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ABC Cultural

Victorino Martín: «No abundan los bravos entre los políticos y el Congreso parece una escuela de parvulitos»

Desde la dehesa brava, tesoro ecológico, el ganadero de lidia asegura que el mundo del toro se ha convertido en «punta de lanza frente a la censura y la imposición del pensamiento único»

Victorino Martín García posa con el retrato de su padre al fondo en su finca cacereña de «Las Tiesas de Santa María» Fotos: Guillermo Navarro
Rosario Pérez

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La carretera es un lienzo vacío. Extremadura ha cerrado perimetralmente sus pueblos. Alguno aún conserva las luces de Navidad. Apagadas ya, como la sonrisa de un niño sin sus «chuches». En Trujillo, un joven al frente de una tienda de gominolas dice que ... con la borrasca se ha retrasado el reparto: «Lo siento, muchacho, pero no me quedan». Apenas diez kilómetros más arriba de la cuna de los conquistadores , entre el rocío y la escarcha, un becerro recién nacido busca los calostros. Hay vida después de tanta muerte... La plenitud total estalla en «Las Tiesas de Santa María» , territorio de Victorino , eterno guardián de la casta. El hierro de la A coronada y una hilera de encinas asoman tras la curva. Al fondo, sobre una alfombra verde –en esta zona cacereña de Portezuelo no ha cuajado la nieve–, braman los toros, una amplia camada después de la sequía taurina de 2020. Sobre una charca, se alarga el reflejo de dos albaserradas con trapío para Madrid. En lo alto de un cerro, un cárdeno con dos velas monumentales hace amago de arrancarse. Son la joya de la finca, con Victorino Martín García al frente.

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