Micromachismo, conspiranoico, portuñol… El Diccionario de la RAE vuelve a la normalidad
La Academia ha hecho más de tres mil cambios en su obra magna, y ha introducido casi trescientas novedades, entre nuevos términos y acepciones; ninguna modificación hace referencia a la guerra
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Iniciar sesiónLlegó una pandemia (2020) y se nos llenó la boca de palabras nuevas: cuarentenear, desconfinamiento, desescalada, coronavirus, nueva normalidad. ¿Lo recuerdan? Todas entraron en tromba en el Diccionario de la RAE, que se infectó de covid. Llegó el 2021 y las voces del virus ... seguían sonando en la Academia: distanciamiento, cubreboca, burbuja, vacunólogo. Y también se escuchaban otras que iban más con el espíritu (y la bronca) de los tiempos: transgénero, poliamor, bitcóin, gentrificación. Ahora el mundo (Europa) está en guerra, pero al Diccionario no han llegado las bombas, al menos de momento. De las más de tres mil modificaciones que han presentado este martes, incluyendo casi trescientas nuevas acepciones y términos, ninguna hace referencia a la invasión de Ucrania. Lo que encontramos, en cambio, es un muestrario heterogéneo de nombres más o menos familiares. Esto es: que la cosa no rima tanto con la actualidad como con el presente. Y tiene sentido. Muchas de las palabras que se acaban de registrar se empezaron a discutir hace más de dos años, según reveló Paz Battaner, directora del proyecto.
Así que sumamos a nuestro acervo lingüístico micromachismo (forma de machismo que se manifiesta en pequeños actos, gestos o expresiones habitualmente inconscientes) y edadismo (discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores), y tenemos nueva acepción de racismo (discriminación basada en el racismo): sí, eran más divertidos los ismos del siglo XX… Más gracia tiene la conspiranoia (tendencia a interpretar determinados acontecimientos como producto de una conspiración), pero vista desde fuera. Y la nueva remesa de coloquialismos, que viene con aroma a gran reserva: gusa (hambre), rular (funcionar), pota (vómito), guarro (pornográfico)... y sesión golfa, que aparece registrada como forma compleja. Pero el 'after' aún no tiene entrada (en el Diccionario, se entiende).
Ahora el comer es más una conversación que un verbo, y la gastronomía una fuente inagotable de nombres y palabros. Estrenamos panetón (se usa en América) y panetone (así, a lo bruto), también sancocho (guiso canario) y compango (conjunto de ingredientes cárnicos con que se elaboran la fabada y algunos cocidos). Y ya podemos decir, con rigor académico, que a alguien se le ha pasado el arroz, o que se le está pasando, o que se le va a pasar. Y, por lo que sea, tenemos flamantes definiciones para ácido hialurónico y bótox. Y para grasitud: presencia o exceso de grasa.
En los últimos años la RAE ha hecho un gran esfuerzo por alimentar sus diccionarios especializados, y algunas de esas voces raras saltan al general. Por ejemplo: antipartícula (una clase de partícula elemental), barión (más de lo mismo, pero diferente) y facóquero (una suerte de jabalí africano). Hay verbos de nuevo cuño, como elitizar (hacer elitista algo), ruralizar (dar carácter rural a alguien o algo) y direccionar (indicar u orientar sobre una dirección). Y palabras del arte que necesitaban su lugar en el Diccionario: curador (sinónimo de comisario) y curaduría (conservación y supervisión de obras de arte, especialmente para su exhibición). De la literatura se canoniza lo garciamarquiano (por Gabriel García Márquez) y lo cortazariano (por Julio Cortázar), dos adjetivos que necesitan contenido, y que dan para trabalenguas. Y del cine, el ciberpunk. Y de la música, al violagambista. Y del toro, la precisión: añojo (becerro que tiene un año y no dos), eral (becerro que tiene dos años y no tres), novillo (res vacuna que tiene tres años y no cuatro), cuatreño (res bovina que tiene cuatro años y no cinco) y cinqueño (no hay sorpresas: res que tiene cinco años y no seis). Todo es una ciencia cuando te acercas lo suficiente...
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Todavía hay reminiscencias de la pandemia en la actualización del Diccionario: monodosis, hiperinmune y gafa (de oxígeno). Y si sacamos la lupa leemos: micromecenazgo, micromecenas, microplástico y nanociencia, entre otras palabras en pequeñito. El portuñol (cóctel de español y portugués) al fin recibe el bautismo, como mantarraya y cerdo vietnamita, dos animales no tan difíciles de encontrar. Algunas palabras, por cierto, nacen viejas, como puntocom (¿hace cuánto de eso?) y otras se actualizan: por eso habemus es ya sinónimo de tenemos (vale para un Papa o lo que sea). Hay casos que llaman la atención porque parecía que siempre habían estado ahí, pero acaban de llegar. Es lo que ocurre con la dársena de la estación de autobuses, lo desquiciante y la mamitis. Misterios del idioma.
[Consulta todas las novedades del Diccionario de la RAE en este enlace].
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