CRÍTICA DE:
'Fueled, Oasis, Fueled', de Mónica Mays en la galería Pedro Cera: ¿Sueño o pesadilla?
Madrid
Primera individual de Mónica Mays en la galería Pedro Cera. Una reflexión objetual sobre el anti-paraíso
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Madrid
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Iniciar sesiónEl paraíso no existe o, mejor dicho, cuando existe para unos, se inhabilita para otros. El director austriaco Ulrich Seild plasmó la retorcida ambivalencia del término en su trilogía del mismo nombre. En la primera parte, una mujer occidental madura viaja a un 'resort' ... en Kenia para disfrutar de los servicios sexuales de los locales.
Mientras ella cree haber encontrado el amor, un joven africano solo quiere su dinero para ayudar a su comunidad empobrecida. Combustible económico para él y un oasis placentero para ella, o bien, combustible sexo-afectivo para ella y un respiro monetario para él.
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El paraíso es una ficción de cartón piedra que se nutre de la explotación y desencadena una serie de contradicciones morales, mercantiles y estéticas. Así se manifiesta en el filme y en el discurso de la exposición de Mónica Mays en Pedro Cera.
Colmada de múltiples lecturas sobre las lógicas de dominación histórica, colonial, religiosa y extractivista, difícilmente deducibles de su visionado, la cita reúne una serie de magníficos ensamblajes que destacan por la sugerente mezcla de sensaciones que provocan.
Entre la violencia y la suavidad, lo erótico y lo abyecto, estas esculturas híbridas realizadas con objetos encontrados, muebles viejos y desechos de coches, recubiertas de diversos materiales (telas, yeso, cera, resinas, mirra, goma y pieles de animales) generan atracción y rechazo a partes iguales. Hay algo cronenbergiano en la mezcla perturbadora entre lo carnal y lo automovilístico; y también mucho de Beauys en la estética y la densidad significante de los materiales.
La artista comienza a reflexionar en torno a la idea de paraíso durante una estancia en Valencia. La costa mediterránea, llena de edificaciones y palmeras importadas para satisfacer un turismo de evasión deseoso de paisajes artificiales, se transforma en pesadilla para los cientos de inmigrantes que llegan a ella en busca de una vida mejor. El infierno está contenido en el núcleo del paraíso, incluso en la mitología cristiana: la pieza 'Fallen, Extracted, Expelled from Paradise' remite a Lucifer, ángel caído a quien Dios cortó las alas por su soberbia.
La última residencia de Mays ha sido en Indonesia (las mesas-pedestal provienen de allí), destino paradisíaco por sus playas y biodiversidad que, sin embargo, está siendo deforestada para producir aceite de palma. La palmera de los escenarios bíblicos y placenteros, apunta S. Leibenson, «cuando se reduce a la mercancía líquida, se convierte en una presencia inodora, insípida y ubicua que impregna productos y cuerpos por igual, saturando tanto arterias como estrechos marítimos».
Mónica Mays
'Fueled, Oasis, Fueled'. Galería Pedro Cera. Madrid. C/ Barceló, 13. Hasta el 20 de diciembre. Tres estrellas.
Todas las obras están lubricadas con aceite de palma como una metáfora de la omnipresencia de la explotación capitalista y colonial adherida a los objetos.
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