Tras brindar a Rubén Pinar, Peñaranda se lo sacó con listeza y se puso pronto a torear en una serie ligada con un Sanluqueño que acudía con nobleza y se abría tela, por lo que tenía que ganar un paso para no quedar descolocado. De momento, fue el animal que más se dejó: lástima que el vendaval no le permitiera dominar los trastos, aunque su madurez ahí quedó de nuevo. Toreros los ayudados finales y un cañón con la espada, pero cayó tendida y tardó en doblar el ejemplar de bautismo gaditano. Hasta el punto de anotarse dos recados presidenciales. A las siete de la tarde -dos horas después del arranque del interminable festejo- paseaba la oreja que le abría la puerta grande.
Los ajustados estatuarios de Navalón prendieron la mecha en el quinto, que se movió con nobleza. Lo alegró en la distancia larga aprovechando las inercias hasta ir acortando terrenos. Con desparpajo y desenvoltura anduvo el valenciano en la faena de mayor calado. Buscó la complicidad con los tendidos en unos molinetes, creyéndoselo siempre el torero, resolutivo. Valentísimo el broche, desde las bernadinas a la espaldina y el desdén. Sabedor de que tenía el triunfo en sus manos, se tiró a matar con rectitud mientras se nublaba su mirada, emocionado por lo hecho. La tardanza del usía en asomar el primer pañuelo abortó la opción de puerta grande. Se lo recriminó la afición con una bronca de órdago después de que Samuel paseara una oreja de ley.
Bonito gesto de Donaire brindando el sexto a Román en vísperas de su encerrona en esta misma plaza. Quiso imprimir gusto con otro novillo que se dejó -fue más 'fácil' esta segunda parte- y en el que levantó la petición tras una efectiva estocada. Tuvo que conformarse con la vuelta al ruedo.
Cuando el reloj rozaba las ocho de la ya noche, Peñaranda se marchaba a hombros y sus compañeros a pie, aunque el runrún lo dejó Navalón: uno que quiere ser torero. Como ya demostró desde su Kilómetro Cero de Vistalegre. Apunten su apellido.
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