Carlos Álvarez: «Los cantantes con algún que otro galón debemos ahora asumir los riesgos»
El barítono malagueño canta el jueves en la inauguración del Festival de Música y Danza de Granada
Acaba de publicarse la grabación de «Otello» en la que canta el papel de Yago junto al tenor Jonas Kaufmann
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Iniciar sesiónAl otro lado del teléfono, suena su voz rocosa, rotunda, gravemente argéntea. Carlos Álvarez (Málaga, 1966) no deja lugar a dudas con ella: es cantante lírico, barítono para más señas. Y una de las grandes voces del panorama operístico internacional. Acaba de publicarse una nueva ... grabación de «Otello», de Verdi (Sony) en la que canta el intrigante papel de Yago junto a la gran estrella de hoy en día: el tenor Jonas Kaufmann, y bajo la batuta de Antonio Pappano. Además, el jueves volverá a los escenarios después del confinamiento para cantar, en la inauguración del Festival de Granada, el «Réquiem» de Mozart. No será, sin embargo, su vuelta al trabajo. La llamada de ABC le pilla en Sevilla, donde graba el programa de Canal Sur «Tierra de talento», en el que él participa.
-¿Cuándo han vuelto al trabajo en el estudio?
-Hubo un período que hicimos el programa desde casa, y hace dos semanas ya volvimos al auditorio de Alcalá de Guadaira, que es donde se graban los programas; ayer ya tuvimos público por primera vez -poquito y con todas las medidas de seguridad y de distancia-. Estuvo muy bien. Fue una vuelta parcial a la normalidad, a ver si esto sigue adelante y lo hacemos rápido, eficazmente y sin que haya más bajas.
-¿Cómo ha vivido todos estos meses?
-Esta pandemia nos ha demostrado dos cosas: que somos muy vulnerables y, fundamentalmente, que nuestra vida es ya una cuestión global lo queramos o no. El efecto mariposa existe, y debemos estar preparados para ello. A mí el estado de alarma me pilló después de terminar «La favorita» en Málaga; ya ahí había algún resfriado, la gente ya empezaba a tomar alguna precaución, pero que se parara el mundo tal y como ha sucedido era absolutamente inesperado. Y a partir de ese momento nos fuimos encontrando con la realidad brutal. Empezaron a llamar los teatros para decir que las funciones se cancelaba, ves que no hay vuelos, que te tienes que confinar en casa...
-¿Y personalmente cómo ha combatido la situación? Su vida es un constante ir y venir.
-Sí, pero en el fondo lo que nosotros vivimos durante el período de las funciones es muy parecido al confinamiento. Durante el día de la función, e incluso la víspera, pongo toda mi energía y toda mi atención en el trabajo que tengo que realizar, que ha de ser en un momento y un lugar determinado. Me preparo para que eso sea así. Para nosotros es algo normal pasar un día en casa, y sabemos cómo utilizar el tiempo. Pero claro, otra cosa es que te obliguen a hacerlo, entonces te rebelas y te preguntas ¿por qué me pasa a mí? Pero miras a tu alrededor y te das cuenta de que no solo te pasa a ti.
-Y que, en su caso, es usted un privilegiado. Porque tiene salud y por su situación económica...
-Sin duda. De hecho, cuando ya llevábamos un mes o un mes y medio de cuarentena, y las expectativas de trabajo eran bastante negativas, yo ya me daba por satisfecho con poder empezar a trabajar el año que viene. Ya comencé a hacer una previsión para que no me pillara de sorpresa la falta de trabajo, y eso significa tirar de los ahorros... Los autónomos vivimos una situación particular; muchos de mis compañeros se encuentran en una situación precaria, y por ellos hay que ponerse a trabajar.
-¿Ese ha sido el motivo de la creación en plena pandemia de la Asociación de Artistas Líricos?
