Las mentiras de siempre contadas como nunca: ciencia e historia de las 'fake news'
Fundación Telefónica dedica una exposición al fenómeno de las 'fake news' y su impacto en la sociedad
Ya no es ciencia ficción: la inteligencia artificial, un terremoto en la cultura
Madrid
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Iniciar sesiónSiete frases reciben en la Fundación Telefónica a los visitantes que a partir del 15 de junio se acerquen a la exposición 'Fake News. La fábrica de mentiras'. La más antigua es de Platón (427-347 a.C.): «El que piensa que al dejar ... un arte por escrito [...] deja algo claro y firme, rebosa ingenuidad». La más reciente, junto a otra de Orwell, es la archiconocida sentencia de Goebbels: «Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad». Entre ambas citas, media la historia de la humanidad, que también es la historia de la propaganda, o de la intoxicación; lo que desde hace unos años lleva el nombre de 'fake news': «Información que se presenta como verdadera, pero que no lo es. A menudo se crea para difundir datos engañosos o para dañar la reputación de alguien o algo».
A este concepto, que se popularizó en 2017 por la campaña presidencial de Donald Trump y que estos años ha tenido efectos devastadores sobre el sistema mediático, la difusión de contenidos a través de las redes sociales y, en definitiva, sobre el propio sistema democrático, le ha reservado la Fundación Telefónica la tercera planta de su sede en Madrid los próximos cinco meses. La nueva exposición, como todas las que se ubican en este espacio, conserva esa atractiva combinación entre información y divulgación, y pretende abordar el fenómeno de la desinformación en todos sus ángulos, explicó ayer Pablo Gonzalo, responsable de Conocimiento y Cultura Digital de Fundación Telefónica: «Queremos explicar por qué este fenómeno, que no es nuevo, es relevante».
En la primera parte del recorrido se muestran algunos datos que justifican el empeño. A saber: hoy se publican en el mundo 6.000 tuits y 740.000 mensajes de WhatsApp cada segundo. Muchos de ellos, obviamente, con información falsa, porque está demostrado que un bulo tiene un 70 por ciento más de posibilidades de ser compartido que una información cierta. «En aquello que es importante, ya sea una pandemia o unas elecciones, siempre hay 'fake news'», resumió Mario Tascón, comisario de una exposición que ha dividido en cinco apartados. De ellos, el recorrido histórico es el que quizá mejor explica la vigencia de las mentiras de siempre, desde los emperadores de la Antigua Roma -«también en la creación de 'fake news' somos herederos de la Antigua Roma»- hasta la actualidad.
De aquellos años romanos nos queda la certeza de que Nerón incendió Roma, cuando solo debería ser una sospecha, pues en este episodio hay más bulos que evidencias. También queda el recuerdo de un emperador, Claudio, que a menudo se hacía pasar por tonto porque le convenía políticamente. Sus mentiras serían decisivas para consolidar el Imperio romano. ¿Algún parecido razonable con la política de nuestros tiempos? En la Edad Media, pese a su fama de oscura, la desinformación creció. La 'Donación de Constantino' (1520) es la falsificación por excelencia de la época: se fabricó un decreto que sirvió de pretexto para legitimar las aspiraciones papales. En la Edad Moderna, el conocimiento, y con él los bulos, ya se empezaron a difundir sin freno por la invención de la imprenta. Panfletos, gacetas y el uso del dibujo fueron las herramientas utilizadas. Ahí está ese grabado anónimo que representaba al duque de Alba asesinando a ciudadanos inocentes de los Países Bajos, génesis de la Leyenda Negra, o la invención por parte de Benjamin Franklin de una historia sobre nativos americanos durante la Revolución americana. «Con la prensa podemos hablar a las naciones y golpear mientras el hierro está caliente», le dijo a un amigo este padre fundador de Estados Unidos.
La Revolución Industrial sería después la puerta de entrada a la edad contemporánea, la del periodismo amarillista de Hearst y Pulitzer, con la publicación de mentiras para preparar la guerra hispano-estadounidense de finales del XIX. Luego llegó la radio. Ya se sabe: 'La Guerra de los Mundos' (1938) de Orson Welles y su repetición por parte de la emisora Radio Quito en 1949: lo que empezó como una noticia de última hora por el avistamiento de ovnis en Ecuador acabó con multitudes agolpándose a las puertas de la radio: hubo un incendio y cinco muertos. Se reproduce también en la muestra un ejemplar de 1936 del ABC republicano en el que se daba por muerto a Franco, «una noticia sorprendente y ampliamente difundida en la prensa de la época».
En total, son alrededor de 120 piezas -que van desde libros cedidos por la BNE a proyectos artísticos como el 'Sputnik' de Joan Fontcuberta- las que pretenden acercar al público la ciencia de las «noticias falseadas», como prefiere decir Tascón: por qué funcionan, cómo lo han hecho a lo largo de la historia y cómo se siguen construyendo, en pleno auge de la inteligencia artificial, puerta de entrada de los 'deep fakes', el nuevo salto evolutivo de la desinformación. «Estos contenidos fabricados constituyen hoy una peligrosa arma con la que desprestigiar a personalidades y ciudadanos corrientes», se dice. Avisados estamos. La mentira es una enemiga tan vieja como la humanidad.
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