Haneke: «No hago películas para que la gente sufra; si lo hace, tendrá sus razones»
El Teatro Real presenta esta tarde una nueva producción de «Così fan tutte», firmada por el cineasta que no estará en el estreno por encontrarse en Los Ángeles, donde mañana se celebra la gala de los Oscar, en los que opta a cinco estatuillas
susana gaviña
Michael Haneke (Múnich, 1942) rompió esta semana el enclaustramiento que ha vivido durante dos meses, los dos meses que lleva en Madrid preparando el estreno de una nueva producción de «Così fan tutte», que se estrenará esta tarde en el Teatro Real, donde se podrá ... ver hasta el 17 de marzo. Tiempo en el que ha guardado celosamente los detalles de este nuevo montaje, realizado en coproduccion con De Munt/La Monnaie de Bruselas, y que estará dirigido musicalmente por Sylvain Cambreling. «Déjense sorprender», replicó en su primer acto público ante la insistente curiosidad.
Ninguna foto ha trascendido hasta de la nueva producción y, si se conoce algo de la relectura del cineasta austriaco, ha sido a través de algunas sugerencias deslizadas estos días por el director artístico del coliseo madrileño, Gerard Mortier, artífice de la presencia en Madrid de Haneke, al que empujó a tirarse a la piscina de la dirección operística hace siete años con el estreno en París de «Don Giovanni».
Tras rechazar quince ofertas para volver a la ópera –«no era yo la persona adecuada para hacerlas»–, sólo el director belga ha logrado convencer al cineasta para volver a la escena lírica. Haneke repite de la mano del mismo compositor y libretista –«Da Ponte utiliza un lenguaje realista y yo me considero un director realista»–, con la seguridad de no culminar la cumbre con éxito (en París el estreno fue abucheado): «Con las grandes óperas como las de Mozart estás condenado a fracasar. La cuestión es saber a qué nivel vas a hacerlo», confesó el cineasta esta semana en el Círculo de Bellas Artes de Madrid después de recibir la Medalla de Oro por toda su carrera.
«Con Mozart estás condenado a fracasar, la cuestión es a qué nivel»Rodeado de fotógrafos y ante un auditorio repleto de estudiantes, Haneke, vestido de riguroso negro, iluminado por su barba y cabello blanco, recogió ayer, entre vítores y aplausos, como si de una estrella pop se tratara, este galardón. «Es un honor al tratarse de un premio cultural que viene de un país como España, que está lleno de cultura», agradeció el realizador de filmes como «Funny Games», «La pianista», «La cinta blanca», «Caché» y «Amor», en las que ha abierto y diseccionado, a través de la violencia y el dolor, los pliegues de la condición humana.
«No quiero hablar de ópera»
La cita, seguida de una rueda de prensa multitudinaria, sirvió de excusa para abordar al cineasta alemán, nacionalizado austriaco, desde dos flancos: el operístico y el cinematográfico. Mientras en el primero regateó con elegancia casi todas la preguntas; en el segundo se mostró más generoso. «No quiero hablar sobre la ópera. Prefiero hacerlo sobre mis películas».
«No quiero dar un manual de instrucciones sobre cómo son mis películas»Es al cine al que Haneke le debe todo lo que es. «Uno aprende mucho a partir de lo que ve y yo soy el fruto de lo que he visto tanto positivo como negativo». Aunque tampoco aquí regala muchos detalles. «No quiero dar un manual de instrucciones sobre cómo son mis filmes. Espero que el espectador los vea con sus propios ojos».
En vísperas de vivir dos veladas intensas, Haneke dejó claro cuál le preocupa más: «Estoy más nervioso por la gala de los Oscar (que se celebrará el domingo) que por el estreno del Real», al que no acudirá por estar volando hacia Los Ángeles, reconoció el cineasta, cuya película «Amor» está nominada en cinco categorías:mejor película, director, actriz, guión original y película de habla no inglesa. En cuanto a qué estatuilla tiene más valor para él, contestó entre risas: «Todas».
¿Nos va a hacer sufrir tanto con la ópera como con sus películas?, le espetó un periodista. «Yo no hago películas para que el espectador sufra; si lo hace, quizá tenga sus razones», se defendió. «Cuando hago una película quiero que la gente se emocione. En “Amor” se habla de algo que afecta a todas las familias». Los temas que le motivan a escribir y dirigir son aquellos «que me incomodan, que me inquietan. Me hacen pensar y empiezo a trabajar sobre ellos».
«El historicismo puro es una ilusión»Llevado de nuevo a la arena operística, Haneke se mostró contrario a situar las puestas en escenas en la época original:«El historicismo puro es una ilusión porque no sabemos cómo era la ópera en el siglo XVIII. Y, además, resultaría extraño para los ojos y los oídos de hoy». El director se muestra partidario de combinar pasado y presente. En el caso de su «Don Giovanni», transformó al protagonista en un tiburón de las finanzas y lo trasladó a Wall Street. En «Così fan tutte» marida la estética actual, tanto en vestuario como la escenografía, con la del siglo XVIII (la ópera fue estrenada en 1790, un año antes de la muerte de Mozart).
Sobre la historia narrada por Da Ponte, el cineasta no entra a valorar su moralidad, tan solo plantea varias preguntas en las notas al programa. «¿Por qué Don Alfonso se ha casado con esta Despina, cuando se trata de una extranjera y es veinte años más joven que él? ¿Por qué cree él que ella le engaña? ¿Por qué él la tiene que humillar? ¿Por qué ella le tiene que humillar? ¿Por qué Despina está tan triste? ¿Por qué se muestran todos tan desesperados, tan encaprichados y tan altivos?». Esta tarde serán los espectadores del Real los que deberán buscar sus propias respuestas.
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