-Exactamente. Además surgió al día siguiente del confinamiento. Yo prefiero llamarlo colectivo aunque es un sindicato con todas las de la ley, con sus estatutos, con gente que está ya trabajando en él para, fundamentalmente, poder tener una presencia ante la sociedad, ante las administraciones; ser un interlocutor válido. Ese fue el origen de la creación del sindicato. El nuestro es un colectivo que está muy atomizado, en el que cada uno hace un poco la guerra por su cuenta, porque nuestras relaciones laborales están basadas en la individualidad. Por eso seguramente no tenemos la idea de que somos un colectivo, y por eso quiero recalcar que lo somos. Todos los sectores del mundo de la cultura tienen sus representantes, sus sindicatos, menos el mundo de la lírica. Afortunadamente surgió esta iniciativa, que fue respaldada por muchos compañeros, y ahí estamos.
-¿Conoce alguna iniciativa similar en otros países?
-El barítono Ludovic Tezier escribió a la Unión Europea advirtiendo de esta situación. Y existen otras; la primera que me viene a la mente es ACMA, en Estados Unidos, un sindicato fuerte y con normas de obligado cumplimiento para poder trabajar allí. Y eso quizás deberíamos hacerlo aquí. Sobre todo para la gente que, como algunos de nosotros, no tiene posibilidad de negociar. Y es por lo que nosotros, los que estamos en una situación más favorable, tenemos que dar la cara. Me gustaría que pudiéramos tener algo similar a nivel europeo. Sé que es una entelequia, porque si no somos capaces de tener una unidad fiscal... Hay que trabajar mucho todavía para que Europa sea un espacio en el que todos nos sintamos cómodos.
-Esta pandemia refuerza la necesidad que tenemos unos de otros .
-Efectivamente. Es más, hay quien sigue con esa idea autárquica de «lo nuestro». Yo no podría salir entonces a trabajar. Intento hacer siempre ese análisis, intento mantener una actitud empática con los que me rodean. El conocimiento de otras realidades me permite tener una visión más amplia del mundo. La gente que no tiene ese conocimiento puede tener una visión muy parcial de lo que está sucediendo. Por eso invito a la gente que tenga la posibilidad a salir al menos de su entorno más cercano. ¡Ojo!, que en este final del estado de alarma hay algunos presidentes de comunidades autónomas que están alertando de la posibilidad de llegada de otros connacionales de otras comunidades autónomas. A ver adónde llegamos...
-Volviendo al asunto del sindicato, ¿los artistas necesitan colectivos propios? Sus circunstancias y sus necesidades son muy particulares. Un músico no puede tirar el arco en medio del ensayo si llega su hora.
-Sí, pero es más fácil negociar cuando se pertenece a un colectivo. Por ejemplo, en algunos países el cantante lírico tiene que hacer una inversión -viajes, estancia, manutención...- durante el tiempo de los ensayos para tener después la digna posibilidad de ser pagado por su trabajo. A veces los teatros no pagan, y chantajean al cantante: «espero que vengas la próxima vez porque si no no podré pagarte lo que te debo». Eso no se debe consentir, y para ello es necesario un colectivo así; se podría terminar con situaciones así, sobre todo con los que tienen una posición más debil.
-Acaba de aparecer la grabación de «Otello» donde canta el papel de Yago junto a Jonas Kaufmann. ¿Es un personaje especial?
-El trabajo que hicimos con Pappano y la Orquesta Santa Cecilia de Roma nos permitió matizar aspectos que están en la partitura y que normalmente en el escenario no se desarrollan. Ha sido un trabajo musicalmente muy honesto. En cuanto a Yago, los compositores identificaron la voz baritonal con ciertas características del comportamiento humano que están relacionadas directamente con la maldad, la rectitud, el poder... Y yo estoy acostumbrado a tener que analizarme para ver qué puedo aportarle al personaje. Muchas veces no me gusta lo que veo, e intento acercarme a él con empatía y sin juzgarlo, para entenderle mejor. Tan especial es Yago que Arrigo Boito, el libretista, y Giuseppe Verdi, pensaron titular la ópera con su nombre. Es un personaje tan poliédrico que supone un trabajo laborioso pero al mismo tiempo un divertimento, por sus muchos matices. Yago es un personaje que cae bien; es alguien que tiene un gesto siempre amable, y el drama lo provoca con su actitud escondida. Tiene además una escritura musical maravillosa.
