Música brasileña: una banda sonora en manos de la fusión
Géneros como la samba o la bossa nova han evolucionado gracias a la influencia de ritmos más modernos confiriendo un nuevo espíritu a la cultura musical brasileña
FRANCISCO CHACÓN
La inmensa riqueza musical de Brasil sustenta las bases culturales que rigen la excelente acogida prevista para recibir a los miles de fans olímpicos dispuestos a gozar con la bossa nova o la samba .
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Río de Janeiro ejerce una fascinación internacional como ... lugar idílico que encuentra en los ritmos populares su desencadenante para dejarse llevar por su atmósfera tropical y su invitación al paraíso de Copacabana.
Los sonidos del Brasil post-Lula y post-Dilma tejen una dimensión aterciopelada o rítmica que bebe de la tradición y se proyecta hacia la modernidad sin complejos, auspiciada por la fusión con la electrónica y el hip hop. El pasado, sin embargo, está muy presente y las leyendas no cesan de transmitir sus magisterio a través de las nuevas generaciones.
Nos miran desde el más allá Vinícius de Moraes, António Carlos Jobim, Tim Maia o Astrud Gilberto. Su legado puso en pie los cimientos de la nueva canción brasileña, siempre dispuesta al mestizaje con el fin de preservar la «saudade».
Os Mutantes representaban la psicodelia con tintes autóctonos y hoy son reverenciados hasta por el público «indie». Tom Zé nos refrescó su propuesta gracias al impulso encarnado por el sello Luaka Bop, fundado por David Byrne. Os Ipanemas mostraron hace más de 50 años sus armas de raíz africana , principal influencia para uno de los estandartes de los últimos años, Seu Jorge, destacado protagonista de la legendaria película «Ciudad de Dios», sobre los estragos de la violencia en las favelas.
Mientras Glauber Rocha consolidaba el Cinema Novo y «Orfeo Negro» ganaba la Palma de Oro en Cannes (1959) antes de hacerse con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, los tentáculos del Brasil sonoro se amplificaban como un elixir fraguado en una «Manhã de Carnaval», que diría el gran Luís Bonfá... con Gal Costa o Maria Bethânia en la recámara.
El jazz se hermanaba con la bossa y el mismísimo Frank Sinatra entonaba el clásico «The girl from Ipanema» . Stan Getz también caía rendido. Hermeto Pascoal, quien acaba de cumplir 80 años, y el mito del pianista Tenório Jr. se turnan en el altar. Y eso que el tropicalismo aún estaba por nacer, con Caetano Veloso ampliando los horizontes en las calles de Londres y Gilberto Gil presto incluso a echarse en brazos del «reggae», cuando todavía ni podía imaginar que sería nombrado ministro de Cultura. Arnaldo Antunes, Carlinhos Brown y la exquisita Marisa Monte revitalizaron esa estela en el arranque del siglo XXI, afianzando los postulados tribalistas.
Ayer, hoy y mañana se dan la mano sin complejos en el mismo Brasil embriagador que hizo a Michael Caine meterse en un «Lío en Río» bajo la dirección de Stanley Donen o a Wagner Moura sumergirse en las aguas de la «Playa del futuro», dentro de un laberinto de pasión homosexual.
Bebel Gilberto , hija del gran Joao, vio antes que nadie las insondables profundidades híbridas de la bossa nova y se apoyó en el audaz productor Suba (de origen serbio) para redefinir su esencia con toques «chill out». Por ahí transita en la actualidad Céu, deudora también del temple de Sade. Más desatada se revela Roberta Sá, culpable de dignificar las bandas sonoras de las telenovelas.
Moreno Veloso recicla el magisterio de su padre , gran amigo de Pedro Almodóvar, y Daniel Jobim se remite a su abuelo, guía espiritual de Carlos Berlanga.
Precisamente, los imprescindibles Caetano y António Carlos marcan el rumbo de Celso Fonseca, otro de los nombres sobresalientes del Brasil de 2016, al tiempo que Diogo Nogueira se ha hecho fuerte presentando un show televisivo a mayor gloria de la samba y Arlindo Cruz revitaliza el subgénero popular del «pagode».
Claro que es el sertanejo el estilo más atractivo a nivel comercial para los sufridos brasileños que encajan como pueden las embestidas de una inflación galopante (9,3%). Su principal representante: Wesley Safadao, rival en las listas de éxitos de la omnipresente Ivete Sangalo. Más clase destila esa inconfundible bossa nova electrónica que personifica Marcos Valle. Entre los DJs, arrasa el estrafalario MC Bin Laden, estandarte local en la onda de Skrillex o Diplo.
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