'Nuestras palabras', de varios autores: abanderados de la república de las letras

Esas tres conferencias están recogidas en este libro. El propio Riemen abre el volumen con su texto titulado, muy significativamente, 'Porta la bandera'. Fue lo que le dijo al despedirse el músico János Starker, uno de los más grandes violonchelistas del siglo XX, junto con Casals y Rostropóvich. Starker sobrevivió al nazismo, no así pudieron hacerlo sus dos hermanos. La bandera es la que ondea en la República de las Letras. Un territorio sin fronteras, sin violencia, libre, con un patrimonio espiritual cosmopolita ingente.

ENSAYO

'Nuestras palabras'

• Autores Steiner, Zagajewski y Jacqueline de Romilly
• Editorial Ladera Norte
• Año 2023
• Páginas 102
• Precio 14,90

'Universitas' se titula el texto de Steiner. En él resalta el respeto al libro y la lectura, así como que los jóvenes deben ser instruidos en el arte de leer y el sentido que debe tener para ellos. Destaca la importancia secular de la universidad y advierte de los graves peligros que ya la carcomen. Fundamentalmente en las Humanidades. Si el alumnado se ha deteriorado, más aún el profesorado. Ironiza, el que fuera catedrático en Cambridge, sobre la creación de títulos académicos relacionados con el catering, las relaciones públicas, el atletismo, la moda, la parapsicología, el hip hop o la conciencia postcolonial.

Steiner, a la universidad de hoy (el texto fue leído en el 2012), la califica de «paraíso para tontos». Y si ya en su momento no hubo garantía de que las Humanidades humanizasen, ahora lo daba ya por imposible. Steiner, como sabemos, fue un gran defensor del elitismo académico y cultural. Él acusa a la democratización de la enseñanza como una de las grandes culpables de su destrucción. La sabiduría, el estudio, el esfuerzo, el aprendizaje y la dedicación no son democráticos, pues dependen de uno mismo. Lo único que, para él, aún salvaba a la democracia eran las Ciencias. «Lo sentimos, usted no puede resolver una ecuación de quinto grado. Adiós. Hágase banquero», imaginaba así la inadmisión de un alumno en una Facultad de matemáticas.

Mientras que las Humanidades dan la sensación que todo el mundo sabe de todo y puede opinar sin riesgo y sin vergüenza. Una universidad no sirve ni a causas políticas ni a programas sociales, necesariamente partidistas y transitorios. Steiner rechazaba el analfabetismo, la censura (él ya vislumbró lo de la Cultura de la Cancelación) y a los ricos o no tan ricos estudiantes que se matriculaban para pasar el rato.

 Zagajewski se refirió, en su charla, a la modernidad y a la paradoja de que algunos de los más grandes enemigos de ella fueran los mejores escritores del siglo XX. Por ejemplo, Yeats, Eliot, Pound, Céline, Claudel, Benn o Jünger (de este último habría que especificar en qué periodo). No cita a Unamuno, que sería quizás la contribución española. Todos estaban preocupados por el avasallamiento de la ciencia, el peligro del ser individual y la noción cambiante de la belleza y la moral. El poeta polaco destacaba la importancia del debate entre teólogos y científicos. Pero como el resto de sus compañeros de 'Nuestras palabras' se quejaba de la ausencia de una educación clásica, la ignorancia de la Historia y el desprecio, en general, de las Humanidades. Para el natural de Leópolis, la juventud estaba «descerebrada» por la TV, las redes sociales, la pornografía y la violencia incivil. Zagajewski, para ratificar sus negativas opiniones, cita a dos autores: Auerbach y Saúl Bellow.

El primero daba por acabada la civilización europea; mientras que el segundo confesaba que ya no sabía en qué mundo estaba. Zagajewski, que vivió parte de su vida en el exilio debido al régimen comunista, decía que la censura no había sido abolida en el mundo, únicamente se había hecho más sibilina. Pero para él la mayor cuestión como poeta era saber si las musas nos habían abandonado. Yo le hubiera dicho que más bien las persiguen los malos poetas en complicidad con los no menos peores políticos.

 Jacqueline de Romilly (1913-2019), dedicó su vida a la enseñanza. Fue la gran maestra del helenismo francés. En su exposición reclama la urgencia de conseguir la coherencia entre los sistemas de docencia de los diferentes países europeos. Da por perdida la enseñanza de las lenguas clásicas y la historia entre los jóvenes. Y de esta ausencia pronostica un aumento de los malos ciudadanos. Desmiente a aquellos que niegan una cultura europea común y la remonta a Grecia y Roma, «El bajo Imperio Romano era casi lo que es la Europa de hoy en día». Una de sus conclusiones es la siguiente: «Por qué no aceptamos que en el ámbito intelectual intentemos trabajar con los mejores, cuando en el deporte no ahorramos esfuerzos para hacer exactamente lo mismo».

Bienvenida esta nueva editorial, Ladera Norte, patroneada por Ricardo Cayuela, que no puede iniciarse con mejor pie. Y también esa unión con el Nexus Instituut. Sí, tenemos la obligación de seguir portando la bandera de la República de las Letras. Nos va en ella nuestro espíritu, nuestra dignidad y libertad. ¡Adelante!