Un español en la corte de los faraones de la egiptología
El diplomático Eduard Toda acompañó en sus viajes a los egiptólogos más conocidos de finales del XIX
Las fotografías de su archivo regresan a Egipto en una exposición que documenta los trabajos en el templo de Luxor o en la tumba de Sennedjem
Eduardo Toda, vestido de momia, en una de las salas del desaparecido Museo de Bulaq en El Cairo
Estuvo con los grandes de la egiptología de finales del siglo XIX el día en que se liberó el patio de Amenhotep III del templo de Luxor. Se le reconoce de pie, a la izquierda del famoso arqueólogo francés Gaston Maspero, en la fotografía que ... tomó Jan Herman Insinger en febrero de 1886. Y también estuvo en las excavaciones de la impresionante tumba de Sennedjem, un artesano que trabajó en el Valle de los Reyes, situada en Deir el-Medina. El diplomático Eduard Toda i Güell (1855-1941), vicecónsul español en Egipto, fue un testigo de excepción de los trabajos arqueológicos que se realizaron durante los dos años que estuvo destinado en el país de los faraones, entre 1884 y 1886.
Algunas de las fotografías que este erudito catalán conservó de sus viajes y que posteriormente donó a la Biblioteca Museo Víctor Balaguer (BMVB), de Vilanova i la Geltrù (Barcelona) han regresado en estos días a Egipto y hasta final de mes se exponen en el Museo Nacional de la Civilización Egipcia (NMEC, en inglés).
Organizada por la embajada española en El Cairo y comisariada por los egiptólogos Miguel Ángel Molinero Polo y Andrea Rodríguez Valls, de la Universidad de La Laguna (ULL), la muestra 'Los viajes de inspección al Alto Egipto y el Archivo de Eduard Toda' ilustra cómo trabajaba el Servicio de Conservación de Antigüedades, antecesor del actual Ministerio de Turismo y Antigüedades, cuando se introdujo la fotografía como instrumento de documentación, a finales del siglo XIX.
Las imágenes del archivo de Toda resultan de gran interés por ser de las fotografías más antiguas que tomó el Servicio de Antigüedades en su trabajo de control de los monumentos y de las excavaciones arqueológicas.
Cada año, este organismo egipcio organizaba viajes de inspección para comprobar el estado del patrimonio a lo largo y ancho del país y Toda fue invitado por los arqueólogos para que les acompañase en sus investigaciones. El vicecónsul ya había mostrado gran interés por la cultura china durante su estancia anterior como diplomático en el Extremo Oriente y en Egipto su curiosidad se extendió a las antigüedades islámicas, en primer lugar, y pronto a la rica y fascinante civilización egipcia.
Templo de Luxor. Miembros del viaje de inspección al Alto Egipto de 1886. De izquierda a derecha: Maxence Ch. de Rochemonteix, Albert Gayet, Charles E. Wilbour, Eduard Toda i Güell y Gaston Maspero
Extrovertido y muy dicharachero en su juventud, según lo describe Molinero, en menos de un año desde su llegada a El Cairo ya conocía a todo el mundo y no tardó en trabar amistad con los egiptólogos más destacados del momento. «Gaston Maspero habla de Toda en una de las cartas a su esposa como si se tratara de un sobrino, como alguien con quien se lleva muy bien y al que tiene mucho aprecio», explica.
Este «gran egiptólogo, que publicó más de mil artículos», apunta el profesor de la ULL, fue quien le permitió a Toda participar en los viajes. El más notable lo realizaron al Alto Egipto en 1886.
Un viaje que hizo Historia
Una parte de los trabajos encargados durante esa campaña se concentraron en el templo de Luxor. De entonces es la conocida foto en la que se retrataron los egiptólogos más conocidos del momento sobre el suelo recién liberado de arena del patio de Amenhotep III, que se veía por primera vez en 2.000 años. Y en ella figura también Toda.
Eduard Toda a bordo del vapor del Service rodeado de objetos de la tumba de Sennedjem.
Y durante aquel mismo viaje se descubrió la tumba de Sennedjem. En contra de lo que a veces se ha dicho, Molinero subraya que Toda acompañó a los egiptólogos, actuó como ayudante del fotógrafo y después publicó las características y detalles de la misma, pero no fue su descubridor. «Él no participó en absoluto en el descubrimiento de la tumba. No fue el responsable intelectual del hallazgo ni tampoco la excavó. Ayudó a fotografiar y ya en el barco hizo el inventario de las piezas que se habían encontrado y lo publicó, probablemente porque los egiptólogos estaban liadísimos», asegura.
Este experto español recuerda que en la tumba de Sennedjem se encontró un ostracón con el texto literario de una de las obras maestras de la literatura egipcia y el egiptólogo principal se ocupó de esta singular pieza. «La tumba se la dejó a Toda, que por otra parte lo hizo muy bien», añade.
«En España se creó la idea, completamente errónea, de que Toda había sido un egiptólogo muy experimentado, cuando en realidad no excavó»
Miguel Ángel Molinero
Arqueólogo y profesor de Historia Antigua en la Universidad de La Laguna
Esta fue una de las razones por las que «en España se creó la idea, completamente errónea, de que Toda había sido un egiptólogo muy experimentado, cuando en realidad no excavó. Era un amigo que acompañaba a los arqueólogos, pero para nuestra fortuna, sí que tuvo el cuidado de preservar documentos que le regalaban como recuerdo de sus viajes», remarca Molinero.
La dahabiya «Meermin» en la Orilla Oriental del Nilo a la altura de Luxor. «De Meermin» (la sirena) pertenecía al neerlandés J.H. Insinger, residente en Luxor que se unía a los miembros del Service como fotógrafo durante los viajes anuales al Alto Egipto. En estos actuaba como un inusual laboratorio fotográfico móvil.
En el Museo Nacional de la Civilización Egipcia se conservan piezas de la tumba de Sennenjem, como la puerta cuyo desmontaje narró el propio Toda. Ahora el grabado de esta entrada que publicó en su libro 'A través del Egipto' en 1889, así como las primeras imágenes del sepulcro comparten un mismo lugar. Para Molinero, resulta «muy interesante» ese juego de espejos entre la colección permanente del museo y la información que proporcionan los documentos del archivo de Toda.
Tras su paso por el NMEC, está previsto que la exposición viaje por diversos lugares de Egipto y tal vez se muestre también después en España.
El vicecónsul español nunca volvió a Egipto. Sus obligaciones le llevaron a otros destinos y al cabo de unos años dejó la diplomacia para trabajar en la empresa privada. Así se labró una fortuna que empleó en la restauración del castillo de Escornalbou y del Monasterio de Poblet, donde fue enterrado. Molinero destaca que Toda «siguió muy preocupado por el patrimonio, siempre».