A LA SAZÓN
Lo raro y lo excelso
¿Hace falta decir que no hay más comida que la casera? La gastronomía es mero culto a la técnica
Otros textos del autor
Tortilla de La Penela
Todo lo excelso es tan difícil como raro. Cuando Spinoza escribió esto, en el quinto libro de su 'Ética', debía de estar pensando en los gallegos. ¿Puede una terrible sanguijuela prehistórica abandonar el lodo para vestirse de gala en los pucheros? Ahí está la ... lamprea. ¿Tiene sentido adunar un ardoroso estimulante como el café y un digestivo relajante como el aguardiente?
Ahí está el licor café. Todo el mundo dice que los gallegos somos raros –gallego soy, aunque nacido en Madrid– y buena cosa es el sentido común cuando se carece de 'sentidiño': somos raros, en efecto, pero también excelsos. ¿Puede una tortilla, que es por definición un mazacote de patatas, ser un coloide craso y de breve solidez, tan breve como lo que tarda el comensal en trincharla con el tenedor?
¡Borboteen las ollas y relumbren los fogones, que no solo de estrellas Michelin vive el hombre!
Ahí está la tortilla de Betanzos, que la familia Simón Barallobre borda en La Penela. Tan raro como excelso es degustar su clásica ternera asada mientras, en las mesas contiguas, el expresidente se atiza un whisky on the rocks, Luis Alberto de Cuenca traduce del alto alemán fragmentos de los Nibelungos y una espía húngara devora el salpicón de marisco. Excelsitud y rareza, ¿hacen falta más ingredientes para el guiso? Pues raro y excelso es disponer de una casa de comidas en plena calle Velázquez.
Casa de comidas, digo, y no restaurante. Este, por definición, restaura las energías del comensal pero no su alma, porque come solo. ¿Hace falta decir que no hay más comida que la comida casera? La gastronomía es mero culto a la técnica. Uno puede alimentarse, como el salmón se alimenta de crustáceos, y también puede ingerir cosas, como el adicto ingiere tósigos y ponzoñas, pero comer es otra cosa. ¡Borboteen las ollas y relumbren los fogones, que no solo de estrellas Michelin vive el hombre! Afortunadamente, siempre nos quedará La Penela. ¿No decía Hesiodo que el ser humano es el animal que come pan? En realidad, es el que moja pan en las zamburiñas.