El Nadal celebra su 70 aniversario premiando a Carmen Amoraga

Amoraga, que en 2007 ya resultó finalista del Nadal y repitió en 2010 en el Planeta acompañando en el podio a Eduardo Mendoza, se ha coronado en esta 70ª edición del Premio Nadal con «La vida era eso», una novela presentada bajo el pseudónimo de Gino Paoli y en la que la autora valenciana aborda el duelo en la era de las nuevas tecnologías y las redes sociales. «Es una novela sobre cómo superar la pérdida. La manera de contarlo ha cambiado, pero la esencia es la misma», ha señalado Amoraga, quien ha querido destacar que «escribir y leer tiene un efecto mágico y terapéutico» y que la obra ganadora quiere ser un relato de «amor, dolor y amistad».

«La vida era eso», como ha explicado la propia autora, es la historia de Giuliana, una mujer argentina que «pierde lo más importante que puede perder una mujer, que es su compañero» y decide afrontar la muerte haciendo suya la pasión de su marido por las redes sociales. Y así, tirando del hilo de esa nueva forma de comunicación y adentrándose en un mundo que le resulta «hostil», Giuliana empieza a escribir sus impresiones en Facebook para relatar cómo ha sido la muerte de su marido. «Ahí encuentra un calor humano que no tiene en el mundo real y las herramientas para sobrellevar el duelo», ha subrayado Amoraga.

Por su parte, el escritor andorrano Albert Villaró se ha llevado el 46 Premi Josep Pla de prosa en catalán con «Els ambaixadors», una novela de historia-ficción en la que el escritor y arqueólogo especula con un pasado alternativo para preguntarse qué hubiese ocurrido si los hechos de octubre de 1934, cuando Lluís Companys proclamó el Estado Catalán, hubiesen tenido un desenlace diferente.

«Tiene que ver con aquella pregunta que nos hacemos todos de 'qué ocurriría sí...'», ha explicado Villaró al poco de recoger el premio. Para el autor de “Blau de Prússia”, la novela premiada es “una gran broma” repleta de ironía ambientada en un año 1949 alternativo en el que «la República Catalana se recupera de la invasión alemana». «Hay un constante juego con el pasado», ha subrayado Villaró, quien propone en esta ucronía un cruce entre personajes reales y ficticios y viaja entre Madrid, Barcelona e Irlanda.