Delorean: «Nos intentamos poner el listón muy alto»
Delorean publica su nuevo disco, «Apar», en el que se aproxima a un sonido de pop más clásico
pablo martínez pita
La banda de Zarautz (Guipúzcoa) se vio arrastrada por un tsunami cuando lanzaron, en 2010, su tercer disco, «Subiza» . Entonces Delorean comenzó una gira de tres años que iba creciendo a medida que pasaban los días, y la repercusión del ... álbum llegó hasta las antípodas (literalmente).
Así se recorrieron el mundo con un sonido hecho para dejarse llevar por su potencia electrónica en la pista de baile. Fue un éxito tan abrumador como agotador: «Acabamos bastante quemados después de la gira -comenta Ekhi Lopetegi - porque, sobre todo, fue muy desorganizada, las cosas iban saliendo sobre la marcha. Nadie esperaba nada del anterior álbum, y de repente tienes que ir de un sitio a otro, a festivales en España , a Estados Unidos , a Australia... »
La vuelta a la normalidad se ha traducido en «Apar» , el disco que sale hoy a la calle y que representa la aproximación de Delorean hacia el pop de corte clásico: «Era algo que teníamos en la cabeza, de hecho creo que al comienzo nos lo planteamos incluso demasiado, y luego te das cuenta de que tampoco es posible renunciar completamente a la manera de hacer las cosas del pasado , y terminamos siendo más transigentes con el planteamiento inicial»
A medio camino
-¿Por qué había ganas de cambiar?
-Es que, sinceramente, el «Subiza» era la consumación o el final de todo un proceso. Habíamos empezado con el «Ayrton Senna» (EP de 2009), hicimos muchas remezclas, doce o trece o 13 en dos años o año y medio, y encima habíamos hecho el «Subiza», treinta producciones con un planteamiento parecido. Entonces nos fue algo así como preguntarnos «¿y ahora que hacemos?». Habíamos estado escuchando bandas de un calado más pop, más clásico, con planteamientos menos de producción, más de acordes, y queríamos enfocarlo desde ese lado. Pero creo que final tampoco hemos ido tan lejos, hemos sido menos beligerantes. La cosa queda a medio camino.
-Por ejemplo, ¿qué bandas escuchabais?.
-Creo que una referencia bastante potente a nivel de concepto y planteamiento ha sido Prefab Sprout . Los hemos escuchado mucho. Tienen un sonido muy limpio, muy básico. Teníamos también ganas de tener una vocalista femenina, y esto también es una de las cosas más destacadas del álbum.
-¿Puede ser un riesgo hacer cambios en un sonido con el que habíais triunfado?
-Sí que tiene un factor de riesgo, de hecho creo que algunas canciones pueden costar o pillar un poco a contrapié a la gente, pero también hay elementos de continuidad, con lo cual no me parece tan difícil introducirse en «Apar». Hombre, si había alguien muy fan de esa cosa tan concreta que era el «Subiza», esto no le dirá tanto, pero al mismo tiempo creo que habrá otra mucha gente que no se acercó al «Subiza» por eso mismo, y quizá se meta en este disco. Es más abierto y accesible. No es tan frenético.
-Llama la atención el símbolo de las cruces juntas que aparecen tanto en la carátula como en el vídeo del single, «Destitute Time» , así como el nombre del disco.
-Está cogido de las cruces que diseñó el escritor vasco Jorge Oteiza para la tumba de su mujer, y para la de él mismo. Nos parecía un símbolo muy potente. Y «apar» es una palabra que nos surgió porque buscábamos una palabra en euskera y nos surgió esta, que significa espuma. Nos surgió a través de la portada, que son las dos cruces arrojadas al mar. La espuma, digamos que significaría la inconsistencia de todo lo que nos rodea, que es algo bastante contemporáneo, y las cruces, sin embargo. afirman un compromiso incondicional con el otro. Va un poco por ahí: a pesar de la inconsistencia de las cosas, hay un compromiso que hace que la gente siga adelante.
Autoexigencia
-A la hora de grabar el álbum, el éxito conseguido por el anterior ¿os dio seguridad o, por el contrario, vértigo?
-Da seguridad, y tampoco somos gente que se lo crea demasiado, y quizás deberíamos hacerlo más, porque hay veces que el vértigo revolotea demasiado por nuestras cabezas. «¿Y si no lo hago?, ¿y si no soy capaz?». Y al mismo tiempo somos gente que se exige mucho a sí mismo, y por eso nos intentamos poner el listón muy alto, aunque quizás luego no lleguemos a donde pensábamos, pero con completar un 80 por ciento de lo que nos habíamos planteado ya tienes una cosa consistente entre la manos.
-Habéis comentado en alguna ocasión que tener vuestro propio estudio os ha ayudado a normalizar vuestra vida. Parece que hasta el «mundo de rock & roll» necesita cierta disciplina y normalidad.
-Con la gira anterior, llegó un momento en que o parábamos, o nadie era capaz de seguir el ritmo. La normalidad se agradece, porque te da energía para volver a girar, plantearte las cosas con más cabeza.
-Ahora comienza otra vez la vorágine.
-Ahora nos sabemos más el guión. Está todo más ordenado. Antes no sabíamos discriminar cuáles eran las buenas oportunidades de las malas, lo cogíamos todo. Ahora planteamos la gira de forma más estructurada. Es un trabajo muy exigente, porque estás fuera mucho tiempo, coges muchos aviones... pero bueno, es gratificante.
-Ya habéis tocado en un montón de sitios importantes. De la gira que viene, ¿qué es lo que más ilusión os hace?
-De esta gira nos hace mucha ilusión, por ejemplo, ir a México. También a Estados Unidos y hacer recintos más grandes como el Westerhall (Nueva York), que es un recinto con un aforo ya bastante potente. Europa ya nos da un poco de miedo, porque siempre hemos funcionado mejor en Estados Unidos, pero bueno, vamos con ganas también, porque las cosas se han hecho con un poco más de cabeza.
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