Enric Jaume, el joven que compone réquiems mientras resuelve ecuaciones
El gerundense, de 19 años, ha sido el finalista más joven de la 34º edición del Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE y el CNDM, donde obtuvo el segundo premio
El músico estudia además la carrera de Matemáticas y es sardanista
Sonidos del futuro: los compositores que trabajan en el eléctrico

Enric Jaume Masferrer
Mientras que Enric Jaume Masferrer resuelve problemas de álgebra lineal, compone poemas sinfónicos. La pasión por la música le viene de familia, pero no por la dedicación, sino por el empeño de unos padres que alentaron a sus tres hijos a estudiarla. «Era algo ... casi obligatorio. Aunque mis padres no son músicos siempre nos han animado a aprender en la escuela de mi pueblo», reconoce el joven. Y allí, en Santa Coloma de Farners (Gerona), lo que era una afición se convirtió en la posibilidad de un futuro. Ahora, con solo 19 años, el catalán ha sido premiado en la 34ª edición del Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE y el Centro Nacional de Difusión Musical, donde ha sido el finalista más joven de este año.
«No entraba en mis planes presentarme, pero un profesor me lo recomendó. La experiencia me ha enriquecido mucho», reconoce el catalán. Es la primera vez que una obra suya se estrena en un auditorio. «Me asombró el contacto que mantuve con los músicos que más tarde interpretarían mi pieza». Para el artista, componer es uno de los aspectos fundamentales de su vida. «Componer es poder tener voz para, sin ningún tipo de prejuicio, poder transmitir lo que quiera. Igual no es algo tan directo como la literatura, en la que siempre hay un punto clave como es la palabra, pero se intenta a través de algo tan abstracto como es el sonido».
'Cants de plaga'
La obra que ha compuesto para el certamen, 'Cants de plaga', es un alegato a su tierra, su lengua y su hogar. «Al mismo tiempo que buscaba una soprano, trataba de hallar un texto para mi obra y me encontré con una crónica de la peste en Barcelona escrita en catalán. Era la oportunidad para plasmarla sobre una faceta artística». La mayoría de óperas están escritas en italiano, alemán, francés o inglés y rara vez en español. «El catalán es inexistente, por eso quise darle prioridad a un idioma que hablo en casa día a día».
Para Enric, su hogar, Santa Coloma de Farners, una localidad a unos treinta kilómetros de Gerona, es esencial para describir su vinculación con la música. Allí dio sus primeros pasos, que más tarde le llevarían a cursar el grado medio de clarinete en el Conservatorio de Música Isaac Albéniz de la capital. Fue ahí donde empezó a despertar otra de sus grandes pasiones: la composición. «Aunque toda la vida me he dedicado a la interpretación, la composición siempre ha estado presente. Me gusta más estar detrás, estar en mi casa componiendo tranquilamente, sin pasarlo mal delante de la gente. No es que me sienta más obstaculizado, pero es cierto que al tocar te sientes más determinado por unas directrices», reconoce Enric. Bajo la tutela de Miquel Sunyer, comenzó a estudiar Composición y Contrapunto, claves para tomar una gran decisión en su futuro.
«Nos pintan muy mal el futuro musical, pero quiero dedicarme a ello. Aunque me encanta la composición, cada vez me atrae más la faceta de director. Mi sueño es poder ejercer esta doble faceta de director y compositor como una realidad laboral tanto aquí, en España, como en el mundo». Enric no es como la mayoría de chicos de su edad. «La sociedad ha estigmatizado la música clásica como algo difícil, elevado, intelectual y que es solo para la gente que lo entiende. Muchos jóvenes y no tan jóvenes lo ven así». Para él, su objetivo es llegar a todas las personas que se pueda y empezar a atraerlos a conciertos de música clásica contemporánea. «Es una pérdida cultural muy grande y es un problema que hay que trabajar».
Ahora compagina su vocación musical con las matemáticas. «Son dos cosas completamente distintas, pero hay belleza en ambas. La música es puro sentimiento y estado de ánimo, las matemáticas son teóricas. A pesar de las diferencias se complementan muy bien». A lo largo de los casi treinta años de existencia de la Facultad de Matemáticas de la Universidad Politécnica de Cataluña, sus responsables se dieron cuenta de que muchos estudiantes de matemáticas tienen al mismo tiempo vocación musical y han estudiado el grado profesional. Muchos de los que llegan a la universidad han tenido que escoger entre las matemáticas y la música. Algunos han hecho las dos titulaciones por su cuenta, pero les ha costado muchos años por la falta de un plan de estudios adaptado. De modo que el plan de doble titulación que ofrece la universidad pretende paliar esta carencia.
No solo la música clásica forma parte de su vida. También la tradicional. Su trabajo, además de formarse como compositor y matemático, es tocar sardanas. «Es ahí donde he visto que la música conecta con la gente hasta el punto de hacerlos bailar». Enric toca el flabiol y el tamborí en la Cobla Principal de Bañolas y colabora con la Cobla-Orquestra Selvatana y la Cobla Conrad Saló.
Sus maestros, Victoria y Schnittke
Cuando Enric hace un balance de su vida académica y ahora profesional, se da cuenta de que hay un elemento clave que le ha ayudado a mantenerse constante en el mundo de la música. «La pasión de mis profesores desde la primera clase ha sido crucial. En muchas ocasiones los alumnos no la comparten porque están un poco quemados o tienen otros aspectos en su vida que les emocionan más. Para mí mis maestros han sido determinantes», responde contundentemente.
Actualmente el joven es estudiante de segundo curso de Composición en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC), bajo la tutela de Mauricio Sotelo. Sin embargo, muchos otros maestros que le han precedido como Albert Guinovart, Hara Alonso, Jenny Sunesson o Ann Cleare han hecho que hoy este joven catalán quiera dedicarse a la música.
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Sus profesores han sido importantes, pero también lo han sido algunos compositores que han influido fuertemente a lo largo de su carrera. «Me gusta muchísimo la obra de Tomás Luis de Victoria y la capacidad que tiene para crear atmósferas sonoras. También Alfred Schnittke, un compositor ruso con un trabajo muy variado en el que cada obra es un mundo aparte». Ambos, asegura Enric, son distintos, pero le hacen sentir lo mismo cuando escucha algunas de sus composiciones.