a la sazón
A trasmano
La cultura manual ha mutado en cultura digital. Bajo la égida del dedito, basta con la huella del índice para señorearse de las cosas
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Iniciar sesiónLo que dominamos se pierde pronto. Alejandro no pudo rebasar el Ganges, Cortés nunca holló Eldorado y a Napoleón se le resistió el Imperio Ruso. Dichosos ellos. Cuando el bebé atranca el puño, no hay rey ni roque que saque el dedo. Es un ... reflejo prensil. Solo de mayores aprendemos a no cerrar la mano en torno a las cosas.
El sino de lo que está a mano es acabar manoseado. Como cuenta Vila-Matas en el mejor de sus libros, nadie repara en el 'Doctor Pasavento' hasta que un día se esfuma; entonces, inalcanzable, su figura no hace sino agigantarse. Irisado por el enigma, alcanza la estatura de la esfinge. ¡Feliz quien ajeno permanece!
Ahora que una mano invisible toquetea nuestras ciudades, volviéndolas insulsas, franquiciables e indistinguibles entre sí, benditos sean aquellos negocios que se le escapan de entre los dedos: Fajas Ruiz, Punto de Cruz Consuelo, Hijos de Melacasques. A diferencia de los gigantes del e-commerce, ni tienen de todo ni abren el domingo por la tarde. La vida a trasmano, ¡una higa al chantaje de la disponibilidad constante!
Como decía Ruano, lo que está al alcance de la mano está lejos del corazón
La dichosa disponibilidad, palabreja fea donde las haya, es la abolición de todo misterio, como saben cleptómanos, adictos al porno y demás forofos del ser-a-la-mano. Si Heidegger utilizaba esta expresión, que tampoco es bella precisamente, es porque en su época la gente todavía usaba las manos; el trabajo era manufactura y no había otro sujeto revolucionario que el trabajador manual: 'homo laborans', 'homo faber'. Ya ni los escritores empuñan la pluma ni los cadetes el sable. La cultura manual ha mutado en cultura digital.
Bajo la égida del dedito, basta con la huella del índice para señorearse de las cosas. Pero lo disponible carece de valor. ¿Manos llenas y bolsillos vacíos? Mejor renunciemos a tenerlo todo (¿el qué?) a golpe de ratón y metámonos el dedito donde nos quepa. Disponer de miles de canciones a un clic o de millones de fotos en la nube es como no tener ninguna. Como decía Ruano, lo que está al alcance de la mano está lejos del corazón.
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