Los cuatro momentos de Morante en Las Ventas
Repasamos cuatro detalles que son ya historia de la Tauromaquia
De cañas con Morante tras la locura de la puerta grande: «Ojalá me quede mucho, pero no lo puedo asegurar»
'Morante mori'
El toreo de Morante no se mide por los trofeos, oreja más u oreja menos. Ni por el reglamento. ¡Despojos! ¡Legajos! Morante toreó el domingo como nunca había toreado en la Monumental de Las Ventas. Se presentó a las siete de la tarde con ... el decíamos ayer… de la extraordinaria faena del pasado día 28 a un toro de Garcigrande. Le quedaban lecciones por dictar. Repasamos cuatro momentos que ha dejado Morante en la Monumental en esta Feria de San Isidro.
1

Trincherilla monumental
Sin forzar la figura, sin afectación, naturalidad y la fuerza de ir hacia adelante. La trincherilla fue el colofón de un comienzo de faena en donde el sevillano fijó las embestidas del toro de Garcigrande con despaciosidad y poder, hasta llegar al remate que resultó monumental. La mano izquierda por bajo, guiando y sometiendo la embestida humillada. La derecha, con el estoque, acompaña con sublime torería.
2

Temple a la verónica
Morante ha toreado con el capote a cámara lenta, con el temple de los elegidos. Los pies quietos, y a jugar los brazos ¡Cómo si fuera fácil! Despacio, siempre muy despacio, el toro embebido en los vuelos con los pitones pasando muy cerca. El milagro misterioso del temple ante un toro recién salido de chiqueros y con toda su fuerza en las arrancadas.
3

Estocada, la gloria
La estocada quedó arriba. Se le había negado la suerte suprema como colofón a la gran obra de su primera tarde en Las Ventas, pero el domingo se perfiló con fe y se tiró en rectitud para dejar el estoque en su sitio, y dar el primer aldabonazo del día que alcanzó el sueño de Madrid. Levanta la mano, sabe que está acariciando la gloria.
4

Llegaba lo mejor
Al cuarto de Juan Pedro Domecq lo descubrió el de La Puebla a base de valor y buen toreo. La figura quieta, la muleta atrás y la mano en el pitón. «Ya te he dominado» parece decirle justo antes alcanzar por naturales el cenit de toda su tarde, puede que hasta de toda su carrera. Esa apostura, esa firmeza ante la cara lo confirman.
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