El Teatro Real estrena 'El abrecartas', la ópera póstuma de Luis de Pablo

El tenor Airam Hernández y los barítonos Borja Quiza y José Antonio López encarnan respectivamente a los tres poetas. Vestidos de paisano, es difícil imaginárselos en la piel de los tres poetas. Quiza luce una larguísima melena que hay que esconder en escena bajo una calva artificial, y a López le pasa todo lo contrario. «El trabajo del departamento de caracterización es verdaderamente espectacular», coinciden los tres. También convienen al señalar lo especial que es encarnar a tres figuras tan relevantes de la literatura y la historia españolas. «Para mí -resume José Antonio López el sentir de los tres-, es al mismo tiempo una responsabilidad enorme y un placer». «Una responsabilidad compartida -matiza Airam Hernández-, porque en realidad no tenemos el peso a las espaldas de lo que vamos a cantar y contar. La responsabilidad directa es de Vicente Molina Foix y de Luis de Pablo, aunque es cierto que los personajes que va a ver el espectador aparecen filtrados por nuestras experiencias y nuestras vivencias. A mí me da muchísima pena el hecho de no poder haber hablado con Luis de Pablo, uno de los compositores españoles más importantes».

«Yo tuve la oportunidad de conocerle y cantar una obra suya en un concierto homenaje que se le hizo en este mismo teatro en su 80 cumpleaños -recuerda Borja Quiza-; me pareció una persona encantadora, tremendamente culta e interesante , y además muy agradecido hacia todos los artistas que participamos por el esfuerzo de todos para poner en pie sus obras; me dio una pena terrible que por unos meses no haya podido llegar a poder ver su ópera».

No es muy habitual que un cantante de ópera interprete a personajes reales. Encarnar a estos tres iconos les ha permitido a los tres realizar un trabajo previo de investigación que, aseguran, ha sido muy satisfactorio. «Yo incluso he escuchado hablar a Miguel Hernández, y no nos parecemos en nada -ríe José Antonio López-. Hay un trabajo de caracterización y otro de interiorización del personaje ; además, tenemos que hacer lo que nos diga el director, que tiene su visión». «Personalmente -apunta Airam Hernández-lo he tenido más difícil en este sentido porque no hay constancia de la voz de García Lorca; dicen que se le escucha a lo lejos en una de las canciones del disco que grabó con la Argentinita. Pero me he leído la novela tres o cuatro veces, he leído y releído a Federico, y he buscado muchísima información y documentación gráfica sobre él. He conocido obras que no conocía, como 'El público'». «Yo canté aquí en el Real la ópera de Mauricio Sotelo sobre esta obra», recuerda José Antonio López. «Yo también he releído obras de Aleixandre como 'La destrucción o el amor' o 'Ciudad del paraíso' -completa Borja Quiza-. Sí hay material audiovisual de él, pero sobre todo de mayor, y aquí se habla de los años treinta... Pero al final nosotros tenemos un raíl, que es la música y el texto . No se trata de una imitación porque estamos supeditados a la partitura, es una recreación».

Quiza habla también del código de esta ópera; «es muy particular cómo se cuenta la historia, porque se basa en una novela epistolar en la que no hay un narrador, sino una correlación de correspondencia entre unos personajes, unos conocidos y otros no, y es el lector el que va construyendo su propia línea argumental. Es un puzle, un mosaico en el que los protagonistas son el amor, la desolación, la destrucción... Pero no hay un protagonista físico, y todo lo que vemos es la interpretación de la realidad a través de una carta. Nada es real, es una especie de ensoñación, como si fueran todos fantasmas flotando en un espacio neutro; ni siquiera interactúan entre ellos». «Es curioso -interviene Airam Hernández-, porque ninguno de los personajes reales, salvo un caso puntual, habla ni escribe ninguna de las cartas; y en el caso de Aleixandre se trata de una respuesta a un personaje ficticio; la historia se cuenta 'a través de', aunque se base en situaciones e historias reales».

«Hay un contexto histórico -sigue el tenor-, pero no hay intención de exaltar la confrontación entre las dos Españas , sino de hablar de las personas, de sus relaciones personales, sus desencuentros amorosos, sus relaciones homosexuales prohibidas». «Lo que sí creo que se transmite -apunta Hernández- es la nostalgia de no tener a escritores como Federico García Lorca o Miguel Hernández, que murieron con 35 y 31 años respectivamente. Y esa tristeza sí se transmite». Completa Quiza: «No juzga. Los hechos históricos son los que son, y muestra cómo afectaron a una serie de vidas», «El final de la ópera es muy sorprendente, un dúo 'a capella' sobre un poema de Aleixandre que da a entender que lo que al final nos salva es la cultura, la poesía, la palabra al fin y al cabo».

El ambiente fantasmagórico del que habla Borja Quiza tiene reflejo, coinciden los tres cantantes, en la partitura de Luis de Pablo, en la que se muestra la inquietud y la cultura del compositor y que tiene entusiasmados a los tres cantantes. «El abanico de texturas es enorme; la plantilla orquestal es muy grande, y con instrumentos poco habituales, como el glockenspiel, la batería en calypso, el acordeón, el saxofón... », cuenta el barítono. «Hay también alegría, nostalgia, anhelo -dice López-; me ha sorprendido la manera de colorear y la maestría con respecto a las voces, que no siempre ocurre en la ópera contemporánea».

Con la iglesia hemos topado. ¿Qué le aporta este repertorio a un cantante lírico? «Está muy bien interpretar a Verdi o a Mozart -responde Hernández-, pero nuestra obligación es comprometernos con los compositores de nuestra generación ; ése es nuestro legado, dar visibilidad y espacio a este repertorio. Es nuestro lenguaje, es el resultado de lo que estamos viviendo, de estos tiempos convulsos, de la exaltación de la individualidad». «La ópera contemporánea me trae al presente y al momento en que vivo -añade López-. Y yo apuesto por eso, porque me transporta aquí. Sí, hago música de hace 200, 300 o 500 años. El tiempo decidirá si la música de hoy perdura o no, pero creo que como intérpretes y como artistas deberíamos comprometernos con la nueva creación. Si funciona o no, si gusta o no, eso ya no depende de nosotros». «Pero el compromiso tiene que existir -afirma Quiza-. Es verdad que es un reto enorme y te aporta otras cosas. A mí lo que me interesa mucho como artista es diversificar y hacer de todo, porque eso me convierte en mejor artista mañana. Es verdad que en la ópera contemporánea, la belleza de la voz no es la protagonista, el objetivo ni el disfrute, y por eso muchos cantantes se alejan de ella». «Yo creo que sí, depende de cada compositor», discrepa Hernández, que concluye: «En cualquier caso, la música contemporánea es una asignatura pendiente en los Conservatorios». Pero eso merecería otra larga conversación.