'Mayhem' de Lady Gaga, un gatopardo dance-pop en tiempos oscuros
La cantante neoyorquina vuelve a entregar una ristra de hits de baile que remite a sus inicios
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Nacho Serrano
Dice Lady Gaga que 'Mayhem', su octavo trabajo de estudio, es un disco de 'electro grunge'. Astuta boutade de la neoyorquina para disfrazar un gatopardismo estilístico que sigue divirtiendo, pero que no sale del bucle. De hecho, algunos fans le han acusado ... de «recalentar sus nachos» refiriéndose a que se parece demasiado a sus primeros discos, y ella ha tenido que salir al paso diciendo: «Mis nachos son míos, yo los inventé y estoy orgullosa de ellos».
Con la premisa de que puede sonar como le salga de las narices siempre que siga pareciéndose a ella misma y no a otras, Lady Gaga enarbola el cacareado 'regreso a los inicios' para presentar canciones nuevas que podrían ser viejas, justo lo que mejor les entra a los fans de toda la vida. Y aunque no sea una actitud muy valiente, sí que es eficaz porque un hit, es un hit. Y aquí hay unos cuantos.
Si aceptamos grunge como animal de compañía, podríamos establecer que Lady Gaga siempre ha sido un poco grunge, por la indefectible afectación dramática de su entonación y por la constante reivindicación del yo frente a un mundo desasosegante. Y de eso va el título 'Mayem', que se puede traducir como 'caos', una palabra que a cualquiera evocará el desorden mundial actual.
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Ella, que ha calificado la victoria de Donald Trump como «devastadora para las vidas de mucha gente», parece estar cantándole a su país cuando en la primera canción del repertorio, 'Disease' ('Enfermedad'), frasea: «Poison on the inside / I could be your antidote tonight / Screamin' for me, baby / Like you're gonna die (...) I can smell your sickness / I can cure ya» («Tienes el veneno dentro / Yo podría ser tu antídoto esta noche / Grita para mí / Como si fueras a morir (...) Puedo oler tu enfermedad, puedo curarte»).
Pero más que un álbum político con consignas explícitas de lucha, lo que hay en 'Mayhem' son metáforas de resiliencia adaptativa, otro elemento gatopardista que aparece ya en la segunda canción, la discotequerísima y estribillesca 'Abracadabra', donde dice: «Save me from this empty fight / In the game of life» («Sálvame de esta lucha vacía / En el juego de la vida»). Báilese quien pueda.
«Ve a buscar a tus amigos y reúnete conmigo en la pista / ¿Te has quedado sin caramelos? Puedo conseguirte más / Empiezas a arrastrar las palabras y yo empiezo a chillar», canta con golfería fiestera en la muy dosmilera 'Garden of Eden', otro de los claros hits del disco, en el que una cosa tan presuntamente demodé como un riff de guitarra eléctrica resulta clave para sostener la pegada.
'Perfect Celebrity' es probablemente la canción más interesante a nivel de letras, por su descarnado retrato del mundo del espectáculo: «Estoy hecha de plástico como una muñeca humana. Me empujas y me zarandeas, no me duele nada. Hablo en círculos, porque mi cerebro, me duele. Dices «te amo», y me desintegro. Me he convertido en un ser notorio. Te encanta odiarme. Soy la celebridad perfecta. Tú me haces ganar dinero, yo te haré reír».
Tras la resultona y no muy memorable 'Vanish into you', un claro influjo de Prince asoma en 'Killah', tema bisagra que abre la paleta más ochentera del disco, donde entran 'Zombieboy', dedicada a su difunto amigo Rick Genest, y 'Lovedrug', con ese comienzo casi entre U2 y Phil Collins. Resulta sorprendente 'How bad do U want me', pero no por insólita o arriesgada, sino por su flagrante prurito radioformulero e incluso Taylorswift-esco; y resulta aburrida, por convencional, intrascendente y predecible, 'Don't call tonight'. Un relleno descarado.
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Lady Gaga tira otra vez de sonido referencial, esta vez con Michael Jackson en el punto de mira, para levantarle el ánimo a 'Shadow of a man', antes de pararse casi en seco con 'The beast' y 'Blade of grass', dos baladas para el lucimiento vocal de la artista que en realidad no aportan demasiado al conjunto de un álbum que, llegados a a este punto, había que cerrar en lo más alto posible con un pepinazo. Para aquí ha reservado uno ya contrastado, el 'Die with a smile' a dúo con Bruno Mars que s publicó como adelanto, que ya acumula más de 2.000 millones de reproducciones en Spotify, y cuyo título lo dice todo: si el mundo se va a la mierda, al menos démonos el placer de sonreír. Lo dicho: báilese quien pueda.
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