Hazte premium Hazte premium

Francisco Brines recibe «feliz y emocionado» el premio Cervantes de manos de los Reyes

El acto reunió a una decena de personas en la vivienda del poeta en Oliva (Valencia)

Don Felipe y Doña Letizia, con Francisco Brines, en la casa del poeta en Oliva (Valencia) CASA REAL | Vídeo: EP

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Uno de los poemas más hermosos de Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932), esencia de su personalidad lírica y, también, de la mundana, ‘La rosa de las noches’, termina con estos versos: «Todas las noches de mi vida, / también las que vendrán, / son una iluminada rosa negra, / un secreto esplendor que aún no es ceniza / y nadie puede ver, / y que este ciego roza / lleno de ardor, con sus manos tendidas». Y, por fin, las manos del poeta, tendidas ante los Reyes, recogieron el ansiado premio Cervantes. Fue en ese momento cuando la noche tantas veces mentada en versos urdidos en sueños se volvió día, y la luz mediterránea, refugio personal y poético de Brines, lo inundó todo, hasta el mismo rostro del protagonista, cubierto por la mascarilla que de todo protege, salvo del llanto y de la sonrisa.

Ambos, llanto y sonrisa, fueron fruto de la felicidad con la que el poeta, rodeado de su círculo más íntimo, recibió a Don Felipe y a Doña Letizia en su casa de la finca de Elca, en Oliva (Valencia). Confesó Brines estar «feliz y emocionado», hasta el punto de que, en los días previos, le costó dormir, quién sabe si por miedo a despertar y que, en realidad, todo fuera una ensoñación.

El delicado estado de salud del poeta, que apenas conserva un hilo de voz, obligó a cancelar la tradicional entrega del Cervantes en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) el pasado 23 de abril, un acto que fue sustituido por el encuentro de Elca, al que sólo asistió una decena de personas. «Don Francisco, qué alegría poder venir y, sobre todo, gracias por acogernos en su casa», le dijo Don Felipe al premiado al verle.

«Esto es un pequeño paraíso, eh», continuó el Rey, al que Brines no paró de dar las gracias, a media voz, en el corto trayecto hasta los improvisados asientos. A su lado, Doña Letizia estrechó el brazo del poeta en un cariñoso gesto y, acto seguido, los Reyes se sentaron a su lado. «Nos alegra mucho poderle entregar esta medalla personalmente», aseguró Don Felipe, después de colocarle, por fin, el galardón al poeta, visiblemente conmovido.

Tras las fotografías de rigor, y para la merecida posteridad, Brines y los Reyes mantuvieron una conversación sobre poesía en la que se resaltó cómo en las últimas ediciones del premio Cervantes este género ha estado muy presente, ya que los ganadores que le precedieron,Ida Vitale y Joan Margarit, iban armados de versos, como él. Acabada la charla, en la que también hubo tiempo para hablar sobre Elca, el naranjal a las afueras de Oliva en el que Brines aprendió a ser feliz y, por tanto, otra de sus pasiones, el poeta obsequió a Don Felipe y a Doña Letizia con el libro ‘La iluminada rosa negra’, una antología poética de su obra con prólogo de Carlos Marzal y serigrafías originales del pintor Antonio Martínez Mengual.

Humildad

El acto, al que también acudieron entre otros, el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes; el presidente de la RAE, Santiago Muñoz Machado, o la directora general del Libro, María José Gálvez, concluyó como empezó, sin pompa ni boato, con la afable naturalidad de un hombre que, quizás, nació poeta o, al menos, para escribir versos. El mismo día en el que recibió la noticia del galardón, que aceptó con humildad y pensando en su madre, que no le tomó por loco cuando le contó su vocación, Brines confesaba, en una conversación telefónica con ABC, que se sentía «físicamente caído», siendo la poesía su mejor sostén, el más importante: «Es como un salvavidas, me ayuda a tenerme, a pisar arena dentro del mar». «Esto –dijo también entonces, en alusión al Cervantes– me asegura que tengo muchos lectores, y eso es lo que deseamos los que escribimos poesía, que nos lean como nosotros hemos leído anteriormente, sin pausa y con todos los sentidos puestos a interpretar el contenido de los poemas». Cumplan su deseo: lean a Brines, nunca dejen de hacerlo.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación