EL JUKEBOX DE LA HISTORIA
Forajidos de leyenda
Johnny Cash, Waylon Jennings, Merle Haggard, Kris Kristofferson y Willie Nelson,los héroes del Outlaw Country
MANUEL DE LA FUENTE
Sus nombres han escrito alguna de las páginas más rebeldes y pendencieras de la música popular norteamericana. Sus voces son resecas como la arena del desierto de Mojave, y sus caras, curtidas y afiladas como el gélido viento del invierno en Wyoming.
Son vaqueros, por ... mucho que alguna vez se les vea por Hollywood. Son, agárrense el revólver, Johnny Cash, Waylon Jennings, Merle Haggard, Kris Kristofferson y Willie Nelson. Nacieron a mediados de los años 30, con el polvo y el viento de la Gran Depresión barriendo su infancia . Alguno, Merle, incluso, en un vagón de carga. Fueron tipos duros ya desde la cuna.
Vivieron deprisa, deprisa, y no le hicieron ascos a los espiritosos, ni a la maría, ni a las anfetas, ni a todo tipo de estimulantes y pirulas en líneas generales, que sabido que es que la vida en la carretera, de honky-tonk en honky-tonk es dura, aunque tuviesen el buen humo de fundar un supergrupo entre cuatro de ellos (Johnny, Waylon, Willie y Kriss) que precisamente se llamó The Highwaymen , los hombres de la autopista.
Fuera de la ley
Crecieron lejos del Este, todos más allá del Mississippi y vivieron y cantaron con un pie en cada lado de la ley. Aunque parezca mentira, y después de este currículum, todavía tres de ellos siguen dando guerra: Kris, Willie y Merle. Se les conoce como los «outlaws», los fuera de la ley del country. Porque hicieron de la música campera algo más que unas tonadillas bucólicas y silvestres que olían a ternero. Rompieron el molde del clásico, tópico y típico sonido de Nashville y le echaron (y le echan) toda la leña que pueden al fuego de la canción popular.
No tienen pelos en la lengua, y gastan barbas canas y miradas desafiantes. No van vestidos como para un día festivo y de rodeo, pero sus botas de serpiente se han pateado medio mundo. Su música es profunda y genuinamente americana. Música de perdedores, de trenes sin retorno, de penas y penales, de hambrunas y sequías. Sus canciones son, sencillamente, rosas de redención. Y ellos, eternos forajidos de leyenda.
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