-Vuelve a cantar el jueves próximo en Granada, ¿cómo se siente?
-Me satisface mucho. Esto va a ser un período bastante «pavloviano», vamos a tener que hacer pruebas, que cometer errores, y a partir de ahí ir tomando decisiones. Y me parece importante que en vez de enviar a los soldados rasos a la batalla para enfrentarse a la situación, que no es fácil, seamos los que tenemos algún galón que otro quienes afrontemos esta posibilidad. Si sucediese cualquier cosa y yo tuviera la obligación de volver a casa y no trabajar durante un tiempo, podría afrontarlo de mejor manera que otros. Yo tenía la duda de si aceptar esta oferta de trabajo o rechazarla para que tuviera esa oportunidad otro colega quizás más necesitado. Al final decidí que en este principio quien debía asumir el riesgo era yo.
-¿Les han explicado ya las medidas de seguridad: distancia entre cantantes, etcétera?
-Todavía no, pero las medidas de seguridad no solo tienen que ser eficaces, sino parecerlo también. Vamos a mantener la distancia, está claro, y es fundamental que los solistas tengamos nuestro propio atril con la partitura, y no compartirlo; no debe haber interacción entre nosotros.
-¿Para cuándo tiene prevista su primera ópera escenificada?
-La Ópera de Viena ya me ha comunicado que los ensayos para «La fille du régiment» que se estrena el 20 de septiembre se harán con normalidad. Entiendo que a partir de ahí la interacción entre los cantantes será ya la normal. Si la situación cambia, habremos de volver a adaptarnos.
-Estos días no habrá dejado de cantar.... El músculo hay que tenerlo en forma.
-El día que empezó el estado de alarma, le dije a mi mujer que íbamos a empezar una dieta vegana. Y así lo hicimos, durante dos meses hemos comido solo verdura y fruta, sin aporte proteico y pocos hidratos de carbono. Y ha funcionado, estamos para pasar revista. En cuanto al ejercicio vocal, al principio pensé en tomarme un descanso, y prácticamente no abrí la boca durante seis o siete semanas, porque además las circunstancias indicaban que esto no se iba a mover. A principio de mayo empezó a moverse la cosa, y al tiempo que se cancelaban definitivamente algunas actuaciones surgían otras posibilidades. Y eso ya me obligaba a tener la voz preparada; mi participación en el programa de Canal Sur también me ha obligado, porque he tenido que cantar y estar bien. Y he comprobado que cantar es como montar en bicicleta; puedes estar un tiempo sin hacerlo, pero en cuanto empiezas a pedalear ya no te caes.
-Ya para terminar, ¿cree que se recuperará la normalidad en el escenario, o van a cambiar las formas de ensayar, de trabajar, las puestas en escena...?
-No. Durante un tiempo «de transición» nos vamos a encontrar con algún reparo en hacer lo mismo que hacíamos antes. Y eso habrá que justificarlo escénicamente, si es posible. Pero en el momento en que volvamos a la normalidad -y yo creo que tener una memoria selectiva es un mecanismo fantástico en el ser humano-, lo haremos de manera absoluta. Ojalá aprendamos cosas, no tanto por la actitud encima del escenario, como a mirar la realidad que vivimos de una manera más consciente, sin dejarnos avasallar por la vida, aprovechando además que la nuestra es una de las pocas actividades analógicas que quedan. Utilizando una parte del Himno de Andalucía, volver a ser lo que fuimos; seguir siendo un referente para poder hacer crítica social, desde nuestra posición privilegiada, y poder mejorar algunas cosas. No podemos dejarnos llevar por esta «normalidad anodina» que nos hace tener mucha cortedad de miras.
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